miércoles, 11 diciembre 2024

Cosas que haces inconscientemente y podrían romper tu relación

El mundo de la pareja puede convertirse en uno complicado si no sabemos llevarlo de la forma adecuada. En ocasiones, hacemos cosas que pensamos que no sentarán mal a la otra persona cuando no es así. Esos pequeños detalles, pueden ir minando la relación, sobre todo, cuando llevamos en ella mucho tiempo.

Cada persona es un mundo y las bromas y gestos que a algunos les pueden parecer bien pueden suponer justo lo contrario en otras ocasiones. Por eso, es importante saber llevar las cosas de forma adecuada y, por supuesto, mantener una comunicación fluida con el objetivo de mantener un trato saludable y no caer en comportamientos tóxicos.

Si necesitas ayuda, descubre algunas cosas que haces inconscientemente y podrían romper tu relación.

Entender al otro, clave en la relación

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La empatía debe ser una de las claves principales en cualquier relación. En ningún caso, debemos centrarnos solo en nosotros ya que entonces la pareja no tendrá sentido y la otra persona se puede sentir desplazada sin que nos demos cuenta. Cuando hablamos o discutimos, uno de los problemas es que tendemos a intentar que el otro nos entienda, sin abrir nuestra mente y pretender entender a la otra parte. La clave aquí no es convencer con nuestros argumentos, sino llegar a un acuerdo mutuo. La solución es ser sinceros y hablar para comprender, no para imponer.

Otro gran clásico es aquel en el que, cuando uno de los miembros se enfada, es porque la otra parte no ha sabido adivinar qué piensa. En muchos casos, debemos rebajar las expectativas que tenemos con respecto a la otra persona, y entender que ninguno de los dos es adivino. Cuando sacamos conclusiones de forma precipitada, los malos entendidos tienden a extenderse. Y todo es parte de un problema de comunicación.

Esto puede llegar a ser grave y convertirse en uno de los motivos principales de que la relación se acabe rompiendo. De nuevo, tenemos que hacer gala de la empatía e interesarnos en conocer el punto de vista del otro, aunque no coincida con el nuestro. En todo caso, debemos expresar lo que necesitamos y no dejar que nuestra pareja lo tenga que adivinar, pues cada persona piensa de forma diferente y no por ello están equivocados.

Debemos aclarar qué nos gusta en todo momento

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En la etapa del enamoramiento, hay aspectos de la otra parte que pasamos por alto. Desde el momento en el que hacemos esto, ya estamos condicionándonos a nosotros mismos delimitando aquello que vamos a permitir y aquello que no. Si no estuviéramos enamorados, puede que ciertas cosas no las permitiéramos. Sin embargo, es complicado saber separar la ceguera por amor de la realidad.

Conforme la relación va avanzando, es normal que, cuando se nos pase esa etapa, nos demos cuenta de que hay cosas que no nos gustan y que no estamos dispuestos a seguir ignorando. Es decir, podemos llegar a sentir que nos hemos equivocado o elegido mal. Con el amor ciego de lado, no nos gusta la personalidad de nuestra pareja. A partir de ese momento, todo se irá complicando, ya que solemos pensar que la otra parte cambiará. Esto no suele funcionar.

Si te sientes así, no debes ignorar tus pensamientos, sino todo lo contrario. Una de las cosas que podéis hacer es empezar a expresaros con palabras, en caso de que nunca lo hayáis hecho. Una buena idea es escribir todo aquello que penséis que debe tener una persona para que os guste, sin poner ningún límite. Puedes hacer una lista con las características que cumple tu pareja y valorar si has hecho una elección adecuada según tus pensamientos.

Dejadez y control, dos problemas graves en nuestra relación

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La confianza se puede convertir en rutina dentro de una relación. Conforme pasa el tiempo y la pareja se va afianzando, puede que vayan desapareciendo detalles y cosas que hacíamos al principio sin que apenas nos demos cuenta. Cuando no encontramos tiempo de calidad para invertir en la pareja, esta se puede ir marchitando. Es decir, la relación terminará por ser algo incómodo para los dos y demasiado rutinario.

Una buena solución para que esto no pase es, de nuevo, elaborar una lista completa con las cosas que hacíais al principio y que os gustaba a ambos. Detalles que valorabais, cuidados que echas de menos, tratos que ya no son como antes, etc. Una vez hecha, es el momento de volver a repetirlos. El respeto, cuidado y amor se debe mantener para que todo fluya como siempre y no caer en la dejadez.

Con las situaciones de control, sin embargo, debemos tener cuidado. No existe ninguna razón para tolerarlas ni para querer continuarlas en el tiempo. Desde el momento en el que nuestra pareja no respeta nuestra intimidad, estamos viviendo un problema. Si aparece esto en la relación, la solución con uno mismo es volver a recuperar la confianza y autoestima, tanto con nosotros como con el otro. En caso contrario, factores como los celos, la desconfianza o el control destruirán todo aquello que tengamos entre ambos.

Nunca olvides los límites y comunícate

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Igual que sucede con todo en la vida, los límites en una relación también son necesarios. Estas reglas nos ayudarán a construir situaciones sanas y con las que estemos satisfechos. Los límites los pondremos ante aquello que no vamos a cambiar o discutir. Cuando aparece una situación dañina, como el control, la clave principal está en cómo nos lo tomamos desde el primer momento. En ningún caso, debemos normalizar estos hechos, pues continuarán repitiéndose.

Si esto sucede, la relación se convertirá en una tóxica, donde la única y mejor opción es acabar con la misma. Cuando queremos que el otro cambie, tenemos que preguntarnos por qué estamos con esa persona y no con otro que sí cumpla con lo que buscamos. Además, debemos tener en cuenta que este tipo de hechos se dan cuando ya hay una falta de comunicación contra la que poco se puede hacer.

Las relaciones que funcionan de verdad son aquellas en las que sus miembros son capaces de enfrentarse a los problemas, conflictos y discusiones de forma adecuada. Es decir, comunicándose. Cuando nos intentamos entender, es mucho más sencillo llegar a acuerdos satisfactorios para ambos. Los problemas que no solucionamos, no lo van a hacer por sí mismos, sino todo lo contrario. Terminarán por enquistarse.