miércoles, 11 diciembre 2024

BBVA encargó espiar a una persona de la que temía que reventara una Junta de Accionistas

  • Villarejo espió y fotografió a una persona ante el temor de que diera un falso aviso de bomba.
  • El jefe de seguridad del banco facilitó la identidad, teléfono, domicilio y marca, modelo y matrícula de su vehículo.
  • Un dispositivo realizó la vigilancia entre Colindres (Cantabria) y Bilbao.
  • BBVA encargó al comisario José Manuel Villarejo que siguiera y fotografiara a una persona porque sospechaba que podría realizar alguna acción para reventar la Junta de Accionistas de la entidad. El encargo se produjo en plena operación contra el asalto a la cúpula del banco, que entonces presidía Francisco González, por parte de un grupo de inversores capitaneados por Sacyr.

    El jefe de seguridad del banco, Julio Corrochano, encargó este seguimiento a Villarejo, según consta en las conversaciones grabadas por el comisario y que han sido transcritas en la pieza sobre el BBVA del sumario del caso Tándem. MONCLOA.COM publicó hace meses las fotos y el informe del seguimiento encargado, aunque en él no aparecía la identidad de la víctima ni la causa que provocó el seguimiento.

    El trabajo que tenían que realizar Villarejo o las personas que contratara consistía en mantener en vigilancia al objetivo durante la mañana en la que se celebra la Junta de accionistas. El jefe de seguridad de BBVA temía que pudiera realizar incluso una falsa amenaza de bomba.

    Corrochano realizó una llamada a Villarejo, grabada por este último, en el que sale a la luz el encargo. En este diálogo, el jefe de Seguridad del BBVA le facilita nombre y apellidos del objetivo, la dirección exacta y hasta la descripción y matrícula del vehículo que conduce.

    En la conversación, Corrochano confirma con Villarejo que se va a realizar el trabajo: “¿Me hacéis el control ese de este pájaro o qué?”. Por si no fuera suficiente con el control personal, Corrochano también le facilita a Villarejo el número del móvil (el canuto, en la jerga utilizada) por si pueden vigilar sus llamadas. En la conversación hablan de “rastrear” las llamadas, lo que significa que podían conocer los números con los que se comunicaba, la hora y la duración.

    José Manuel Villarejo: ¿Qué canutos tiene?¿Qué canutos tiene el tío por si acaso interesa rastrear a ver qué hace?

    Julio Corrochano: Espera un segundo… (Julio se dirige a una persona que está cerca de él: ¡Manolo! ¿Tenéis el teléfono o móvil de éste?… ¡Dámelo! Móvil y los teléfonos que tengamos de él, de línea y de…) Bueno se llama, ahora te digo. Bueno, el tema es controlarle mañana a primerísima hora…”

    VIGILAR Y FOTOGRAFIAR LAS LLAMADAS

    Los dos interlocutores planearon qué hacer si la amenaza que temían se realizara desde una cabina telefónica. En ese caso, Corrochano pidió que recogieran el momento mediante una foto donde apareciera la hora.

    Villarejo: ¿Y si sale y se va a una cabina el cabrón, qué hacemos?

    Corrochano: Si hace una llamada…

    V: Lo ligamos o qué…

    C: No, inmediatamente me llamáis.

    V: Sí.

    C: En una cabina o en un bar o donde sea hacer una llamada telefónica…

    V:Sí, sí, para…

    C:En ese momento, para si me le hace a mí…

    V: Sí, si , si coincide eso ¡pom!…

    C: Claaro…

    V: Hay que agarrarlo.

    C: Eso es ¿okey?

    V: Vale, perfecto, entonces me…

    C: Y, y si además le podéis pegar cuando entre en una cabina un estampazo ¡de puta madre!

    V: (Se ríe).

    C: Te digo…

    V: Venga, vale…

    C: Eee foto tal… ¿sabes?

    V: Sí, sí, no te preocupes.

    C: bien, que se vea la hora, se vea… ¿me entiendes? Que se vea la hora y todo, eee esa es un poco la historia, eee…

    Entre la documentación a la que tuvo acceso este periódico se encuentra un Power Point con el informe sobre el resultado de este seguimiento. En él se observa, según las fotografías y la explicación que las acompaña, que los movimientos de esta persona efectivamente fueron espiados. Entre ellos se encontraba un desplazamiento entre Colindres (Cantabria) y Bilbao.

    El seguimiento se produjo desde la localización del coche señalado por el jefe de seguridad del BBVA la noche antes. El informe elaborado sobre esta vigilancia da cuenta de todos los detalles, desde el acompañamiento a su hijo a un polideportivo, hasta el encuentro con su mujer, pasando por detalles más prosaicos, que se anotan con detalle, como la compra de lotería o el paso por una charcutería.

    El informe, con gran número de fotografías, relata el viaje hasta Bilbao, cómo la pareja se separa y el marido mantiene un encuentro con un conocido. Los espías consideraban que la persona a la que vigilaban se encontraba alterada. Este estado de ánimo iría subiendo, según este relato, hasta el punto de que le habrían oído decir “lo mato, lo mato”, sin que acertaran a identificar a quién se refería.