Adela Cortina, Javier Gomá, Fernando Savater y Pablo D’Ors han reflexionado sobre la actual situación de crisis sanitaria generada por la pandemia de coronavirus, alertando de que el cuidado de mayores es una responsabilidad social y que «no hacerlo es inmoral».
De esta forma entran en el debate suscitado ante la postura de países como Holanda o Bélgica, que optan por el tratamiento de los más ancianos fuera de los hospitales y también tras conocerse un documento de la Generalitat catalana de no ingresar a los mayores de 80 años en las UCI.
«En esta crisis sanitaria el primer mensaje es ‘salvar vidas’, todas las posibles. Esto exige ampliar recursos para evitar un desbordamiento que ahora no se produce, pero si se hiciera inevitable, a la hora de priorizar hay que tener en cuenta diversos factores», ha señalado a Europa Press la pensadora Adela Cortina.
«No atender a las personas mayores o a las discapacitadas, por el hecho de serlo, es una discriminación inadmisible: es inmoral y va en contra de la Constitución», ha reiterado. Además, recuerda que el decir que el coronavirus mate sólo a personas mayores es «un bulo y propagar bulos es inmoral».
«Este virus se ensaña con quienes tienen menos defensas. Si el bulo va a llevar a alguna gente joven a comportarse de forma insolidaria, es que nos estamos equivocando rotundamente con la educación», ha criticado Cortina, creadora del término ‘aporofobia’ –miedo y rechazo a la pobreza–.
En la misma línea, Pablo D’Ors califica de «inaceptable» la negación de atención sanitaria a los ancianos «por el simple hecho de ser ancianos». «Más que eso, me parece aborrecible. Una decisión de ese tipo sólo puede estar guiada por una visión pragmatista y errónea. Y conducirá a una gran deshumanización», ha añadido.
D’Ors, quien fue capellán del Hospital Ramón y Cajal, insta a preguntarse por qué se opta por dejar a los ancianos sin la debida atención médica y entiende que la respuesta «sólo puede ser porque se valora más la vida por vivir que la vivida».
«En este dilema ético hay muchas cuestiones sobre la mesa. Por ejemplo, pensar que los jóvenes dan y que los ancianos sólo (o fundamentalmente) reciben. Nada de eso. Todos dan y reciben, es sólo que lo que los ancianos dan no es socialmente valorado por no ser productivo», ha defendido.
De esta manera, para el filósofo el problema termina «no estando en dar o recibir, sino en la productividad, es decir, en la valoración de la persona en razón de su funcionalidad económica». «Este es el punto. Las cosas son así, dicen algunos. No es verdad. Las hemos hecho así, que es muy distinto», ha lamentado.
DOS ‘CASTAS’ EN LOS HOSPITALES
Javier Gomá observa cómo en algunos momentos se ha llegado a plantear esta crisis como una cuestión de «dos castas»: una de «jóvenes y sanos, que serían de mejor condición, y otra, de peor condición, casta secundaria y subalterna, compuesta por ancianos, enfermos y discapacitados».
«Sostengo que no existe más que una raza, sin castas, de hombres y mujeres con la misma dignidad. Por tanto, las medidas del Gobierno deben tratar a los débiles no sólo como si tuvieran la misma dignidad que ancianos y enfermos, sino con un plus de cuidado, porque los poderes deben suplir la falta de fuerzas y la indefensión a las que están sometidas los débiles», ha apuntado.
Ante la perspectiva de que una «visión pragmática y utilitarista» permita que el virus «haga su trabajo» y ataque preferentemente a los más débiles para que se salven la mayoría sana y joven –y, de paso, perturbe «lo menos posible» a la economía–, Gomá ha resaltado que «la civilización consiste en sustituir la ley de la selva, que es la ley del más fuerte, por la ley del más débil». «En mi opinión, la moralidad de las sociedades se mide por cómo tratan a las personas más débiles», ha indicado.
HOLANDA O BÉLGICA, EJEMPLOS «INACEPTABLES»
Así, la atención a los mayores ha puesto en el centro del debate a países centroeuropeos como Holanda o Bélgica, que optan por el tratamiento de los más ancianos fuera de los hospitales. «No me ha sorprendido, y me parece inaceptable», reconoce Cortina.
Para Savater, sin embargo, la decisión de no hospitalizar a las personas que están «en una situación crítica» puede ser comprensible. «A una persona en muy mala situación, si se la puede atender con cuidados paliativos en su casa, siempre será mejor que en un hospital o en un pasillo donde no te puedan atender», ha defendido.
Si bien, matizando que países como Holanda «no están para dar lecciones morales a nadie». «Lo que sí es repugnante es el discurso del holandés respecto a que los latinos se gastan el dinero en farras. Holanda vive de paraísos fiscales, con dinero de evasores de impuestos, y eso sí que es repugnante», ha lamentado.
LA ‘BUENA MUERTE’
En un momento en el que incluso se ha restringido la presencia de familiares en los funerales, Gomá amplía el debate de la atención sanitaria a la idea de lo que debe ser una ‘buena muerte’.
«Las condiciones de la lucha contra la enfermedad en los hospitales impiden en muchos casos una ‘buena muerte’ y luego el acto de piedad básico a nuestros muertos: el cuidado del cadáver, la vela, el duelo, el enterramiento y alguna clase de ceremonia religiosa civil. Por desgracia, la pandemia nos ha hurtado la buena muerte en muchísimos casos», ha concluido.