Activistas de AnimaNaturalis realizarán una performance este domingo a mediodía en la madrileña Cuesta de Moyano donde se expondrán desnudos en bandejas de carne ‘envasadas para consumo’ para visibilizar «un problema estructural de ética, salud y sostenibilidad del planeta por los dañinos efectos del consumo de carne».
Según explican, el principal impulsor de las enfermedades zoonóticas (como el virus Sars-Cov-2, que se transmite de los animales a los humanos) es la agricultura animal industrial. «Cuando la producción de alimentos invade los hábitats salvajes, crea oportunidades para que los patógenos salten hacia el ganado y los humanos», indican.
La agricultura industrial también genera sus propias enfermedades, como la gripe porcina y la gripe aviar, en granjas industriales infernales «y contribuye a la resistencia a los antibióticos y al cambio climático, los cuales exacerban el problema», añaden los animalistas.
España es el 2º país de Europa en consumo de carne. «Esto nos hace especialmente vulnerables para desarrollar enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, o ciertos tipos de cáncer. Animamos a la población a considerar una forma alternativa y mucho más ética de relacionarnos con los animales. Una alimentación basada en vegetales, es una apuesta de futuro por la salud del planeta, la nuestra y la de las generaciones venideras», comenta Cristina Ibanez, coordinadora de AnimaNaturalis.
Además, apuntan que el consumo de productos de origen animal contribuye a generar el doble de emisiones de CO2 de lo que genera una dieta vegana. Según sus datos, se requiere además 13 veces más cantidad de agua, 11 veces más de petróleo y 18 veces más en tierras de cultivo, según la prestigiosa Universidad de Cambridge.
«Los consumidores tenemos un inmenso poder para acabar con la situación actual que tienen los animales, y las enfermedades que se transmiten de animales a personas. Por lo general se piensa que el planeta está sufriendo las consecuencias de la contaminación causada por los procesos industriales o el transporte, pero pasamos por alto el grave impacto de la ganadería intensiva, sustentado por nuestros hábitos de consumo», concluye Ibáñez.