Desde que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tomó la decisión en firme de echar del Ejecutivo al que fue ministro de Transportes, José Luis Ábalos, todo se ha venido abajo. No porque Sánchez haya echado a este polémico socialista, sino porque lo ha hecho justo a tiempo, antes de que su mala gestión estallara de golpe y manchara esa campaña electoral soterrada que ha iniciado el presidente. El que una jueza haya tumbado la polémica subvención millonaria a la aerolínea Plus Ultra por no estar justificada es solo la punta del iceberg. Los enchufes flagrantes como el de Koldo García Izaguirre en Renfe (así como otros dirigentes que aún están en el ministerio), el pago con billetes de 500 euros de la estancia del ministro en un hotel de lujo en Canarias o casos que se han quedado en el aire como el afamado Delcygate aún estigmatizan la imagen del Gobierno. Y el problema es que los socialistas temen que esta cascada de publicaciones solo acaba de empezar.
Si tuviéramos que enumerar la cantidad de casos polémicos que han salpicado el mandato de Ábalos no tendríamos suficiente con una entradilla. Lo cierto es que el Juzgado de Instrucción número 15 ha ordenado la suspensión de la ayuda del Gobierno a la aerolínea Plus Ultra por falta de justificación. Esto se veía venir, o al menos lo habían denunciado todos y cada uno de los diputados de la oposición. Sin embargo, parece que esto no es más que el principio de una serie de polémicas que van a manchar la imagen del Ejecutivo de Sánchez durante estos próximos dos años. Quizás por eso echaron al ministro del Gobierno, pues las fuentes insisten en que la relación entre Sánchez y Ábalos estaba rota desde hacía meses.
El cese de Koldo, auguran las fuentes, es solo el principio
El Ejecutivo intenta por todos los medios cortar y romper con la herencia de Ábalos, pero es complicado. La nueva ministra de Transportes, Raquel Sánchez, no ha tardado ni una semana en mandar al paro a Koldo García Izaguirre, el asesor de confianza y polémica mano derecha del ministro que está manchado por un historial violento propio de una película del director de cine Martin Scorsese. El cese de Koldo, auguran las fuentes, es solo el principio. Hay muchos más directores generales enchufados a dedo por el exministro y exsecretario de Organización del PSOE que aún permanecen en el ministerio con abultados salarios que no gozan de la confianza de la ministra Sánchez. Funcionarios nivel 30 que están ahí por la gracia de Ábalos y que en poco tiempo enfilarán la puerta de salida.
El problema es que por mucho que purguen a esa ristra de enchufes de Ábalos, empezando por quien pagaba con billetes de 500 euros la estancia del ministro en un hotel canario, aprovechando el viaje para ver cómo estaban las cosas en las playas de Las Palmas por la inmigración masiva desde África, la mala gestión del ministro seguirá arrastrando al PSOE al abismo. Lo de Plus Ultra es solo el principio. Del Delcygate aún hay mucho que desvelar y de otros casos polémicos que rodean al ministro también. Entretanto, Ábalos sigue con su acta de diputado viendo como su obra le estalla a Sánchez en la cara. Esto a nivel de Gobierno, pues dentro del PSOE también hay minas por estallar tras el paso del ministro como secretario de Organización del partido.
Hay fuentes del PSOE que temen que Ábalos «empiece a hablar». Entienden que el fontanero socialista sabe mucho y quiere venganza por el varapalo que le ha dado Sánchez al echarle del Ejecutivo.
Algunos dirigentes de la oposición han contactado con el ministro para coquetear con la idea de hacer estallar al Gobierno. El ministro de Transportes, además de uno más en el Consejo, era el fontanero por antonomasia del PSOE y quien se conoce todos los trapos sucios del partido. Estos mismos dirigentes entienden que Sánchez no ha sido «inteligente» al dejar escapar de esa manera a quien le ha llevado el mantenimiento de las cloacas socialistas durante la primera etapa del Gobierno. Sin embargo, pese al temor, desde Ferraz confían en que no tiene por qué pasar nada porque confían en que Ábalos es un comisario político de confianza y en que el PSOE no tiene trapos sucios que reflotar.
Lo que sí quiere el Gobierno es desprenderse de ese «tufo» que desprendía del ministerio de Transportes. No es solo que colocaran a personajes polémicos. Es que les enchufaban de forma tan evidente e «insultante» que se permitía el lujo de colocar como consejero de Renfe a su mano derecha a pesar de que su currículum académico no tiene absolutamente nada que ver con el cargo que ostentaba. Koldo es conocido en su región por actos violentos. Y en el Congreso por ser una especie de escolta en B del ministro que trataba con cierta contundencia a quien se acercaba más de la cuenta al secretario de Organización del partido. Ya fueran ciudadanos de a pie o directamente alcaldes de según qué regiones.
Raquel seguirá con su purga particular mientras los funcionarios nivel 30 que dependían de Ábalos se esconden debajo de la mesa cuando la nueva ministra pasea por los pasillos de la sede ministerial. El PSOE asumirá con total deportividad las decisiones judiciales que cuestionan subvenciones millonarias como las de Plus Ultra. O al menos intentarán que los incendios no se propaguen con tanta intensidad como el Delcygate, aún por desvelarse qué ocurrió concretamente en este punto.
LA VENGANZA DEL FONTANERO
Si algo tiene José Luis Ábalos es que no es precisamente una “hermanita de la caridad”, tal y como le describen sus propios compañeros de partido. Que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el exsecretario de Organización del PSOE y exministro de Transportes, José Luis Ábalos, llevaban tiempo enfrentados no era ningún misterio. Lo que Ábalos no se esperaba es que el líder de su partido se tomara la justicia por su mano y le humillara de esa manera. La venganza de Sánchez ha sido de tal nivel que desde el PSOE están temblando ante la posibilidad de que el fontanero del partido saque la llave inglesa a pasear y reviente tres o cuatro cañerías que saquen a flote toda la porquería del partido. Hay miedo no solo por el carácter de Ábalos, sino porque la humillación de Sánchez hacia su hombre de confianza ha sido “excesiva”, según detallan fuentes del partido, porque llegó a preparar con el exsecretario de Organización la remodelación del Ejecutivo sin avisarle al propio Ábalos de que él estaría también fuera.
Los tambores de guerra suenan desde el pasado sábado. No solo en el PSOE, también en otros partidos que conocen bien el carácter del ministro “vividor” y su capacidad para responder a quienes le han humillado. Ábalos no solo ha sido expulsado del Gobierno, también del partido. El presidente del Gobierno le ha quitado todo lo que tenía. Ya no es ministro (pese a que sonaba su nombre incluso como próximo titular de Defensa) ni secretario de Organización del PSOE. El problema es que su segundo cargo le ha dejado un nivel de información suficiente como para poder filtrar lo necesario para colapsar el partido o incluso hundirle antes de que acabe la legislatura. Y en el PSOE tiemblan ante los pasos que pueda dar el exsocialista.