Investigadores de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) han desarrollado una prueba de ADN para identificar rápidamente las infecciones secundarias en los pacientes con COVID-19, que tienen el doble de riesgo de desarrollar neumonía mientras están en ventilación que los pacientes sin COVID-19.
Para los pacientes con las formas más severas de COVID-19, la ventilación mecánica es a menudo la única manera de mantenerlos con vida, ya que los médicos utilizan terapias antiinflamatorias para tratar sus pulmones inflamados. Sin embargo, estos pacientes son susceptibles a otras infecciones por bacterias y hongos que pueden adquirir mientras están en el hospital, la llamada «neumonía asociada a la ventilación».
La prueba proporciona a los médicos la información que necesitan para iniciar el tratamiento en cuestión de horas en lugar de días, afinando el tratamiento según sea necesario y reduciendo el uso inapropiado de antibióticos. Este enfoque, basado en pruebas de ADN de mayor rendimiento, se está aplicando en los Hospitales Universitarios de Cambridge y ofrece un camino hacia mejores tratamientos para la infección en general.
Los pacientes que necesitan ventilación mecánica corren un riesgo significativo de desarrollar neumonía secundaria mientras están en cuidados intensivos. Estas infecciones suelen ser causadas por bacterias resistentes a los antibióticos, son difíciles de diagnosticar y necesitan un tratamiento específico.
«Al principio de la pandemia nos dimos cuenta de que los pacientes con COVID-19 parecían estar particularmente en riesgo de desarrollar neumonía secundaria, y empezamos a usar una prueba de diagnóstico rápido que habíamos desarrollado para una situación como ésta. Usando esta prueba, encontramos que los pacientes con COVID-19 tenían el doble de probabilidades de desarrollar neumonía secundaria que otros pacientes en la misma unidad de cuidados intensivos», explica Andrew Conway Morris, uno de los autores del trabajo, que se ha publicado en la revista ‘Critical Care’.
Se cree que los pacientes con COVID-19 tienen un mayor riesgo de infección por varias razones. Debido a la cantidad de daño pulmonar, estos casos graves de COVID-19 tienden a pasar más tiempo en un ventilador que los pacientes sin COVID-19. Además, muchos de estos pacientes también tienen un sistema inmunológico mal regulado, en el que las células inmunológicas dañan los órganos, pero también tienen deterioradas las funciones antimicrobianas, lo que aumenta el riesgo de infección.
Normalmente, confirmar un diagnóstico de neumonía es un desafío, ya que las muestras bacterianas de los pacientes deben ser cultivadas y cultivadas en un laboratorio, lo que lleva mucho tiempo. La prueba de Cambridge adopta un enfoque alternativo al detectar el ADN de diferentes patógenos, lo que permite realizar pruebas más rápidas y precisas.
La prueba utiliza la reacción en cadena de la polimerasa múltiple (PCR), que detecta el ADN de la bacteria y puede realizarse en unas cuatro horas, lo que significa que no hay necesidad de esperar a que la bacteria crezca. «A menudo, los pacientes ya han empezado a recibir antobióticos antes de que la bacteria haya tenido tiempo de crecer en el laboratorio. Esto significa que los resultados de los cultivos suelen ser negativos, mientras que la PCR no necesita bacterias viables para detectar, lo que hace que esta prueba sea más precisa», señala Morris.
La prueba ejecuta múltiples reacciones de PCR en paralelo, y puede recoger simultáneamente 52 patógenos diferentes, que a menudo infectan los pulmones de los pacientes en cuidados intensivos. Al mismo tiempo, también puede hacer pruebas de resistencia a los antibióticos.
«Encontramos que aunque los pacientes con COVID-19 eran más propensos a desarrollar neumonía secundaria, las bacterias que causaban estas infecciones eran similares a las de los pacientes de la UCI sin COVID-19. Esto significa que los protocolos estándar de antibióticos pueden ser aplicados a los pacientes con COVID-19″, resalta el autor principal, Mailis Maes.