En plena vorágine por las consecuencias o no del uso de vacunas contra el Covid-19 como al de AstraZeneca, se ha colado en el debate público la utilización de las pseudoterapias para paliar los síntomas del virus y sus consecuencias sobre el organismo. Bulos sobre determinados tratamientos o métodos como el Reiki, han llevado a la comunidad científica a avisar del peligro de sobreponer estos tratamientos a los médicos. Y es que el aumento de adeptos a estas corrientes ha sido tan intenso en los últimos dos años, y especialmente en 2020, que incluso médicos de todo el mundo se han unido en un manifiesto internacional para pedir que los Gobiernos regulen las pseudoterapias.
En octubre de 2020 veía la luz el manifiesto organizado por 11 asociaciones en una colaboración internacional, firmado por más de 2500 facultativos. El mensaje es muy claro: las pseudociencias matan. O cuanto menos engañan. Lo más peligroso es la permisibilidad de publicidad y difusión, como explicó en el Congreso de los Diputados en 2017 Francisco Igea, entonces diputado de Ciudadanos y hoy vicepresidente de la Junta de Castilla y León. Cualquier puede publicar información en Internet (foros, páginas webs, redes sociales, mensajería) sobre los supuestos beneficios de las denominadas pseudociencias. Entre ellas, según el Ministerio de Sanidad y de Ciencia, el Reiki.
El teólogo y especialista en sectas, Luis Santamaría del Río, lleva años alertando de la presencia de estos anuncios encubiertos en medios de todo el mundo, incluida España.
REIKI, UNA PSEUDOTERAPIA PERMITIDA Y FOMENTADA EN EL ÁMBITO SANITARIO
Durante muchos años, los supuestos sanadores de Reiki, una técnica que asegura que canaliza la energía del universo para tratar dolencias y enfermedades a través de la relajación, han conseguido ser parte del ámbito sanitario, ya sea público o privado. Estas prácticas no demostradas científicamente como efectiva se han ofrecido y desarrollado en hospitales públicos durante la última década con la connivencia de los propios doctores.
Y no hablamos sólo de hospitales y clínicas privadas. En prestigiosos hospitales públicos de Madrid, como son La Paz, Doce de Octubre o Ramón y Cajal, durante muchos años se ha permitido que fundaciones privadas ofreciesen esta pseudoterapia a los pacientes con enfermedades en la médula o cáncer.
Su método para introducirse en el Sistema Nacional de Salud Pública ha sido sibilino: contactar con enfermeras en puestos de toma de decisión, mostrarles el discurso de mejora del paciente como parte de sus cuidados, y presencia en calidad de voluntariado para no despertar los recelos. En esta incursión, incluso los propios doctores que llevaban el historial del paciente, han dado su visto bueno para que el sanador actuara en el hospital. Como muestra, este reportaje emitido en Telemadrid en el año 2009 de cómo utilizaban el Reiki en el Hospital Ramón y Cajal.
Además de esta connivencia, durante todo este tiempo se ha permitido anunciar en los tablones de los hospitales publicidad de cursos de Reiki. Incluso en los tablones de anuncios de estos hospitales se permitía la publicidad sobre cursos de reiki. No sería hasta mediados de 2017 cuando la Comunidad de Madrid prohibió cualquier promoción o prácticas de medicina alternativa en los hospitales y centros públicos.
EL REIKI, EN LAS UNIVERSIDADES
Pero no sólo se han introducido en los hospitales. En Universidades de Medicina y Enfermería también han incluido en algunos casos (Sevilla o Salamanca, que ha sido la última en eliminarlo) asignaturas y cursos para su conocimiento como una medicina alternativa. Aquí se puede acceder a una memoria para optar al grado de Doctor de la UCM de Madrid en el que analizan cómo el Reiki puede ayudar a las personas con fibromialgia.
EFECTO PLACEBO
¿Qué hay detrás de los supuestos beneficios del Reiki? Si escuchamos con atención los testimonios del reportaje de Telemadrid, o de cualquier curso o maestría (que las hay), todos apuntan hacia el efecto placebo y la relajación. En sus promociones, rara vez los supuestos maestros sanadores ofrecen curación sino mejorar el bienestar mental y corporal. Precisamente ahí es donde radica parte de su éxito de captación. Apuntan a personas en situación de vulnerabilidad (enfermedades graves o crónicas) y gracias a que confían en el sanador, se sienten mejor.
De hecho, inicialmente toman estas actividades como tratamientos complementarios a los determinados por facultativos. Sin embargo, en los que creen con mayor profundidad en estas pseudoterapias, se llega a abandonar el tratamiento médico, en ocasiones con consecuencias trágicas para el paciente.
Muchos de estos enfermos sienten que la medicina tradicional no los escucha, o no les atiende como ellos esperan. A día de hoy, la saturación en Atención Primaria favorece esta situación. En cambio, estos sanadores se toman su tiempo con cada paciente y estos al final sienten que les atienden mejor y son más comprensivos hacia cómo se sienten. Especialmente en los casos de ansiedad o depresión. Este informe publicado en la revista The Cochrane Database of Systematic Reviews en 2015 resulta revelador: no existen evidencias científicas que demuestren que el reiki sirve para tratar estos trastornos.