Un estudio del Hospital Infantil de Boston (Estados Unidos) ha revelado nuevas propiedades de las variantes Alfa (antes Reino Unido) y Beta (antes Sudáfrica) del SARS-CoV-2, el virus que causa la COVID-19. Además, sugiere que las vacunas actuales pueden ser menos eficaces contra la variante Beta.
Las proteínas de espiga, en la superficie del SARS-CoV-2, son las que permiten al virus adherirse y entrar en nuestras células, y todas las vacunas actuales están dirigidas contra ellas. Este nuevo estudio, publicado en la revista ‘Science’, utilizó la criomicroscopía electrónica (crio-EM) para comparar la proteína pico del virus original con la de las variantes Alfa y Beta.
Los hallazgos estructurales indican que las mutaciones en la variante Beta (también conocida como B.1.351) cambian la forma de la superficie de la espiga en ciertos lugares. Como resultado, los anticuerpos neutralizantes inducidos por las vacunas actuales son menos capaces de unirse al virus Beta, lo que puede permitirle evadir el sistema inmunitario incluso cuando las personas están vacunadas.
«Las mutaciones hacen que los anticuerpos estimulados por la vacuna actual sean menos eficaces. La variante Beta es algo resistente a las vacunas actuales, y creemos que un refuerzo con la nueva secuencia genética puede ser beneficioso para proteger contra esta variante», apuntan los científicos.
Sin embargo, el estudio también descubrió que las mutaciones en la variante Beta hacen que la espiga sea menos eficaz para unirse a la ACE2, lo que sugiere que esta variante es menos transmisible que la variante Alfa.
En cuanto a la variante Alfa (B.1.1.7), el estudio confirma que un cambio genético en la espiga (una única sustitución de aminoácidos) ayuda al virus a unirse mejor a los receptores ACE2, haciéndolo más infeccioso. Sin embargo, las pruebas indican que los anticuerpos provocados por las vacunas existentes aún pueden neutralizar esta variante.
Para ser una amenaza mayor, según los investigadores, una variante del SARS-CoV-2 tendría que hacer tres cosas: propagarse más fácilmente, evadir el sistema inmunitario de las personas vacunadas o expuestas previamente al COVID-19, y causar una enfermedad más grave. Afortunadamente, las variantes Alfa y Beta no cumplen todos estos criterios.
«Nuestros datos sugieren que la combinación más problemática de tales mutaciones no está presente en las variantes existentes examinadas aquí», resaltan los investigadores. El equipo también tiene previsto informar de las estructuras de otras variantes preocupantes, incluida la variante Delta (B.1.617.2), en un futuro próximo. Esas investigaciones aún están en curso.