La ministra de Igualdad ha conseguido ponerse en contra incluso a quienes Unidas Podemos consideraba a su favor. El problema no son las cuestiones ideológicas de fondo, sino el equipo jurídico de la formación morada, que no hace más que elaborar proyectos de ley chapuceros que traerían más problemas que soluciones. El último periplo del Ministerio de Igualdad ha sido la Ley de Libertad Sexual (el famoso «solo sí es sí») con el que los propios vocales por unanimidad han elaborado un informe en el que critican abiertamente la definición de consentimiento o la absorción del delito de abusos sexuales por el de agresión sexual. La formación morada se ha quedado sin amigos en la Justicia, algo que desde el partido aseguran que no es nuevo.
Solo sí es sí.#SeráLey
— Irene Montero (@IreneMontero) February 25, 2021
La ley Montero o la ley trans, dos proyectos «estrella» del ministerio de Montero, han puesto en contra a todos los juristas. La primera directamente por chapucera y la segunda por polémica, pero ambas han puesto en contra a los expertos judiciales por la mala elaboración técnica que hay tras ellas. En el caso del «solo sí es sí» ya directamente el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) se ha puesto manos a la obra para firmar un informe en el que se destaca básicamente los problemas jurídicos que podría traer la norma.
Que el CGPJ se haya visto obligado a emitir un informe contra la ley Montero no es baladí, pues no se trata de un órgano público que se dedique a hacer oposición o a criticar los proyectos que lleguen desde el Congreso. La totalidad del Pleno, es decir, los 20 vocales presentes (incluidos los progresistas) más el presidente del Tribunal Supremo han votado a favor de emitir un informe en el que se detalla que la ley Montero es una chapuza jurídica digna de encomio.
Los vocales advierten que el Código Penal ya se fundamenta sobre la idea de consentimiento y considera digno de castigo cualquier acto sexual realizado sin el libre consentimiento del sujeto pasivo. El problema es que Irene Montero aplica una norma que se basa en considerar que «se entenderá que no existe consentimiento cuando la víctima no haya manifestado libremente por actos exteriores, concluyentes e inequívocos conforme a las circunstancias concurrentes su voluntad expresa de participar en el acto». Una vuelta de tuerca que consideran innecesaria porque ya está cubierta por el actual Código Penal.
El gran problema es que, además el delito de abusos sexuales se introduce dentro del de agresión sexual. Todo pasa a ser lo mismo, algo que el Consejo considera peligroso porque podría tener un efecto de desprotección de la propia víctima porque pasa a ser irrelevante el empleo de un medio comisivo de delito frente a otro menor. En resumen, que los vocales apuntan a que, con la redacción de Montero, el agresor no tendrá mayores consecuencias por emplear métodos más agresivos que otros. Vamos, que tener la idea de abuso o agresión hace que quien cometa el delito pueda tener mayor pena en función de los métodos que use. Con el plan de Montero, dará igual cómo lo haga, pues la pena será igual, por lo que los agresores sexuales incluso podrán ser condenados a penas menores que a las actuales.
A todo esto hay que añadir la ley trans, otro proyecto de Montero que brilla por sus chapuzas técnicas a nivel jurídico. Mientras que este proyecto de ley contempla cosas tan polémicas como permitir a un menor de 16 años hormonarse o someterse a una operación de cambio de sexo sin el consentimiento de los padres, también juega con algunos riesgos, como el que los transexuales pierdan algunas rentas de inserción o ayudas de las que ahora disfrutan.
La ley trans de Montero engloba bajo el concepto de «transexual» cualquier tipo de identidad sexual, desde el género no binario al queer. Esto hará que las ayudas a las que actualmente acceden los transexuales estén sobredimensionadas con nuevos géneros que harán que haya más candidatos para las mismas ayudas. Otra chapuza similar a la anterior que se imbuye de una buena dosis de ideología y de pocos técnicos jurídicos que le den un marco sensato a la norma.
Al mismo tiempo, hay que enmarcar en esta situación que el CGPJ ha mandado hasta dos comunicados contra el vicepresidente del Gobierno y líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, por sus salidas de tono en algunos asuntos relacionados con la Justicia (especialmente aquellos que tienen que ver con las imputaciones que pesan sobre el secretario general de la formación morada).
LA LEY TRANS
La ley trans de la ministra de Igualdad, Irene Montero, se abre a asuntos muy polémicos que traerán cola y quejas. Una de las cuestiones clave es que si un menor de edad siente que sus padres no respetan su identidad sexual (no especifican la edad, por lo que se entiende que con el mero hecho de tener menos de 18 años es suficiente) puede recurrir al Estado para que intermedie en la situación. El problema es que si la administración entiende que los padres no respetan la identidad sexual de su hijo, directamente le pueden quitar la custodia. Algo que no todos entienden en el Congreso y que abre una puerta peligrosa.
El artículo 6 de la ley de Montero es contundente. En su apartado segundo, se especifica que “las personas menores de dieciocho años incluidas en el ámbito de aplicación de la presente Ley tienen derecho a recibir de los poderes públicos del Estado y las Comunidades Autónomas, en el marco de sus respectivas competencias, la protección y atención necesarias para promover su desarrollo integral, así como el ejercicio pleno del derecho a la libre autodeterminación de la identidad sexual y expresión de género. La negativa a respetar la identidad sexual o de género de una persona menor de dieciocho años por parte de las personas que ostenten la patria potestad o la tutela legal, será considerada situación de riesgo”.
Juristas consultados por MONCLOA.com son claros y contundentes en la interpretación de este artículo. A la pregunta de si esa “situación de riesgo” supone que se puede arrebatar la custodia a los padres que no “respeten” la identidad sexual de sus hijos, lo tienen meridiano: “Sí”.