Nada más empezar el debate ya quedó claro a dónde iba Rocío Monasterio, la candidata de Vox a la Comunidad de Madrid. Desde el partido ya deslizaron que la estrategia a seguir sería similar a otras emprendidas en diferentes comunidades autónomas como Cataluña. Sin embargo, en este caso, Vox tiene un enemigo mucho más atractivo que el independentismo catalán: Pablo Iglesias. Al arrancar, Monasterio ya ha dejado claro que su enemigo es el líder de Unidas Podemos y ha corroborado lo que ya deslizaron fuentes del partido. La estrategia de Vox será utilizar a Iglesias para provocar a su electorado y al del Partido Popular para polarizar el voto. Iglesias es una máquina de generar votantes de derechas, o al menos es lo que ellos creen.
Monasterio ha sido un ventilador, ha repartido a todos los candidatos excepto a su futura socia de Gobierno (la presidenta de la Comunidad de Madrid), pero Iglesias era su favorito. Vox juega a polarizar y en este caso Iglesias es perfecto porque juega a lo mismo. Monasterio le ha reprochado al exvicepresidente del Gobierno los muertos por la pandemia por ser el gestor de las residencias de ancianos, a las que, por cierto, no acudió ni una sola vez durante los meses más complicados. Mientras Edmundo Bal pelea por existir, Monasterio aprovechaba los segundos para zurrar hasta en el carnet a Iglesias. Sin embargo, el líder de Podemos prefería tirar hacia Isabel Díaz Ayuso.
«Son unos cínicos», le decía Monasterio a Iglesias en referencia a todos los dirigentes de Podemos. «Su partido votó en contra de reconocer el covid en una enfermedad profesional», le recordó a Iglesias. Aprovechaba incluso los rifirrafes entre otros candidatos para atacar a Iglesias. «Dejen de dar lecciones porque no sé de dónde van a sacar los recursos para sus profesionales sanitarios», le comentaba. Lo que fuera con tal de recordar a los potenciales votantes de Vox que Iglesias está ahí y que puede gobernar en la Comunidad de Madrid. Que viene el coco.
Pero Iglesias no desperdiciaba tampoco ninguna oportunidad para darle un hachazo a Iglesias en todo momento. «Para chiringuito el que la señora Esperanza Aguirre le puso a Santiago Abascal», le reprochaba Iglesias a Monasterio sin temblar. «Menos consejerías y menos chiringuitos», insistía Monasterio. En cualquier caso, no perdían una oportunidad para enzarzarse con el otro extremo ideológico. «Déjeme hablar, señora», le espetaba Iglesias ya visiblemente enfadado con la dirigente de Vox en la Comunidad de Madrid.
Iglesias también cayó en la provocación de Monasterio a la hora de enseñar el famoso cartel de los menas en el que dicen que mantener un menor no acompañado cuesta 4.700 euros al mes y que la pensión de los mayores es menor a los 500 euros. Okupas, violencia callejera, inseguridad… y todo servido para que Iglesias saltara. «De esta pensionista la izquierda no quiere hablar», ha comentado Monasterio. Y de repente y sin venir a cuento, Iglesias contestó lo con el chiringuito de Abascal a las provocaciones de la candidata de Vox entre interrupciones. «Sus brigadistas me interrumpieron a pedradas», le espetó Monasterio.
Y suma y sigue. También Iglesias señaló que los de Vox»comparten propaganda filonazi» y que «han aplaudido que un grupo de militares diga que hay que fusilar a millones de españoles».
Al margen de la estrategia de azuzar el fantasma de Iglesias, Vox, en boca de Monasterio, ha dejado claro que lo que hay que hacer es vacunar para reactivar el país. «Tenemos que conseguir reactivar la economía», ha comentado la candidata de Vox. Vamos, que hay que evitar las restricciones cuanto antes y de paso levantarlo todo con trabajo. Y si de paso se comentaba lo del cartel para volver a ser protagonistas del debate, mejor.
LOS MENAS
“Un MENA, 4.700 euros al mes“. Así la primera premisa del mensaje electoral de Vox en la madrileña Plaza del Sol. La cifra en sí es elevada, tanto que algunos de los verificadores habituales se han apresurado a desmentirla. Sin embargo, la formación liderada por Rocío Monasterio para las elecciones en Madrid el próximo 4 de mayo explica este cálculo.
El cartel electoral, instalado en la céntrica estación de Sol, muestra a un MENA encapuchado con un pañuelo tapando el rostro y dejando al descubierto únicamente la frente y los ojos. Junto a él y con una mejor iluminación se muestra a una anciana, pensionista, bien arreglada.
La parte fundamental del mensaje reside en el nexo entre la palabra Mena y la cantidad monetaria. Estos menores no acompañados no perciben ni se les ingresa en cuenta corriente el montante, sino que éste es la cantidad que cuesta a los madrileños por cada una de las plazas y al mes. “Un mena nos cuesta 4.700 euros al mes“, reitera en sus declaraciones Monasterio, quien ha instado a los Gobiernos a destinar las cuantías a los españoles antes que a “los inmigrantes ilegales”.