viernes, 22 noviembre 2024

Así de espeluznante suena el coronavirus: Varios científicos convierten su estructura en música

El coronavirus ya se ha visto en cientos de imágenes. Su forma, de hecho, es la que ha le ha dado ese peculiar nombre. Pero ahora un grupo de científicos del Instituto de Tecnología de Masachussetts ha conseguido transformarlo en una melodía algo espeluznante. Lo que han hecho estos expertos es analizar las proteínas que sobresalen en la superficie del virus y convertir las diferentes salidas en notas musicales que se traducen en sonidos de campanas. Esas mismas proteínas que sirven como llave al patógeno para entrar en el interior de las células.

Los picos de las proteínas que sobresalen de la superficie del coronavirus están compuestos de aminoácidos. Con la técnica conocida como sonificación, este grupo de investigadores estadounidenses han otorgado una nota musical a cada aminoácido con el resultado tan espeluznante que se puede escuchar. Básicamente, cada alteración de la superficie se ha convertido en una nota que ha dado lugar a una partitura que ha sido interpretada por un robot.

La gran pregunta que se hacen los más críticos es para qué sirve convertir en música la estructura del virus. Y los investigadores tienen una respuesta que parece sacada de una película de ciencia ficción. La partitura puede dejar al descubierto puntos débiles del coronavirus en los que los medicamentos o los propios anticuerpos puedan unirse para acabar con el virus o, al menos, neutralizarlos.

Según el grupo de investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts, con este método es mucho más sencillo encontrar puntos de ataque al virus, al menos si se compara con otros métodos tradicionales. Esto, al compararse con otras secuencias de otros virus que también han sido sonificadas, puede dar la clave para encontrar un medicamento que se una a esas proteínas y que eviten que el virus infecte a las células. Básicamente que altere la secuencia y que las proteínas del coronavirus ya no sean efectivas para entrar dentro de las células.

Ya luego queda a libre elección el instrumento que quieras que toque la melodía del patógeno. En este caso, los científicos han preferido usar un koto japonés para la melodía principal, pero bien se podría haber elegido cualquier otro instrumento.