La crisis sanitaria del coronavirus deja cada día imágenes de agradecimiento a los diferentes sectores que continúan su labor para que la situación vuelva a la normalidad. Los sanitarios o los trabajadores de las tiendas de alimentación son lo que más halagos se llevan. Sin embargo, hay otro colectivo que trabaja prácticamente en la sombra y que sin él el abastecimiento en los supermercados sería imposible: los transportistas.
Estos profesionales llevan semanas reivindicando su papel fundamental en estos momentos cruciales y aún así se sienten olvidados por la sociedad. “La situación es muy complicada”, reconoce Julio Villaescusa, presidente de la Federación Nacional de Asociaciones de Transporte de España (FENADISMER). El colectivo denuncia que, a las complicaciones que se viven actualmente, por las restricciones de movilidad y el confinamiento, se suman los inconvenientes que se están encontrando a diario para llevar a cabo su actividad
«COMO APESTADOS»
El principal obstáculo que han encontrado desde la puesta en marcha del estado de alarma es la dificultad para acceder a servicios básicos como pueden ser el higiene o la alimentación en carretera. Las áreas de servicio, donde habitualmente descansan y se abastecen los transportistas, están cerradas y solo les quedan las gasolineras para comprar algo para comer o hacer sus necesidades. No obstante, en estos locales no están siendo bien acogidos.
“Nos tratan como si fuéramos apestados”, denuncia uno de ellos. “No nos dejan entrar en los servicios y tampoco podemos en muchas ocasiones comprar alimentos o bebidas, como puede ser el café, que nos ayuda para sobrellevar mejor nuestro trabajo”, insisten estas mismas fuentes. Este rechazo a ser atendidos ya ha sido puesto en conocimiento de las autoridades competentes, afirman desde FENADISMER, que en principio han adoptado medidas para remediarlo, aunque de momento sin mucho éxito.
Villaescusa explica que la semana pasada, la primera con el estado de alarma en marcha, se vivieron muchas situaciones desagradables, ya que “algunos establecimiento mostraron resistencia a darles servicios básicos a los transportistas”. Para evitar que esto vuelva a repetirse, el Gobierno ha adoptado una normativa que incita a estos locales a atender a estos profesionales sin reservas. Sin embargo, el presidente de FENADISMER reconoce que siguen produciéndose estos escenarios.
“Hay mucho malestar entre los trabajadores”, reconoce Villaescusa, que critica que en estos momentos se les “complique” acceder a servicios tan básicos como “comer, tomar un café, ir al baño o llevar a cabo las tareas de higiene diarias”. A pesar de que las autoridades ya se hayan puesto en marcha para frenar estas actitudes de rechazo y resistencia, desde la Federación echan en falta que se ponga una norma concreta para regular este colectivo tan necesario en estos momentos.
EL VALOR DE SU PROFESIÓN
El presidente de Fenadismer lamenta que “haya tenido que venir este virus para que la gente se dé cuenta de la importancia de su labor”. Según detalla, a diario hay más de 450.000 transportistas españoles que ya sea en suelo nacional o extranjero trabajan a diario “sin parar” para abastecer a todas las superficies. Y muchos de ellos, como relata, actualmente lo hacen sin la protección adecuada contra el COVID-19. Unos medios que reclaman a la par que piden que se les valore.
“No necesitamos aplausos”, insiste Villaescusa, aunque sí pide un poco más de conciencia con su labor. Según critican desde la Federación, la profesión del transporte es una de las más castigadas y que a muchos “molesta”, por ejemplo, cuando van por la carretera y se encuentran con camiones pesados y lentos a los que adelantar. Algo que espera que cambie después de esta situación que ha demostrado, a su juicio, lo que ya debería saberse, lo necesario que es su papel para que todo funcione correctamente.
LA VOZ DE LOS TRANSPORTISTAS
Juan es uno de los transportistas que continúa trabajando en estos momentos para surtir de alimentos las grandes superficies. Su recorrido habitual se lleva a cabo en el extranjero, sobre todo, en el norte de Europa, en países como Suecia o Dinamarca. Allí, según explica, la situación es todavía muy diferente a la que se vive en España. “En nuestro país ya están cerradas todas las áreas de servicio, por lo que se nos complica bastante poder comer cuando descansamos o ducharnos e ir al servicio”.
En cuanto a las gasolineras, lamenta que muchas de ellas tampoco dejan acceder a los servicios. El panorama, en cambio, es todavía muy diferente en otros países de Europa. “En Francia, al menos hasta hace unos días, las áreas de servicio seguían abiertas”. Y en Suecia, otro lugar que frecuenta, la población sigue actuando con total normalidad. Las tiendas están abiertas, los ciudadanos pasean libremente sin mascarillas, los colegios desarrollan sus actividades con normalidad y los restaurantes están a pleno rendimiento.
Sin embargo, sí hay una característica que les traslada por unos instantes a España: no hay gel hidroalcohólico. “Hemos ido a varios establecimientos, desde farmacias a supermercados, y este producto está agotado”. Un aspecto que les sorprende al ver que el resto de población no lleva otros equipamientos de protección contra el coronavirus. Actualmente en este país presenta cerca de 2.000 contagios y una veintena de muertes.