Vox está cada vez más cerca de la ultraderecha que se está extendiendo a lo largo de Europa. El partido de Santiago Abascal siempre ha defendido que ellos no son extrema derecha, pero sus políticas y actuaciones muestran lo contrario. La formación comparte más de una característica con el resto de agrupaciones europeas que defienden esta ideología. Sin embargo, había un rasgo que los diferenciaba: el europeísmo. Vox no se había posicionado férreamente en contra de la Unión Europea, como sí hacen el resto. Hasta ahora.
La última sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) que establece que Oriol Junqueras, condenado a 13 años de prisión por sedición y malversación en el juicio del procès, debería haber asumido sus funciones como eurodiputado desde el momento de su nombramiento ha abierto la polémica. Este fallo ha propiciado que el expresident de la Generalitat Carles Puigdemont, huido en Bélgica, haya podido recoger su acta como diputado en la Cámara comunitaria.
Un hecho que ha levantado sentimientos antieuropeístas entre algunos ciudadanos y que han estado representados políticamente en España por Vox. El partido ha manifestado su rechazo a algunas actitudes de la Unión Europea y ha criticado abiertamente su supuesta intromisión en la soberanía nacional. Y este aspecto es uno de los que mejor representa a la extrema derecha europea y que hasta este momento diferenciaba a Vox de ellos.
EL ANTIEUROPEÍSMO DE LA EXTREMA DERECHA
En Europa ya hay varios países con representación parlamentaria que se encuadran dentro de ideologías de extrema derecha. Italia, Francia, Alemania, Finlandia y Hungría, entre otros, tienen partidos extremistas y las similitudes entre ellos son notables. La mayoría son euroescépticos y han mostrado en más de una ocasión sus desacuerdos con las decisiones del organismo comunitario.
En Hungría, el primer ministro, Viktor Orbán, ha arremetido, por ejemplo, contra las políticas de inmigración de la UE. Durante la campaña para las elecciones europeas llegó a afirmar que Bruselas tenía un plan “para convertir Europa en un continente de inmigración” y también ha insistido en que la gestión migratoria debe hacerse “lejos de los burócratas de Bruselas”. Aunque de momento no ha pedido que su país salga de la UE.
La líder ultraderechista francesa, Marine Le Pen, se ha declarado abiertamente euroescéptica. La dirigente se ha sentido atraída por el ejemplo británico del Brexit e incluso ha llegado a plantear la salida de Francia del euro. Le Pen, con representación en la Cámara comunitaria, se ha propuesto a reformarla desde dentro. Y para esta misión ha reclamado la ayuda de un político extremista, el italiano Matteo Salvini, quien también ha mostrado reticencias al trabajo de la UE.
El dirigente italiano, que llegó a ser ministro de Interior, comparte con el resto de representantes de ultraderecha un sentimiento antimigratorio y de rechazo a algunas medidas ejecutadas por la Unión Europea. Otros líderes de extrema derecha, como los alemanes Alice Weidel y Alexander Gauland, se han definido como euroescépticos también.
En el caso de Vox el antieuropeísmo no había sido muy marcado. Con los otros líderes de extrema derecha sí que tiene rasgos semejantes como las críticas a la política migratoria, la importancia de conservar la soberanía nacional o el continúo cuestionamiento a las publicaciones de la prensa . Sin embargo, los de Abascal habían mantenido un perfil bajo en los enfrentamientos con la UE. Hasta ahora.
VOX Y SU POSTURA ANTE LA UE
En Vox no ha gustado la última sentencia de la justicia europea que ha favorecido que Puigdemont recoja su acta como diputado. Las quejas de la formación, así como la de miles de personas que también estaban en contra, se han canalizado a través del hashtag #Spexit o #Spaxit. “El Tribunal de Justicia de la Unión Europea sigue apostando fuerte por la destrucción de las naciones. Nuestra soberanía no puede ser menoscabada sistemáticamente por la dictadura globalista”, afirmaban desde la cuenta oficial de Vox.
El presidente del partido, Santiago Abascal, también ha mostrado su rechazo a esta institución de justicia y ha asegurado que “por culpa de tribunales de la UE, se excarceló a terroristas y violadores (que han vuelto a violar mujeres). Ahora nos abofetean haciendo eurodiputado a Puigdemont.” Y ha concluido su crítica sosteniendo que “España (como hacen otros países) no debe acatar ninguna sentencia de quienes ataquen nuestra soberanía y seguridad.”
Los eurodiputados de Vox, Jorge Buxadé y Hermann Tertsch, han compartido la misma línea de pensamiento. Buxadé considera que la aceptación de Puigdemont es “el fracaso de la política débil, del pastiche y las risitas, de los #eurocomplacientes”. Mientras que Tertsch ha pedido un reconversión del organismo porque “es insostenible una UE convertida en un monstruo prepotente que nadie ha elegido con órganos descontrolados que agreden a las naciones miembro”.