China parece ser el único país que se está despidiendo del coronavirus. Esto ha sido gracias a las estrictas medidas de contención que ha adoptado estos últimos dos meses el país, entre las que se encuentra la restricción de movimientos en Wuhan, el epicentro donde nació este virus, el cierre de las fábricas, el uso de datos para encontrar los focos de contagios y la construcción de hospitales para atender la demanda. Pero el ingenio de los chinos fue más allá de lo esperado y para limitar los movimientos de su disciplinada población adoptaron medidas como poner en rojo todos y cada uno de los semáforos de los focos de contagio, como Wuhan.
En China se ha alcanzado la cifra de 80.945 casos de coronavirus (de los más de 140.000 que hay en el mundo). Ese patógeno que en un principio los científicos identificaron como una “neumonía atípica” se extendió a una velocidad tan elevada que los investigadores tuvieron que ponerse las pilas en cuestión de semanas para encontrar un tratamiento efectivo. Una vez localizado el problema y el epicentro de los contagios, los chinos comenzaron a tomar medidas radicales que, meses después, se han traducido en una reducción del número de contagios.
Las primeras medidas fueron suspender los trayectos en transporte público de la región, los vuelos y los viajes en tren al exterior. Todo con el único objetivo de concentrar y aislar los casos en Wuhan, eso sí, garantizando el abastecimientos de productos de primera necesidad para los habitantes de la zona. Esto ocurrió el 25 de enero de este año.
El Gobierno liderado por Xi Jinping llevó adelante encuestas epidémicas y otro tipo de análisis para detectar el virus de forma rápida e identificar el número de infectados para aislarlos y aplicarles el tratamiento adecuado. Se aplicaron controles y puestos de observación en aeropuertos y todo tipo de lugares públicos par evitar el contacto de los infectados con el resto de la población. El objetivo era poner en cuarentena a los sospechosos. Otro de los controles era tomar la temperatura a todo el que pasaba por ahí. Si tenías fiebre, debías recluirte y entrar en cuarentena.
El gobierno chino adoptó medidas ingeniosas que seducían aún más a la población a quedarse en sus casas
En las grandes ciudades chinas se empezó a concienciar a la gente con las medidas de prevención, es decir, la higiene, el lavado de manos y el evitar tocarse la cara, el punto de entrada del coronavirus. En este punto, el número de infectados en China era prácticamente el mismo que el que tenemos actualmente en España. Se procedió a la cancelación de los eventos públicos, de las grandes concentraciones de personas, de la prolongación de las vacaciones y, sobre todo, del uso obligatorio de mascarillas.
Para completar el proceso de identificación, las empresas tecnológicas se volcaron y entre el 12 y el 19 de febrero se comenzaron a utilizar códigos QR para facilitar el control del Covid-19. Cada ciudadano tenía un código para mostrarlo en los puntos de revisión. En este momento, el número de infectados en China superaba los 70.000.
WUHAN, EL EPICENTRO DE LA INFECCIÓN
Pero, ¿qué pasó con Wuhan, el punto clave donde nació la infección a finales de 2019? Esta región se convirtió en un pueblo fantasma. Nadie se atrevía a salir a la calle, no solo porque las autoridades lo impusieron, sino por el miedo a ser infectado. Aún así, el gobierno chino adoptó medidas ingeniosas que seducían aún más a la población a quedarse en sus casas. Una de las más señaladas, tal y como cuenta a MONCLOA.COM una ciudadana de la región, era la de poner todos los semáforos en rojo.
A día de hoy, el único lugar de China donde se siguen produciendo contagios locales es en Wuhan, pero la efectividad de Jinping para contener el patógeno pasa por la cuarentena y la contención, algo que han realizado con considerable éxito en Wuhan. Los colegios de la zona siguen cerrados, las restricciones de los desplazamientos impuestas y los ciudadanos siguen confinados en sus casas sin poder salir hasta nueva orden.
Esta ciudadana de Wuhan se siente sorprendida por cómo en España muchos de los ciudadanos se han tomado a la ligera las consecuencias de este virus. No comprende que los españoles se sientan con fuerzas para salir a la calle e incluso acudir a eventos multitudinarios o apelotonarse en el transporte público, tal y como ha ocurrido este lunes, primer día laboral tras decretarse la cuarentena en todo el país.
A pesar de todo, cada día que pasa, Italia y España, dos de los países más afectados por la crisis del coronavirus, se han concienciado para tomar las medidas que ha adoptado China y que se han demostrado efectivas. España e Italia parecen competir por convertirse en el epicentro de la pandemia. Solo la responsabilidad de la gente podrá frenar un virus que amenaza con quebrar también la economía mundial.