Las intensas protestas de los llamados chalecos amarillos en Francia, que dicen representar a las clases medias empobrecidas, han puesto contra las cuerdas a Emmanuel Macron y le han forzado a anunciar una serie de medidas para tratar de mitigar el malestar social y los desórdenes públicos en París y otras ciudades.
Un año y medio después de llegar al Palacio del Elíseo, el nivel de apoyo de Macron entre los franceses estaba en mínimos tras varias semanas de protestas: solo el 20% le daban su aprobación, según una encuesta de Ipsos. En cambio, Albert Rivera mantiene intactos su admiración y respeto por él.
El presidente de Francia sigue siendo su principal referente como gobernante liberal y reformista a pesar de las críticas internas a las que se enfrenta, y así lo ha puesto de manifiesto el líder de Ciudadanos cuando le han preguntado por la situación política en el país vecino.
Rivera ha vuelto ha mencionar a Macron como un ejemplo a seguir, ha defendido su gestión de la crisis de los chalecos amarillos e incluso ha justificado las medidas que ha anunciado para responder al clamor de la calle, cuyo coste hará que el déficit público de Francia se dispare.
Según ha dicho el propio Gobierno francés, las propuestas del presidente le costarán a las arcas públicas entre 8.000 y 10.000 millones de euros y provocarán un incremento del déficit, que podría llegar al 3,4% en 2019.
Esto supondría un incumplimiento por parte de Francia, ya que los Estados miembros de la Unión Europea no pueden registrar un déficit público de más del 3% del producto interior bruto, aunque desde Bruselas han indicado que las reglas del Pacto de Estabilidad permiten superar esa barrera “de manera limitada, temporal, excepcional”.
Pero no parece que esto preocupe a Albert Rivera, que esta semana, en una entrevista en Antena 3, respaldó la posición de Macron y negó que corregir el rumbo de sus políticas equivaliera a claudicar ante los alborotadores.
RIVERA JUSTIFICA LA POLÍTICA DE MACRON
Es que “tiene patas arriba un país”, dijo el presidente de Ciudadanos para justificar ese giro. “Si no lo hace, le critican; si lo hace, le critican. Esto de dar consejos cuando no eres presidente es más complicado”, declaró.
Esta postura contrasta con las advertencias de Cs por la posibilidad de que España incumpla los objetivos de déficit público acordados con la Comisión Europea. “¿Qué necesidad tenemos de hacer el ridículo en Bruselas y volver a la falta de credibilidad?”, planteó Rivera a finales de noviembre.
El líder de la formación naranja sostiene que el Gobierno debe presentar unos Presupuestos para 2019 que cumplan con la senda de déficit en vigor, el 1,3%, y no el 1,8%, que es el objetivo que querían el Ejecutivo y Podemos pero que recibió el rechazo del Congreso, incluido Ciudadanos. “¿De dónde va a sacar 5.000 millones más del bolsillo de los españoles?”, preguntó a Pedro Sánchez en la última sesión de control en la Cámara Baja.
La situación en Francia fue uno de los temas que surgieron en el Pleno celebrado esta semana, donde se dio el hecho insólito de que Podemos e Izquierda Unida elogiaron a Macron. Lo pusieron como ejemplo para pedir a Sánchez que defienda ante la Comisión Europea el acuerdo presupuestario que pactaron aunque suponga un incremento del déficit.
“Me gustaría que mi Gobierno pudiera hacer lo mismo que va a hacer el señor Macron. Asumir que cuando la gente señala el camino, un presidente tiene que seguir el camino que está señalando la gente”, apuntó Pablo Iglesias.
En defensa de Macron, Rivera ha quitado hierro a las movilizaciones de los chalecos amarillos –“le ha pasado a casi todos los presidentes” franceses– y ha dicho que es normal que el impulso de ciertas reformas pueda tener “un coste interno”.
“Pero benditos líderes que son capaces de reformar su país y de liderar Europa”, “ojalá hubiera más líderes políticos con la valentía de plantear una Europa unida frente a los populismos y los nacionalismos”, defendió.
Las medidas anunciadas por el Ejecutivo francés, que tienen como objetivo mejorar el poder adquisitivo de las personas con ingresos más bajos, son variadas y numerosas. Se aplicará un aumento de cien euros a quienes cobran el salario mínimo, las horas extraordinarias estarán exentas de impuestos, se congela la subida de las cotizaciones para los pensionistas que cobren menos de 2.000 euros al mes y se pedirá que las empresas paguen a sus empleados una prima especial de fin de año, por la que no se tributará.
“Queremos una Francia donde una persona pueda vivir dignamente de su trabajo”, afirmó el lunes pasado Macron, que, sin embargo, no ha accedido a restablecer el impuesto sobre la fortuna, sustituido a principios de año por un impuesto sobre el patrimonio inmobiliario que los chalecos amarillos ven insuficiente.
Previamente, el Gobierno francés había satisfecho una de las principales reivindicaciones de los manifestantes al renunciar a un nuevo aumento de los impuestos sobre los carburantes. Esto hará que el Estado cuente con 4.000 millones de euros menos en sus ingresos.