Las comunidades parroquiales de los municipios afectados por el incendio en Sierra Bermeja y el Valle del Genal están viviendo en primera persona la situación generada por el fuego y los desalojos, trasladando la dureza de la misma y admitiendo que ha habido «momentos difíciles».
Andrés Conde, párroco de Pujerra, Igualeja, Cartajima y Parauta, ha explicado a la página web de la Diócesis de Málaga esta dureza y cómo se vivieron «momentos muy duros y difíciles, porque en el Valle del Genal hay mucha población en situación de dependencia, ancianos y enfermos».
En un primer momento, los desalojados en Pujerra se albergaron en el pabellón del barrio de San Francisco, en Ronda, y posteriormente fue posible reubicarlos en otros lugares, ha dicho el sacerdorte, quien ha agradecido la ayuda prestada al pueblo por parte de la Guarda Civil, la Policía Local y Nacional, la Unidad Militar de Emergencias (UME), Protección Civil, Cruz Roja, etcétera, «que no han escatimado en ayudar a nuestros pueblos».
Conde se sostiene en la fe: «Se afronta con la confianza de que Dios nos va a sacar de todo esto. Como Iglesia, las herramientas más importantes que tenemos es estar cerca de la gente, ayudarles, pero sobre todo rezar».
Gerardo Rosales, párroco de Júzcar, Faraján y Alpandeire, estaba «de servicio» en pleno desalojo. «Ser el cura del pueblo significa estar cerca de la gente, en lo bueno y en lo malo. A mí me cogió allí, después de celebrar la Eucaristía a las 10.00 horas en Alpandeire y a las 11.30 en Faraján», ha explicado respecto a estas dos localidades evacuadas.
Rosales se quedó al ver el empeoramiento de la situación y se ofreció a llevar a gente en su coche hasta Ronda: «La vuelta a Alpandeire desde Ronda no fue sencilla, me encontré con una columna de humo y caían sobre el coche abundante cenizas y restos de carbón», ha explicado.
Ha admitido que la situación «ha sido muy dura» y que le impresionó especialmente «ver a los ancianos cuando tuvieron que desalojarlos de la residencia, subirlos en ambulancias y autobuses para llevarlos a Ronda: fue desolador».
«La gente está muy nerviosa, temiendo por la situación en que han dejado a sus animales, su ganado. Con ellos solo podemos estar, acompañar y consolar», ha relatado, aludiendo a esa «fe y confianza en Dios; eso nunca falta».
Por su parte, Francisco Hierro de Bengoa, párroco de Jubrique y Genalguacil, también vive el operativo y el sábado se confinó ante la recomendación de los efectivos: «La esperanza no la perdemos nunca pero la situación es muy dura».
También el obispo de Málaga, Jesús Catalá, ha compartido «el inmenso dolor que le produce esta situación, que ha afectado a varias poblaciones de nuestra Diócesis». Así, ha agradecido el trabajo de todas las personas e instituciones «que han puesto tanto esfuerzo para apagar el fuego. Y pedimos por el eterno descanso de quien ha perdido la vida en esa buena acción», en referencia al bombero del Infoca fallecido el pasado jueves mientras luchaba contra las llamas.
También ha tenido palabras para los sacerdotes de los pueblos afectados: «Les hemos dicho que les apoyamos y que rezamos por toda la gente. Nuestro deseo es que pueda ser controlado y apagado este fuego devastador, que ha quemado tanto terreno valioso. Esperamos que la lluvia pueda coadyuvar a la extinción del fuego».