Inmediatamente después de que los talibanes se apoderaran de Kabul, el grupo terrorista Al Qaeda reapareció en Afganistán. También se han detectado algunas células del grupo Estado Islámico (ISIS). Muchos se preguntan si este hecho es una simple coincidencia o forma parte de un movimiento planificado y, en todo caso qué papel estaría jugando Qatar en este acontecimiento inesperado. El pequeño emirato que ayudó a los talibanes a tomar el poder ha sido también de ser el pilar de Al Qaeda e ISIS.
Bloomberg publicó un artículo el 7 de septiembre en el que discutía los vínculos de Qatar con los talibanes y otros grupos islamistas que «durante mucho tiempo han sido una fuente de tensión con sus vecinos y de preocupación para sus aliados occidentales».
Qatar apoya a los talibanes, de los cuales alberga de 500 a 600 miembros con sus familias en Doha, donde se abrió una oficina de representación en 2013. Entre ellos, Mullah Abdul Ghani Baradar, el jefe del ala política. Más aún, el canal qatarí Al Jazeera se ha puesto al servicio de los talibanes sin límites. Además, los vínculos entre Qatar y Al Qaeda han sido expuestos varias veces a la luz del día por diversos medios y agencias internacionales.
Ya en 2003, el Congreso de Estados Unidos fue informado de que una plétora de organizaciones benéficas con sede en Qatar apoyaba las actividades de Al Qaeda ayudando a transferir y lavar fondos para el grupo terrorista. En 2010, se alertó de que la violencia en Afganistán y Pakistán fue financiada en parte por donantes ricos y conservadores del Mar Arábigo, cuyos gobiernos hacen poco para detenerlos.
En diciembre de 2013, Estados Unidos señaló a un qatarí, Abd Al-Rahman al-Nuaimi, como terrorista global especialmente peligroso. El Departamento del Tesoro de Estados Unidos impuso sanciones a Nuaimi y lo declaró «un facilitador financiero y terrorista con sede en Qatar que proporcionó dinero y apoyo material y transmitió comunicaciones a Al-Qaida y sus afiliados en Siria, Irak, Somalia y Yemen durante más de una década«.
Los fondos de cuentas en el Doha Bank controlado por el estado de Qatar se han transferido a grupos extremistas que cometen atrocidades en Siria, según una denuncia del Tribunal Superior del Reino Unido.
El caso fue presentado por ocho sirios, que ahora viven en Europa, que afirman haber sido torturados y desplazados por el afiliado de Al Qaeda, Jabhat Al Nusra, un actor clave en la guerra civil siria que habría recibido armas y recursos del Estado del Golfo.
Acusan al Banco de Doha, cuyo principal accionista es la Autoridad de Inversiones de Qatar, el fondo soberano de inversión del estado, de no evitar las transferencias de dinero a los extremistas.
Qatar, denuncian, no solo apoya a Al Qaeda. ISIS también sería uno de sus aliados. Así fue como habría podido trasladar elementos de ISIS de Siria a Afganistán, cuando despertó a al-Qaeda después de más de una década de sueño.
Las dudas son claras: ¿por qué Qatar está estaría haciendo esto? ¿Existe algún plan para convertir la versión afgana de la guerra contra el terrorismo en Siria en una lucha de intereses entre estados?
Al actuar como lo haría hecho en Siria, Qatar ha podido haber atraído a Pakistán, Turquía y Occidente a esta trampa. Solo un país será el gran beneficiario del caos creado en Afganistán: Irán, lo que va en contra de los intereses estadounidenses en la región.
Doha, que ha patrocinado las negociaciones de reconciliación entre los talibanes y los Estados Unidos, por un lado, y entre el gobierno de Kabul y los talibanes por otro lado, durante una década sin éxito, quiere revertir la situación de quienes frustraron sus intentos de crear el caos. Quizás, sostienen muchos, se esté vengando de Estados Unidos y Pakistán, en particular.