La Generalitat estudia cambios en velocidad del viento ante escenarios de cambio climático

El Centro de Investigaciones sobre Desertificación (CIDE), centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la Universitat de València (UV) y la Generalitat, han desarrollado un proyecto para analizar por primera vez las proyecciones de la velocidad del viento bajo distintos escenarios de cambio climático durante este siglo XXI.

El trabajo, liderado por el coordinador del Laboratorio de Clima, Atmósfera y Océano (Climatoc-Lab) del CIDE e investigador Ramón y Cajal, César Azorín Molina, presta especial atención a la península ibérica y busca contribuir a una mejor comprensión de los cambios futuros en la velocidad del viento en un contexto de calentamiento global, han explicado las distintas instituciones.

El proyecto WIND-21 se desarrollará hasta finales de 2022, con la financiación obtenida en la convocatoria de Becas Leonardo de la Fundación BBVA a Investigadores y Creadores Culturales 2021.

Se trata de una investigación pionera en España que abordará específicamente los fenómenos de debilitamiento (‘stilling’) y de reforzamiento (‘reversal’) de la velocidad del viento a escala planetaria. Ambos fenómenos detectados en las últimas décadas plantean numerosas cuestiones que la comunidad científica aún no ha resuelto.

En este sentido, el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) concluyó que el viento es una de las partes olvidadas del sistema climático dadas las escasas evidencias sobre sus cambios pasados y futuros.

Mayoritariamente, los recursos económicos y esfuerzos científicos se han dirigido al estudio de la variabilidad climática pasada, de los escenarios climáticos futuros y los riesgos atmosféricos asociados a dos variables meteorológicas: la precipitación y la temperatura del aire. En cambio, sólo en las dos últimas décadas la variabilidad de la velocidad del viento ha despertado la atención científica.

DESCENSO DE LA VELOCIDAD DEL VIENTO

La hipótesis del proyecto plantea que, en un escenario de aumento de emisiones de gases de efecto invernadero y calentamiento global, es previsible que una nueva fase de ‘stilling’ domine durante el siglo XXI.

Este descenso en la velocidad del viento no será un fenómeno que afecte a escala global. No obstante, se espera detectar diferencias significativas en las tendencias proyectadas a nivel regional en función de múltiples factores: latitud, estación del año, continente vs. mar-océano a diferentes niveles de la troposfera, costa vs. interior, entre otras.

En la primera fase del estudio se recopilarán, procesarán y homogeneizarán todas las series climáticas de velocidad de viento disponibles de más de 28.000 estaciones meteorológicas, así como las simulaciones de 20 modelos del Proyecto de inter-comparación de modelos de clima acoplados (CMIP6).

Estos datos servirán para evaluar las simulaciones históricas del periodo 1850-2014, y realizar proyecciones de los cambios del sistema climático y de la velocidad del viento durante el periodo 2015-2100 bajo distintos escenarios de desarrollo económico y social.

En la segunda fase, se abordará el análisis estadístico de las tendencias y ciclos de viento desde 1850 hasta 2100 para estudiar la variabilidad espacio-temporal pasada y futura de la velocidad del viento. Al final de esta fase, se abordará el análisis de las causas (oscilaciones atmósfera-océano) que pudieran estar detrás de los cambios observados-simulados.

Finalmente, en la tercera fase se analizarán las implicaciones de los cambios proyectados, con énfasis en el sector de la energía eólica a medio y largo plazo.

IMPLICACIONES SOCIOECONÓMICAS Y MEDIOAMBIENTALES

Predecir con antelación los ciclos climáticos de debilitamiento y reforzamiento de los vientos permite alternar la capacidad de producción eléctrica en la industria eólica; en la agricultura y el sector hidrológico; afecta a los consumos de agua de los cultivos y a la disponibilidad de recursos hídricos por el papel del viento en la demanda evaporativa de la atmósfera y provoca daños económicos y pérdida de vidas humanas a causa de temporales.

Asimismo, presenta afecciones directas en la calidad del aire y consecuencias sobre la salud por el efecto del viento en la dispersión de la contaminación atmosférica; la construcción de infraestructuras costeras (diques) y la ordenación y planeamiento urbano; las operaciones aeroportuarias y el tráfico en carretera.

También influye en la propagación de incendios forestales y el daño en bosques; la predicción meteorológica con avisos por fenómenos adversos y dinámica atmosférica; el turismo y los deportes de viento; la dispersión de semillas y las rutas migratorias de aves, y la erosión eólica, entre otros muchos campos.