El cannabidiol o CBD sigue ganando popularidad día tras día. Ya no es difícil ver en el supermercado alimentos y bebidas que aseguran contenerlo, pero ¿es seguro?
Antes de empezar a profundizar en este asunto, quizás convenga explicar rápidamente qué es el cannabidiol para quienes aún no saben mucho sobre este compuesto, a pesar de la creciente moda del CBD online.
El cáñamo industrial, que es el nombre común de la planta Cannabis Sativa L, es un vegetal que está compuesto por multitud de moléculas. Se calcula que son más de 400, de las cuales unas 100 pertenecen a los llamados cannabinoides. Los cannabinoides son compuestos químicos naturales con diferentes propiedades y efectos sobre el cuerpo humano.
El más conocido de ellos es el tetrahidrocannabinol o THC, agente de conocidos efectos psicoactivos, principal responsable de que el cannabis se considere una droga y esté prohibido por las autoridades sanitarias, puesto que puede causar dependencia y efectos nocivos sobre la salud.
Pero en los últimos años ha ganado en popularidad otro de estos cannabinoides. En este caso hablamos del cannabidiol o CBD, el cual, a diferencia del THC, no tiene ningún tipo de propiedades psicoactivas ni es adictivo. Pero, además, se han encontrado en dicho compuesto propiedades saludables como analgésico, antiinflamatorio o relajante. Actualmente se emplea en ensayos clínicos para, por ejemplo, prevenir la depresión o paliar efectos de la epilepsia.
¿Qué dice la ley alimentaria sobre el cannabidiol?
Actualmente, la Unión Europea permite en todo su territorio la venta y uso de productos fabricados a partir de cualquier parte de la planta del cáñamo industrial, siempre que sean usados de forma externa. Es decir, están permitidos los aceites de CBD, cremas, lociones, bálsamos o vapores producidos a partir de tallos, flores u hojas de dicha planta, pero siempre que se usen por vía tópica o se respiren de forma natural.
En cuanto a su consumo como alimento, la cosa cambia. La Comisión Europea da el beneplácito al uso en alimentación de los derivados del cáñamo que se extraen únicamente de las semillas y sus derivados (aceites o harinas, por ejemplo). Está comprobado que son 100 % seguros y llevan mucho tiempo utilizándose, por ejemplo, en piensos de animales, por lo que indirectamente es probable que todos hayamos recibido alguna vez, de forma inconsciente, dosis mínimas de CBD al consumir carne.
El consumo de alimentos elaborados a partir de otras partes de la planta, como los tallos, las hojas o las flores, actualmente está considerado como un “nuevo alimento” por parte de la UE y, por lo tanto, están bajo aplicación del Reglamento 2015/2283, lo que supone que antes de poder ser comercializados, estos productos deben contar con la autorización de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). Esto, de momento, no se ha producido, por lo que estos productos alimenticios no son de venta permitida en territorio europeo.
En el pasado mes de noviembre, en una sentencia pionera, el TJUE (Tribunal de Justicia de la Unión Europea) dictaminó que el CBD no puede calificarse como estupefaciente. Esto, junto con los informes favorables de la OMS (Organización Mundial de la Salud) que hablan sobre la baja toxicidad y los beneficios para la salud de este compuesto, han abierto un nuevo debate sobre la necesidad de regular estos nuevos alimentos y permitir su venta libre, tal y como sucede en otros países del entorno o en Estados Unidos.
Por lo tanto, puede que su aprobación definitivamente se realice a corto plazo según la demanda de un mercado que no para de crecer y que se prevé que multiplique por 5 sus ingresos para el año 2025. Mientras esto suceda, en España, el cannabidiol no está incluido en la lista de suplementos alimenticios autorizados de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), por lo que su uso únicamente se permite como producto cosmético y uso externo.