El jefe de Ciudadanos en Cataluña, Carlos Carrizosa, ha ordenado la muerte civil de los críticos del partido y no afines a los postulados oficialistas. Su brazo ejecutor es Joan García, diputado en el Parlament. La orden consiste en no hacerse eco de ninguna declaración institucional, entrevista o comentario en las redes sociales. Es un hecho palpable. Tan sólo hay que dar una vuelta por los tuits y canales oficiales de la formación naranja para visibilizar esta discriminación a sus propios compañeros de partido.
Antes, las redes de Ciudadanos sí se hacían eco de las declaraciones de los críticos, hasta que éstos se han ido destapando al aliarse con Renovadores, la plataforma que exige la dimisión de Carrizosa e Inés Arrimadas tras las sucesivas debacles electorales y las polémicas decisiones, como apartar a los críticos en vez de hacer una profunda autocrítica.
Angeles Ribes es una de estas víctimas. La concejal en Lleida es también portavoz del Grupo municipal de Ciudadanos. Sin embargo, Carrizosa y García le han impuesto que sea María Burrel quien ocupe su puesto. No obstante, Ribes ha obtenido el respaldo mayoritario de su grupo. Pero Carrizosa no lo ha aceptado y ha argumentado que «la militancia» así lo exige. ¿Quiénes son la militancia? ¿Cuándo se ha pronunciado? Nadie lo sabe porque nadie les ha consultado ni preguntado sus preferencias a la hora de liderar a la formación en Lleida.
cuarenta y pico afiliados de Ciudadanos habían exigido su expulsión o dimisión
Ribes se enteró de que los «cuarenta y pico afiliados de Ciudadanos habían exigido su expulsión o dimisión» a través de un medio que había recibido una llamada de «alguien de Ciudadanos». A la concejal le dio la risa por cómo estaba quedando la imagen de la partido en Lleida. «Fue una situación kafkiana», ha asegurado la concejal en una conversación con este medio.
LOS CUARENTA Y PICO AFILIADOS DE CS NO SE HAN PRONUNCIADO, PERO CARRIZOSA ASEGURA QUE SÍ
«Ni mi mensaje ni mi trabajo está llegando a los votantes», ha criticado la concejal, que sopesa aún qué hacer de cara a las futuras elecciones municipales de 2023. «En las municipales se votan personas, no al partido», ha recordado Ribes. En Lleida ciudad, Ribes es una de las caras más reconocidas, no sólo a nivel político -al recibir apoyos de la oposición- sino también entre los ciudadanos.
Esto sólo ocurre cuando la labor se realiza con responsabilidad y diligencia, pero también cuando se patea y se recorre la calle, preguntando a los propios vecinos cuáles son sus preocupaciones y problemas que pueden solventarse desde el Ayuntamiento. Ciudadanos, por su parte, ya ha apostado por Burrel y habrá que ver si su asiento continuará en la Diputación de Girona o bien en La Paeria.
En esta polémica decisión, además, el equipo de Carrizosa tampoco ha indagado en las bajas de afiliados producidas en esta provincia. Desde la llegada de Ribes a la cúpula de Lleida, los afiliados se contabilizaban por centenares. Ahora apenas quedan menos de medio centenar. Una consulta sobre unos 40 afiliados tampoco debería ser tan difícil de llevar a cabo.
Pero no, Carrizosa ha hecho valer su puesto y rango para tratar de cargarse civilmente a Ribes, quien por otro lado no va a dejar el acta y continuará en asistiendo a los plenos porque así lo decidieron los ciudadanos en 2019. El propio Carrizosa aseguraba poco antes de esos comicios que Ribes sería la alcaldesa de la ciudad.
CUANDO CARRIZOSA ALABÓ A RIBES
«Hemos tenido un equipo en Lleida del que nos sentimos orgullosos todos los compañeros de Ciudadanos. Muchísimas gracias, Ángeles, porque estoy convencido que serás la primera alcaldesa de Lleida», aseguró. Con estas palabras y una piedra que lanzaron contra la sede de Ciudadanos en la localidad, Carrizosa se deshacía en elogios hacía Ribes. Eran otros tiempos, otra época.
Ciudadanos había ganado territorio, pero aún quedaba por conocer el batacazo final, el preludio de la extinción como partido, tal y como pronostican las encuestas. Restos de un pasado que fue no mejor, sino excepcional para una formación en declive y sin visos de poder frenar la caída. Madrid fue una tumba política para los naranjas, con sus cero escaños en la Asamblea. En Cataluña los números a punto estuvieron de llevarles por los mismos senderos, con tan sólo seis diputados de los 36 que obtuvieron en 2017.
CARRIZOSA, SIN AUTOCRÍTICA
Lejos de la autocrítica, Carrizosa y Arrimadas imponen el caciquismo de quienes se aferran a los sillones públicos como si fueran de su propiedad. Y es que, en Ciudadanos la ejecutiva está mandando a golpe de ‘dedazo’ a la hora de encumbrar a los afines, en vez de dar cabida a Renovadores y tratar de sellar la paz, al menos internamente.
Este grupo de críticos ha continuado la presión tras la Asamblea y exigen la cabeza de Carrizosa. Sin embargo, no tienen la fuerza suficiente para hacer valer su músculo. Y no, no son pocos. Son más de los que se piensan, pero muchos por miedo a ser sancionados continúan trabajando en un estruendoso silencio.
RENOVADORES DE CS EN ACTIVO GUARDAN SILENCIO POR MIEDO A LA PURGA
A Ribes, como a otros concejales y cargos de Ciudadanos críticos e incómodos con la actual ejecutiva, se les ha abierto expediente. ¿El motivo? no acatar las órdenes e incluso publicar un tuit malinterpretado por los afines a los líderes. ¿En qué consistían?, tan simple como salte del partido para dejar el asiento al que se decida. En el caso de Ribes, Burrel.
En el caso de otros cargos públicos, a exdiputados que han perdido su escaño y había que colocarles en alguna silla para continuar viviendo de la política. Quienes no han pasado por el aro han recibido pedradas verbales y papeles que por ahora no tienen el efecto deseado. Los expedientes no retiran actas municipales, que son propiedad de quienes las han ganado en las urnas.
Con esta purga, las críticas también arrecian desde fuera, especialmente exdiputados discretos que han mantenido silencio a la hora de pronunciarse sobre las decisiones de Arrimadas y Carrizosa. Una de ellas fue una de las mejores políticas que ha tenido el Parlament en las filas de Cs, como Sonia Sierra. Sus discursos y declaraciones sobre el bilingüismo para responder a los ataques de los separatistas han sido aplaudidos y muy bien recordados.
La exdiputada destripó su carné por los insultos que recibía de los hasta ahora compañeros de formación. Algunos incluso peores de los que tuvo que escuchar de la bancada independentista. Le han llegado a llamar «zorra» por el hecho de criticar las formas de las decisiones de Carrizosa.