La escritora Belén Gopegui publica ‘Existiríamos el mar’ (Literatura Random House), la historia de cinco amigos que comparten piso en Madrid con una vida adulta precarizada que la escritora ya no considera «un momento de excepción». «Es que las vidas van a ser así: el capitalismo trabaja creando soledad», ha señalado en una entrevista la autora.
Gopegui ha explicado que la decisión de mostrar a estas personas cercanas a los 40 años con unas condiciones laborales y vitales alejadas de lo que se conoce por ‘clase media’ –y, sobre todo, con dificultades para encontrar trabajos estables– es la de «hablar de lo diario» de una franja de edad no muy visible en la ficción.
«Si hablas de la juventud inevitablemente hay una suspensión de las cosas, como si dijeras ‘sí, ahora lo están pasando mal, pero les espera un futuro mejor o las cosas serán de otra manera’. Eso está bien y hay que hablarlo, pero conviene hablar también de lo que se normaliza: esto ya no es una excepción ni un momento, sino que las vidas van a ser así de precarizadas», ha lamentado.
De hecho, Gopegui ha ido más allá asegurando que lo que se está viviendo ahora «no es precariedad, sino simple explotación». «Esto que se decía de que cuando una era joven tenía que trabajar muchas horas y ganar poco, pero que luego cambiaba…ahora ya no. Parece que, viendo la voluntad económica y general, sí vamos a peor», ha avisado.
Lena, Hugo, Ramiro y Camelia ven alterado su día a día cuando Jara, sin trabajo desde hace bastante tiempo, decide dejar sin avisar ni dejar rastro el piso que comparten en la Calle Martín Vargas. Los protagonistas comienzan a replantearse sus relaciones y su forma de vida, acompañada por hechos cotidianos que normalmente no suelen aparecer en las novelas.
«Hacer lo que uno quiere se ha convertido en un bien escaso. Lo normal sería que cada persona pudiera desarrollar sus facultades y al mismo tiempo los trabajos que la comunidad necesita hacer estuvieran lo más repartidos posible. Pero poder trabajar en algo que a uno le guste y en condiciones razonables se ha convertido en un bien escaso», ha criticado la autora de ‘Deseo de ser punk’.
«SÁLVESE QUIEN PUEDA»
Gopegui considera que esta suerte de ‘alienación del trabajador’ cuenta ahora con más eco en los medios porque «se ha ido extendiendo a las zonas donde hay más voz». «Antes estaba sobre todo en zona de la clase obrera, que era más difícil que llegara a una novela, a series o a los discursos del Parlamento», ha añadido.
No obstante, continúa pensando que «la novela es un género de origen burgués». «Hace poco me preguntaban por un libro para una chica adolescente que está muy metida en el existencialismo de ‘yo soy lo único que importa’. Empecé a buscar y en realidad la mayor parte de las novelas tratan de uno mismo, de yo soy, de yo y mis sentimientos…casi nunca tratan de que los demás también existen», ha destacado.
En cualquier caso, la autora ha insistido en que «todas las novelas son sociales» –«¿hay alguna que no lo sea?, ha cuestionado– y cree necesario hablar de estas situaciones cotidianas en la ficción. «El capitalismo trabaja creando soledad y una competencia de ‘sálvese quien pueda'», ha concluido.