El Partido Popular tiene nuevo dueño. No en papeles ni de cara a la galería, pero sí de facto. Puede que el presidente del PP sea Pablo Casado, pero quien ahora marca el ritmo y decide quién vive y quién muere en Génova es la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y su jefe de gabinete, Miguel Ángel Rodríguez. Puede que el secretario general del PP sea en los papeles Teodoro García Egea, pero ahora mismo infunde más miedo en el partido el consejero de Presidencia, Justicia e Interior, Enrique López que el murciano. Todo esto tiene una sola lectura: la victoria de Ayuso que ha impulsado al PP a nivel nacional ha obligado a todos los populares a seguir el discurso de la presidenta autonómica les guste o no. Y esto implica que si Ayuso quiere promocionar a alguien, desde arriba tienen que tragar. Al igual que si Miguel Ángel enfila a algún dirigente del partido, acabará en la calle. De ahí el miedo que se respira en Génova.
Ahora mismo nadie se atreve a cuestionar a la presidenta de la Comunidad de Madrid. Un ejemplo claro de ello fue cuando Ayuso dijo en un mitin que los indultos iban a poner al Rey contra la espada y la pared y le iban a convertir en «cómplice», una opinión que no gustó nada ni a Casado ni a su delfín, pero que dejó claro que la cúpula en papeles de Génova tragará todo lo que diga Ayuso que tienen que tragar. La sensación es que pese a que el discurso de la presidenta autonómica parezca polémico o fuera de tono, gusta al electorado popular y aupa a la formación conservadora en las encuestas; por tanto, no hay mucho que discutir respecto a la línea política que debe seguir el PP.
De ser un eterno segundón a liderar las encuestas. Esto son motivos suficientes como para dejar que Ayuso y Miguel Ángel cojan las riendas del PP. Total, lo peor que puede pasar, a ojos de Casado, es que le invistan presidente del Gobierno. El problema es que esta realidad en Génova deja en relieve que el PP no es el partido jerarquizado que siempre ha sido. Por un lado, está la cúpula en papeles del partido (Casado, Teodoro y compañía), que se ha bunkerizado a la espera de ganar las elecciones por el tirón de Ayuso sin hacer demasiado a nivel electoral (al más puro estilo del expresidente del Gobierno Mariano Rajoy). Y por otro, está el PP de la Comunidad de Madrid que tiene el control total de la estrategia electoral, así como el poder decidir quién vive y quién muere. Y es en este punto donde se ha desatado el miedo en muchos rincones de la formación conservadora.
Teodoro está ahí, pero solo trabaja por la supervivencia de su presidente
La idea de que haya dos núcleos directivos (uno en la Comunidad de Madrid y otro en Génova) que se organizan con total independencia y opacidad frente al resto del partido ha desatado un caos interno que tiene forma de pavor. Casado existe, pero no lidera. Teodoro está ahí, pero solo trabaja por la supervivencia de su presidente. Y en este contexto, entra un experimentado Miguel Ángel Rodríguez que solo tiene como objetivo coronar a su presidenta autonómica con el mayor de los prestigios políticos llevándose por delante a todo aquel que puso (o creen que pondrá) piedras en el zapato de la trayectoria política de Ayuso. Y es aquí donde ese pavor se desata.
Este nuevo PP que marca las normas tiene también la misma ambición de control que Casado, solo que es mucho más eficiente que Teodoro. La labor de Miguel Ángel Rodríguez es similar a la del murciano, razón por la que hay más de uno que ya tiembla ante el avance implacable del jefe de gabinete de Ayuso y del núcleo duro de la presidenta autonómica. Pero en cualquier caso, de momento el objetivo principal del equipo de la presidenta autonómica pasa por el PP de Madrid, formación que Ayuso aún no preside pero que heredará más pronto que tarde.
EL PACTO NO ESCRITO
En política no todo está firmado. Hay veces que es más fácil hablar las cosas en un despacho a puerta cerrada que abrirse a los medios de comunicación. En cualquier caso, como en la guerra, las treguas son una de las herramientas más útiles en política. Si no, que se lo pregunten al presidente del Partido Popular, Pablo Casado, y a su secretario general, Teodoro García Egea. Ambos quieren solo una oportunidad: la de presentarse a los comicios generales de 2023 sin guerras internas. No es de extrañar que hayan llegado a un pacto no escrito con quien es ahora su principal amenaza. La presidenta de la Comunidad de Madrid y Teodoro García Egea han llegado a un acuerdo poco después de que Isabel Díaz Ayuso no solo haya arrasado en las elecciones autonómicas, sino de que haya impulsado a Casado en las encuestas. Para que Ayuso dejara a un lado (solo por estos dos años) los cantos de sirena que le susurran que debe ser la candidata del PP a nivel nacional, Teodoro le regalará el PP de Madrid.
En política no todo está firmado. Hay veces que es más fácil hablar las cosas en un despacho a puerta cerrada que abrirse a los medios de comunicación. En cualquier caso, como en la guerra, las treguas son una de las herramientas más útiles en política. Si no, que se lo pregunten al presidente del Partido Popular, Pablo Casado, y a su secretario general, Teodoro García Egea. Ambos quieren solo una oportunidad: la de presentarse a los comicios generales de 2023 sin guerras internas. No es de extrañar que hayan llegado a un pacto no escrito con quien es ahora su principal amenaza. La presidenta de la Comunidad de Madrid y Teodoro García Egea han llegado a un acuerdo poco después de que Isabel Díaz Ayuso no solo haya arrasado en las elecciones autonómicas, sino de que haya impulsado a Casado en las encuestas. Para que Ayuso dejara a un lado (solo por estos dos años) los cantos de sirena que le susurran que debe ser la candidata del PP a nivel nacional, Teodoro le regalará el PP de Madrid.