Los supervivientes de la COVID-19 presentan síntomas de estrés postraumático significativamente mayores, y estos síntomas están asociados a cambios en la conectividad del cerebro, según un estudio liderado por la Universidad Estatal de Georgia (Estados Unidos).
Aunque la COVID-19 se considera principalmente una enfermedad respiratoria, los expertos reconocen que también afecta al sistema nervioso, causando a veces graves síntomas neurológicos. Algunos supervivientes de la COVID-19 también experimentan problemas de salud mental a largo plazo, como ansiedad, depresión y trastorno de estrés postraumático.
Pocos estudios han examinado las anomalías funcionales del cerebro, que podrían revelar los procesos fisiológicos que subyacen a los síntomas de salud mental prolongados en los supervivientes de la COVID-19.
En este trabajo, publicado en la revista ‘Neurobiology of Stress’, los investigadores se propusieron determinar si los supervivientes experimentan una alteración funcional de las redes cerebrales a gran escala, conjuntos de regiones discretas y extendidas del cerebro que trabajan juntas para realizar tareas cognitivas complejas.
Recogieron datos de resonancia magnética funcional (fMRI) y síntomas de estrés postraumático autodeclarados de 50 supervivientes de COVID-19, junto con sujetos de control emparejados. Los supervivientes de la COVID-19 fueron dados de alta entre febrero y marzo de 2020 en hospitales de Wuhan (China), y fueron sometidos a pruebas unos seis meses después de su alta.
Los resultados mostraron que los supervivientes de la COVID-19 declararon significativamente más síntomas de estrés postraumático que los controles. El estudio también reveló que los supervivientes de la COVID-19 mostraban patrones anormales de conectividad cerebral a lo largo del tiempo, que se asociaban significativamente con mayores síntomas de estrés postraumático.
Los investigadores identificaron tres estados distintos y recurrentes de conectividad funcional en los cerebros de los sujetos. Los supervivientes de la COVID-19 mostraron una mayor presencia de un estado particular marcado por patrones de conexiones entre redes cerebrales que implican funciones sensoriomotoras y redes visuales.
«Cuando observamos dentro del grupo de supervivientes del COVID-19, también encontramos una relación significativa entre la gravedad de sus síntomas de estrés postraumático y la frecuencia con la que sus patrones cerebrales se encuentran en ese estado. Si pasan más tiempo en ese estado, tienden a tener valores más altos en esas escalas de síntomas», explican los autores.