El presunto cabecilla de la organización liderada desde Cantabria y dedicada a la explotación sexual de mujeres extranjeras en clubes de Aragón y Alicante ha exculpado a sus dos hijos, igualmente acusados, asegurando que no sabían nada de la actividad que se llevaba a cabo en esos locales.
«Siempre se lo he ocultado o disfrazado como discotecas o disco-pubs», ha afirmado el progenitor este martes, en la segunda sesión del juicio que se desarrolla esta semana y la próxima en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Cantabria.
«Nunca me he puesto a hablar directamente de este tema con ellos. Para nada», ha agregado el hombre, vecino de Los Corrales de Buelna, durante la continuación del interrogatorio de la fiscal y las preguntas de las defensas.
Su versión ha coincidido con la de sus hijos, los tres de los once procesados que no reconocieron los hechos en el arranque de la vista. Los ocho restantes admitieron en cambio lo sucedido y se conformaron con la rebaja de penas propuesta por el ministerio público y que en algún caso -como el del socio y subordinado directo del presunto cabecilla- llegan a los 80 años de cárcel y multas de 96.650 euros.
Así, esta acusación mantiene 555 años de prisión y 3,1 millones de euros de multa para el principal procesado, por 137 delitos de prostitución a otras tantas mujeres -procedentes del este de Europa, Sudamérica y norte de África-, uno de blanqueo de capitales y otro de tenencia ilícita de armas.
Y sus hijos se enfrentan a 411 años de cárcel y 2,2 millones de euros por el delito de prostitución y 5 años de prisión y 900.000 euros de multa (el hijo) y 980.000 euros (la hija) por el de blanqueo.
«CONFIABA EN MI PADRE Y SIGO CONFIANDO»
Los dos han negado conocer la actividad de esos negocios. En concreto, ella ha manifestado «nunca jamás» intervino en los mismos ni sabría ir -según ha dicho- a los locales. «Yo confiaba en mi padre plenamente y a día de hoy sigo confiando plenamente», ha remachado, después de explicar que hizo determinados pagos o ingresos relacionados con los clubes a petición de él: «Hago lo que mi padre me pide».
También ha achacado a su progenitor ciertas propiedades a su nombre y donaciones, enmarcando su actividad laboral a una inmobiliaria familiar y a un bar. «No he trabajado para ninguna empresa más», ha sentenciado.
Por su parte, el hijo ha señalado igualmente que desconocía la actividad que se desarrollaba en los clubes y ha aseverado que no participaba en la gestión de los mismos, pese a figurar en algunas sociedades vinculadas. «Yo no sabía nada de eso», ha alegado. Así, ha asegurado que las entidades societarias eran dirigidas por su progenitor y que si él intervenía en algo era también a petición suya.
Ha achacado determinados ingresos a aportaciones de su padre, a distintos empleos, al hecho de que fue «ahorrando» o, también, a un premio de la Lotería de Navidad en 2002, cuando ganó «cerca de un millón de euros».
Los registros por los hechos enjuiciados se efectuaron ocho años después, en el 2010, cuando fueron identificadas 137 extranjeras ejerciendo la prostitución en distintos establecimientos de Aragón y Alicante.
La fiscal considera que el cabecilla se encarga de la inspección de los locales de alterne, de la recaudación, de reclutar mujeres, de cambiarlas de club según las necesidades y de dar de alta o baja a los trabajadores de seguridad y camareros.
También le acusa de administrar varias sociedades, «normalmente» sin trabajadores dados de alta ni actividad económica conocida, a través de las cuales «se trata de ocultar la procedencia de los beneficios generados por la prostitución».
Y considera que sus hijos se hacían cargo de la gestión «administrativa y financiera de la red», en tanto que el resto de acusados eran colaboradores, responsables de la gestión de los locales y de controlar a las mujeres explotadas.
Entre estos últimos figuran los encargados de los clubes, quienes conforme a la acusación pública -que rebajó la calificación inicial al considerarles cómplices y no autores de los delitos de prostitución- informaban «diariamente de las recaudaciones y de las mujeres» había, teniendo el jefe «la última palabra» sobre los prostíbulos.
«LAS CHICAS SOLO TIENEN QUE PAGAR LA HABITACIÓN»
En la segunda sesión del plenario, el principal sospechoso ha manifestado que la explotación de los clubes es una situación «accidental», ya que tiene una «vida anterior a estos negocios», algunos basados en la compra-venta de inmuebles o fincas, como una que según ha dicho adquirió «por dos pesetas».
En su declaración, ha comentado que le ‘adjudicaron’ un local de alterne en una ocasión como forma de pago, «de buenas a primeras» y sin tener la «más remota idea de ese mundo».
Y aunque, según ha dicho, optó por ‘quitárselo’ de encima, con posterioridad adquirió hostales junto a un socio de Zaragoza. De todos modos, ha reiterado que «nunca» ha realizado ninguna operación financiera relacionada con las sociedades vinculadas. En este sentido, ha señalado que «todo el tema de cuentas, bancos, personal y burocrático lo llevaba» otro de los procesados.
El supuesto cabecilla también a vuelto a indicar que las mujeres que se alojaban en esos establecimientos -a las que se ha referido como «huéspedes»- solo debían pagar la pensión, 50 euros diarios por habitación incluyendo -según ha dicho- desayuno, comida, merienda, cena, self-service y servicio de limpieza las 24 horas.
«La chica lo único que tiene que hacer es pagar la habitación y punto», ha zanjado el hombre, durante la continuación del interrogatorio de la fiscal y a preguntas sobre escuchas telefónicas con otros acusados, en una de las cuales se emplean términos como «trabajar y follar para la casa».
«Todas las conversaciones están cortadas y sacadas de contexto», se ha defendido. No obstante, ha precisado algunos extremos, como que con la palabra «casas» aludía a las «pensiones»; que tener «doce tías activadas» significaba «huéspedes» y se refería así a quienes tenían alquilada una habitación y habían «pagado religiosamente». «Son formas de hablar de personas extranjeras», se ha justificado.
Acerca de las relaciones sexuales, el presunto jefe de la banda ha señalado que el precio lo fijaba el cliente que pagaba, y que el dinero se lo quedaban las mujeres. «Es cosa de ellas», ha expresado, después de manifestar que al club solo debían abonar el importe de la habitación.
PLENA LIBERTAD Y TODAS LAS FACILIDADES DEL MUNDO
También ha aseverado que tenían «plena libertad» y que podían entrar y salir de los locales cuando desearan, ya que únicamente tenían horario los empleados, como camareros o personal de limpieza. Así, las mujeres «van y vienen cuando quieren», ha sostenido.
Además, ha subrayado que en todas las habitaciones tenían distintos números de teléfono -de Policía, taxis, asociaciones de protección a las mujeres, etc-. Es decir, «todas las facilidades del mundo por si alguna se consideraba maltratada», para poder pedir ayuda o irse.
Para finalizar, el principal acusado ha indicado que él no tenía relación «directa» con casi ninguna de ellas porque apenas iba por los clubes, de modo que allí «a mí no me conoce nadie», ha comentado a modo de «anécdota».
El juicio continuará los próximos días con la declaración de los testigos.