La Comunidad de Madrid va a tener que abrir una Consejería de Recursos Humanos para que la dirija María Eugenia Carballedo y José Luis Carreras. Desde que se convocaron elecciones autonómicas y desde que Ciudadanos ha asumido que no sacará representación suficiente como para tener presencia en la administración, son estos dos personajes, la consejera de de Presidencia y su jefe de prensa, los que han visto como su despacho echa humo ante la avalancha de peticiones de dirigentes de la formación naranja que ostentan un cargo intermedio público y que ven que en mayo tendrán que actualizar su cuenta de LinkedIn. ¿Qué piden? Quedarse en su puesto y asilo político en el PP. Eso de los colores ya es agua pasada.
Hay algunos que se han escondido debajo de la mesa, como el director de Márketing y Comunicación de Metro de Madrid, Miguel Oliver, y otros que directamente se han movido y han tirado de contactos para que el Partido Popular les acoja en su seno. Carballedo y Carreras son los que han reciclado su puesto y lo han cambiado momentáneamente por uno de Recursos Humanos. Nuria Santos, Nuria Platón, Cristina Sánchez Masa y otros tantos han movido todo lo que han podido para que su CV le caiga a Carreras y éste se lo facilite a Carballedo y así conseguir sobrevivir a toda costa en la administración pública.
Elena Álvarez Brasero se ha marcado un Pedro Sánchez en toda regla y ha dicho una cosa y la contraria con tal de sobrevivir en la política
El mejor resumen de todo esto lo hace Elena Álvarez Brasero, una diputada autonómica que ha pasado a la historia por sus declaraciones. Se ha marcado un Pedro Sánchez en toda regla y ha dicho una cosa y la contraria con tal de sobrevivir en la política. Del «por eso nunca podré sentirme identificada con el PP» al «es un orgullo para mí unirme al proyecto del PP». Pero el problema es que para que puedas abandonar el barco de Ciudadanos sin quedarte tirado en medio del mar necesitas que algún marinero del PP te lance un salvavidas. Y quien los tiene son Carballedo y Carreras. Ardua tarea.
Se trata de decenas asesores que ya nadie quiere. Son puestos de confianza a los que llegaron gracias a consejeros de Ciudadanos que les colocaron, pero ahora esos cargos corren peligro. Hay algunos que están en empresas públicas que esperan que su presencia pase inadvertida, como es el caso de Miguel Oliver, pero hay otros que sí se han movido para conseguir apuntalar su puesto ante las elecciones que se vienen encima. Los que más valen por su trabajo se han quedado en su puesto, pues hay dirigentes de Ciudadanos que aún mantienen el cargo a pesar de que hayan cambiado de consejero o consejera solo porque son eficientes y válidos.
Pero los que se huelen la tostada son otro cantar. Algunos han sido rápidos, como es el caso de la diputada autonómica Elena Álvarez, que no ha tardado en mover contactos para pasar de Ciudadanos al Partido Popular antes de que se celebraran las elecciones. Otros están siendo sensiblemente más lentos, como Miguel Oliver, y otros directamente han buscado trabajo en el sector privado, como es el caso de Javier García Vilumbrales. Aunque en el caso de Oliver hay quien dice dentro de la Comunidad de Madrid que ya está en conversaciones con Carreras para que le hagan un hueco en el próximo gobierno, siempre que sea popular. Tiene un paquete de dispensadores de gel hidroalcohólico para el Metro y una bandera de España en el rombo de la boca de metro de Plaza de España como avales.
Es curioso el trasvase que ha protagonizado Toni Cantó. El actor y excoordinador regional de Ciudadanos en la Comunidad Valenciana ya estaba empadronado en Madrid antes de que siquiera el PP hubiera anunciado que pasaría a formar parte de las listas del partido. Según Cantó, era porque estaba buscando trabajo. Y lo estaba haciendo, pero no precisamente de reponedor en un supermercado. El PP llevó el fichaje de Cantó con total opacidad y lo anunció cuando ya estbaa todo cerrado, pero fuentes de la formación aseguran que ya se habían empezado las negociaciones desde el mismo momento en el que Cantó se hartó de la formación narnaja.
Cantó es un golpe de efecto que al PP le venía bien. Pero el papelón de María Eugenia Carballedo y José Luis Carreras es curioso dado que si meten a alguien como asesor, deben justificarlo. Y estos dirigentes de Ciudadanos no son precisamente famosos como Toni Cantó, sino más bien brillan por su eficiencia o su falta de ella. Quienes lo han hecho bien, como es el caso del gabinete de Cultura, se han quedado todos y da igual el color político. Es una cuestión de eficiencia. Y quienes lo han hecho mal, corren el riesgo de perder a su enganche en el partido.