España seguirá teniendo derecho a veto en lo que se refiere a Gibraltar en las negociaciones que la Unión Europea iniciará el próximo mes con Reino Unido para diseñar el marco de su relación futura, del mismo modo que lo tuvo durante las negociaciones del Brexit, según recoge la propuesta de mandato presentado este lunes por el negociador europeo, Michel Barnier.
«Ningún acuerdo entre la Unión y Reino Unido negociado en base a estas directivas de negociación incluirá Gibraltar», expone sobre el alcance de la negociación el borrador del texto legal presentado por Barnier en una rueda de prensa en Bruselas.
En su introducción, el mismo documento recuerda que los líderes de la Unión Europea ya acordaron en noviembre de 2018 que una vez que Reino Unido abandonara el bloque, Gibraltar «no se incluirá en el alcance territorial» de los acuerdos futuros entre las dos partes.
Ello, aclara la nota, no condiciona la posibilidad de que los Veintisiete y Londres lleguen a acuerdos «separados» con respecto al Peñón, pero ello tales convenios «requerirán el acuerdo previo del Reino de España». La Unión Europea tiene, por ejemplo, la competencia para negociar pactos comerciales con países terceros.
Barnier ha explicado sobre la cuestión de Gibraltar que estas disposiciones «no excluyen» que pueda haber discusiones entre la Unión Europea y Reino Unido porque toquen competencias comunitarias, pero en tal caso sería en acuerdos «paralelos» sobre los que España «tendría que dar su consentimiento cada vez».
«Si es así, habrá una mesa especial, paralela y España deberá estar asociada y dar su acuerdo a cada uno de los elementos de este acuerdo específico sobre Gibraltar», ha indicado el negociador europeo.
Barnier ha redactado su propuesta de negociación a partir de las ‘líneas rojas’ que le han trasladado las capitales en las últimas semanas y siguiendo también las directrices que los Veintisiete ya fijaron para la fase anterior durante la que se negoció el divorcio. El objetivo es que la futura asociación quede fijada en un acuerdo económico y comercial y otro que aclare la cooperación en materia de seguridad.
El negociador presentará el miércoles el documento en el Parlamento europeo y los Veintisiete dedicarán las próximas semanas a perfilar con Bruselas el texto, con el objetivo de que sea adoptado el próximo 25 de febrero en una reunión de ministros de Asuntos Generales de la UE.
Si se cumple este calendario, las negociaciones podrán comenzar la primera semana de marzo con la presión de cerrar el pacto en apenas once meses, ya que el periodo de transición expira en diciembre y Londres ha dicho ya que no quiere prorrogar esta fase. Las bases del pacto, de hecho, deberían estar listas en octubre para que sea posible concluir su tramitación y entre en vigor a tiempo para diciembre.
ACUERDO AMBICIOSO, PERO CON CONDICIONES
Conscientes de las dificultades para cumplir los plazos –Bruselas asume ya que no será posible concluir un acuerdo completo a tiempo– las negociaciones se articularán en torno a «una docena de mesas sectoriales» que se convocarán cada tres semanas aproximadamente.
El acuerdo que afectará al sector pesquero es una de las prioridades para las partes y también uno de los asuntos que se prevé más complejo, no solo porque el compromiso es alcanzar un acuerdo a más tardar el 1 de julio, sino por las diferencias que alejan a las partes.
Si para Londres el interés es contar con el mayor acceso posible a los mercados de la UE, a donde exporta la mayor parte de su producción pesquera, para Bruselas será garantizar el acceso de la flota comunitaria a las aguas británicas a pesar del recelo que ello despierta en Reino Unido.
«El acuerdo que deseamos va en interés de los pescadores británicos y europeos y es recíproco para las aguas territoriales y mercados. Este acuerdo sobre pesca es una parte indisociable del acuerdo comercial, como también lo será el respeto a la igualdad de condiciones (en cuestión de competencia)», ha dicho Barnier.
Así las cosas, cuando arranquen los contactos en marzo las mesas abordarán todas las áreas que prevé el mandato pero la estrategia europea prevé hacer balance a mitad de camino para evaluar el grado de progreso en cada sector.
En el momento de la evaluación decidirán si centrar los esfuerzos en aquellos capítulos en los que «la ruptura sería más grave y peligrosa», por ejemplo el acceso a las aguas británicas por parte de la flota europea o la cuestión de los servicios financieros. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ya avisó en diciembre pasado que existe el riesgo de que no lograr un acuerdo a tiempo y tener que aparcar algunas áreas para más adelante.
«También estaremos atentos al cumplimiento del acuerdo de salida» y «vigilantes», ha recalcado Barnier, quien ha confiado en la buena fe y transparencia de las partes: «No puedo ni imaginar que por parte de Reino Unido o por nuestra parte no se aplique lo que está escrito en ese acuerdo, es una cuestión de confianza mutua».
El excomisario francés, que contará con la española Clara Martínez Alberola como ‘número dos’ en su equipo negociador, ha insistido en que el plazo para sellar el acuerdo es «muy corto», más si Johnson mantiene su negativa a retrasar la salida definitiva del Mercado Único y de la Unión Aduanera con una prórroga de la transición. Por eso, ha pedido, para tener éxito en las negociaciones no se puede empezar con «un paso atrás» poniendo en duda partes del divorcio acordado.
«Estamos preparados para un acuerdo de libre comercio altamente ambicioso, con cero tarifas y cero cuotas», ha apuntado Barnier, para subrayar después que esta disposición estará condicionada a que haya garantías de «competencia justa» y de que se respetará el principio de igualdad de oportunidades.