Los chistes del «bufón» Jordi Évole sobre el Coronavirus que le vuelven en forma de zascas

Los intelectuales «gafapásticos» del régimen están quedando retratados a pasos agigantados por sus comentarios en las redes sociales y en sus habituales tribunas mediáticas. El último bobo con ínfulas intelectuales que se ha quedado con las vergüenzas al aire es Jordi Évole, el otrora «Follonero» en la factoría de «graciosillos» al servicio de la izquierda y de los «indepes» de Andreu Buenafuente y el Terrat y ahora buque insignia de la inefable cadena de televisón «La Sexta».

El artículo publicado en La Vanguardía el último día de febrero se le esta volviendo en contra al «pijiprogre» Evolé en las redes como si de un boomerang se tratase. En el mismo relata su extrañeza, por entrar a un taxi y encontrarse un gel hidroalcoholico, «Como esta el servicio de loco por Dios», debió pensar alguien tan superior intelectualmente al resto de la humanidad. En su descubrimiento de como son las cosas en el mundo real de la gente que trabaja todos los días para sacarse un sueldo como los taxistas, Évole relata: «Entro en el taxi y la vista se me va a un bote con líquido azul que hay al lado de la palanca del cambio de marchas. Sé qué es». Como no lo va a saber él, el omnisciente Évole, que continua relatando: «Pero igualmente le pregunto al taxista. Perdone, ¿el bote ese de líquido azul?. Ah, sí, gel desinfectante de manos. Para fregármelas con él. Pasa tanta gente por el taxi, que es mejor ir protegido. ¿Pero lo lleva usted ahí desde hace tiempo?. No, qué va. Lo llevo desde que entró el miedo. “Querrá usted decir desde que entró el coronavirus”. “Nooooooo… primero entró el miedo».

El ávido analista sociológico Évole, continua diseccionando como intelectual que es ese extraño fenómeno de que la gente tenga miedo por una pandemia y entonces hace gala de sus extensos conocimientos de Estadística, que deben ser los mismos, más o menos, que los de cualquier tertuliano de Sálvame.

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Se ve que «el Follonero» en la Universidad de intelectuales televisivos se salto las clases de crecimiento exponencial y de ecuaciones diferenciales, por lo que no se corta a la hora de dar sus ideas revolucionarias en el mundo de la estadística matemática en este monumento a la sapiencia que es su escrito: » El coronavirus tiene los mismos efectos que la lotería de Navidad. Tú sabes que no te va a tocar, pero si un amigo tuyo compra un décimo en un bar de carretera de Zamora, tú compras con él, no vaya a ser que toque. Con las mascarillas debe pasar algo parecido. Podríamos denominarlo el síndrome noseaque : “No sea que toque…”, “no sea que me infecte…”. Es una compra entre preventiva y compulsiva».  Y de ahi Évole, que está a la altura de los Siete Sabios de Grecia, pasa, sin solución de continuidad a las clases de Teología e Historia de las Religiones: » No se basa en nada racional. Casi responde a una superstición. Como cuando se reza sin creer en Dios. Algo propio de sociedades que viven acobardadas, tras años y años de inoculación de miedos diversos». Olé.

LAS CLASES DE ECONOMÍA DE ÉVOLE

El Follonero remata la faena con un poco de teoría económica sobre la maldad de la gente que intenta ganar dinero en una economía de libre mercado y carga contra las malvadas televisiones. » Este es un país de extremos. Mientras hay televisiones que están haciendo el agosto a costa del alarmismo (el negocio del miedo), otros medios, diría que la mayoría, han optado por el sosiego recetando lo mejor que se puede recetar en estos casos: información. Y por ahí en medio, se ha colado algo de humor, otra gran vacuna ante el anuncio del apocalipsis». Como todo el mundo sabe, La Sexta, canal en el que trabaja Évole, no habla del coronavirus en su parrilla, solo planifica ciclos de cine de Trufaut, Buñuel y Bergman con sus correspondientes debates posteriores, porque no le interesa la audiencia ni la pandemia.

Los zascas no se han hecho esperar en twitter donde los usuarios ya no pasan ni una a estos «iluminatii».

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Pos si fuera poco, lo que tenemos los españoles tenemos que aguantar a toda esta caterva de graciosillos intelectuales que nos miran al resto de ciudadanos como si fueran seres superiores. La pandemia pasará, pero la plaga de bufones del régimen vemos que ha llegado para quedarse y por mucho tiempo.