La empresa Iberdrola podría haber pasado por alto su Código Ético interno con los encargos a Villarejo. Los trabajos de espionaje que Antonio Asenjo, relegado de su puesto este viernes, mandó al excomisario José Manuel Villarejo, entra en conflicto con varias de las premisas que defiende la ética empresarial del grupo. Sobre todo, aquellas relacionadas con el tratamiento a la competencia.
Tras las revelaciones de MONCLOA.COM, en una investigación con El Confidencial.com, sobre los informes que realizó el equipo de Villarejo, la eléctrica ha anunciado que abrirá “una nueva y exhaustiva investigación interna”. El grupo estudiará estos datos, que insisten desconocen, con el fin de “esclarecer la veracidad de las informaciones” y, sobre todo, constatar “si ha habido cualquier tipo de incumplimiento del Código Ético de la compañía.”
Según se puede extraer de dicho documento, la empresa habría pasado por alto algunos de sus puntos más destacados, como son el desarrollo sostenible y la ética empresarial o la relación con los competidores. El Código, que se actualiza periódicamente, tiene que estar firmado y debe cumplirse por todos los empleados de la compañía. Sin excepción.
DESARROLLO SOSTENIBLE Y ÉTICA EMPRESARIAL
En este apartado del documento, Iberdrola remarca “su firme compromiso con los principios de la Política contra la corrupción y el fraude y de la Política para la prevención de delitos y, en particular, con la no realización de prácticas que puedan considerarse irregulares en sus relaciones con terceros (clientes, proveedores, competidores o autoridades, entre otros)”.
La empresa defiende la no realización de actividades que puedan considerarse “irregulares” en su trato con terceros. Un aspecto que choca de frente con los trabajos encargados a Villarejo. El excomisario tenía como misión, entre otras actividades, espiar, recopilar y conseguir material sensible de diferentes personas: un juez y varias dirigentes políticas en el caso del la oposición a su central eléctrica en Arcos (Cádiz) o datos para “desprestigiar” al presidente de Endesa, Manuel Pizarro, quien era la competencia directa, entre otros encargos.
En el caso del informe Arrow, relacionado con la central térmica de Arcos de la Frontera (Cádiz), el objetivo final era acabar con las voces contrarias a la apertura de dicha planta energética. Mientras que en la investigación a Pizarro, la meta era dañar su imagen en los medios y, en última instancia, provocar su dimisión. Ambas actividades, presuntamente irregulares, podrían afectar directamente al cumplimiento del Código Ético.
TRATO CON LOS COMPETIDORES
Otro de los aspectos que se tratan en dicho documento interno versa sobre la relación con los competidores, entre los que se encontraría la eléctrica Endesa. Según sostiene el grupo, “se compromete a competir en los mercados de forma leal y a no realizar publicidad engañosa o denigratoria de su competencia o de terceros”. Sin embargo, al presuntamente querer información comprometida para atentar contra la imagen de Pizarro en los medios y provocar su salida del grupo, podría chocar con estos principios. Además, todo ello, al hacerlo de forma oculta y secreta, podría tratarse de una actividad desleal.
Iberdrola también recoge en su Código Ético que “la obtención de información de terceros, incluyendo la competencia, se realizará en el marco de la legalidad”. Un patrón que quizá no siguieron al utilizar a Villarejo y sus métodos para acceder a ese material. Asimismo, el grupo sostiene que “impulsar la libre competencia en beneficio de los consumidores y usuarios y a cumplir con la normativa de defensa de la competencia, evitando cualquier conducta que constituya o pueda constituir una colusión, abuso o restricción de la competencia”.
PRINCIPIOS ÉTICOS DE LOS ADMINISTRADORES
Según se extrae de las grabaciones e informes realizados por Villarejo, fue Antonio Asenjo el que ordenó que se llevara a cabo esta investigación. Un movimiento que le ha costado el puesto al responsable de seguridad de Iberdrola, despedido este viernes tras las informaciones publicadas por MONCLOA.COM y El Confidencial. Por otra parte, el actual presidente del grupo, Ignacio Galán Sánchez, ya formaba parte del núcleo duro de la compañía en el momento de los trabajos, en el año 2004. En esa fecha, Galán era vicepresidente, ascendiendo a la primera línea en 2006.
En relación a este punto, y como recoge el citado código, “los administradores de las sociedades del Grupo deben ser, además, profesionales e íntegros, lo que debe traducirse en una conducta transparente, diligente, responsable, eficiente, profesional, leal, honrada, de buena fe, objetiva y alineada con los valores de excelencia, calidad e innovación al servicio del interés social.”
CONSECUENCIAS DE SALTARSE EL CÓDIGO
Más allá del despido de Asenjo, la empresa no especifica cuáles serán otras de las posibles consecuencias por saltarse dichos parámetros. El grupo se ha limitado a adelantar que lo estudiarán, como ya hicieron en el año 2018, cuando salieron las primeras informaciones que vinculaban a Villarejo con Iberdrola. De momento no hay hasta la fecha una causa judicial que investigue los hechos.