El denominado procés catalán en pro de la independencia de Cataluña sigue dándonos momentos históricos o muy significativos. El último fue durante la salida de los indultados de la cárcel de Lledoners. Es cierto que la noticia estaba en el hecho en si y qué primeras declaraciones iban a hacer, que a la postre fueron tan jugosas como se esperaban y poco equívocas de que sus planteamientos y ganas siguen intactos. Pero hubo una imagen que eclipsó en parte el acto en si, los llamados ya «Mossos de la concordia» y que mostraron sin tapujos su apoyo y complicidad con los recién salidos de prisión.
En la imagen se ve a los indultados saludando o puño en alto de victoria pero se dirigen específicamente, no sabemos si previa llamada o no, a dos mossos que están junto al coche patrulla. Lo sorprendente es la reacción de los mismos: uno saludándoles con la mano y el otro con el gesto del pulgar en alto en señal de ok. Dos signos inequívocos de apoyo a los liberados que ha provocado encendidas reacciones de indignación en muchos internautas. La foto la colgó en Twitter la cuenta de Jucil Nacional, la Asociación Profesional Guardia Civil, con el sarcástico texto de «Mossos por la concordia».
Reacción inmediata contra los mossos
Las respuestas en Twitter no se hicieron esperar, la inmensa mayoría mostrando su enfado e indignación ante un acto tan alejado de la equidistancia que se le presupone a cualquier cuerpo de seguridad.
Una salida de los líderes jugosa
La verdad es que la salida de Lledoners de los líderes independentistas tuvo de todo, incluso dentro de las instalaciones carcelarias antes de abandonarlas. Se filtró una grabación donde se ve a los nueve líderes indultados charlar e incluso discutir sobre qué dirían al salir, las primeras declaraciones y los gestos a realizar. Mientras que Oriol Junqueras era partidario de un tono más calmado y serio, como así hizo luego, Jordi Sánchez y Jordi Cuixart abogaban por una salida alegre, más contundente y en la misma línea reivindicativa por las que fueron juzgados. Jordi Sánchez pregunta a sus compañeros «¿Expresión de alegría?«, a lo que Jordi Cuixart responde «Sí, es una victoria, es una victoria», a lo que Junqueras respondía al abrirse la puerta de salida: «No, entierro, si no parece que nos alegramos de que haya muchos represaliados».
No sabemos si el Gobierno esperaba o no estas declaraciones, pero todos y cada uno de ellos no mostraron arrepentimiento alguno y reforzaron sus convicciones y su lucha por lograr la independencia. Junqueras indicó que trabajarían para «cumplir el sueño de una república catalana».
Por su parte Raül Romeva recordaba que «hoy no se acaba nada, hay 3.000 personas que siguen procesadas y estaremos a su lado». «Es un camino irreversible para que todo el mundo esté contento de vivir en este país», aseguró. Y así todos los indultados, en la misma línea. Aunque no han pedido perdón y tampoco han pedido jamás el indulto, sino la amnistía, algunos como Carme Forcadell colgaban la foto del momento en que firmaban su salida de prisión:
Apoyo de mossos y de funcionarios
Los mossos de la fotografía colgada por Jucil no fueron los únicos que mostraron su apoyo incondicional a los liberados del procés. Un grupo de funcionarios de la cárcel de Lledoners rompió en aplausos momentos antes de que los líderes independentistas abandonaran las instalaciones penitenciarias.
Espontáneo o no en este caso, lo cierto es que los independentistas habían preparado al detalle todo el acto de salida y de posado a los medios nada más salir. El Govern de Aragonès estaba repartido entre los tres centros penitenciarios donde habría salidas, sin faltar la congregación de fieles en el exterior en apoyo a los ya libres líderes del procés. Tarimas y micrófonos completaban el atrezzo para que dijeran sus primeras palabras, dirigidas a Cataluña pero también al Gobierno.
El secesionismo no sólo aprovechó la salida de los presos para publicitar sus objetivos, sino para potenciarlos y exigir lo que serán sus próximas rutas hacia lo que consideran los pilares de sus exigencias: la amnistía, el referéndum pactado de autodeterminación y la vuelta sin exigencia alguna por parte de la justicia de Puigdemont y el resto de prófugos. Parecen imposibles de cumplir sin precisamente incumplir de manera flagrante el estado de derecho.