El presidente de la Junta de Andalucía, el popular Juanma Moreno Bonilla, ha sido recibido en la mañana de este jueves con abucheos y cacerolas en Linares, la ciudad con más paro de España. Con hasta un 30,9% de paro en esta ciudad andaluza según datos de 2020, sus vecinos experimentan un hastío exponencial hacia la clase política. Pero es que, para más inri, el líder del PP-A ha salido del coche oficial sin mascarilla, ofreciendo un nulo ejemplo de comportamiento en un día en el que se han registrado cifras récord de la tercera ola.
Hasta 1.000 personas se han reunido en las inmediaciones del ayuntamiento para recibir de esa forma al presidente de la Junta, y reclamarle con gritos de ‘Linares no se rinde’ y ‘Linares no se cierra’ que el Gobierno autonómico ponga de una vez en marcha los planes de reactivación económica que la ciudad lleva necesitando de manera urgente desde hace tiempo.
Sin embargo, un clip de la llegada del presidente a Linares ha empezado a viralizarse por redes no por el descontento y los abucheos de los vecinos, sino por lo que se ha visto cuando el del PP ha bajado del coche oficial. Juanma Moreno ha salido del vehículo y entrado en el edificio sin mascarilla, sorprendiendo a todos los presentes.
Todo esto ocurre, además, mientras Andalucía y toda España se preocupa por los casos de políticos y consejeros vacunados del coronavirus, sin que les haya llegado su turno en el plan. Es el caso del presidente de Murcia, Fernando López Miras, del PP, o Javier Guerrero, el consejero de Ceuta también del PP.
GRITOS A JUANMA MORENO POR EL ALTÍSIMO DESEMPLEO
Linares, que es la segunda ciudad más grande de Jaén, solo superado por la capital, se revuelve después de que los cierres de más empresas sigan continuándose. «Linares está harta de todos los políticos y sus falsas promesas, ya sean azules, rojos, naranjas, verdes o morados… Aquí no se libra ni el tato. O cumplen promesas, o se recibirán a todos igual», tuitea el vecino @CristianAdan86.
El reciente anuncio del cierre temporal de El Corte Inglés de la ciudad ha sido la gota que ha colmado el vaso para muchos linarenses, que contemplan un panorama de exilio juvenil, paro y estancamiento.