jueves, 12 diciembre 2024

Doce de los mejores médicos de España analizan las diferencias entre la primera y la segunda ola

Doce de los mejores médicos de España, según la lista que Forbes incluye en el libro ‘Best Doctors Spain’, explican las diferencias entre la primera y la segunda ola de la pandemia por Covid-19 y cómo el mejor conocimiento del coronavirus, la experiencia adquirida, una mayor dotación de recursos asistenciales y el refuerzo de las plantillas de sanitarios están resultando ahora fundamentales para hacer frente con mejores resultados y más garantías a la nueva enfermedad.

Si en la primera ola del Sars-CoV-2 fueron los virólogos los que tomaron las riendas para conocer lo máximo posible sobre el nuevo coronavirus, su evolución, origen, etc., en esta segunda ola ya se tiene un mayor conocimiento de este y de posibles tratamientos, siendo los neumólogos los que están más a pie de cañón. Y es en esta especialidad en la que uno de los mejores expertos, según Forbes, el doctor José María Echave-Sustaeta, jefe del Servicio de Neumología del Hospital La Luz, indica que la primera ola «en España, y especialmente en Madrid, fue tan devastadora, nos pilló a todos sin la preparación adecuada.

Incluso en aquellos casos en los que se planificó una respuesta y una organización, el volumen de pacientes graves hospitalizados fue tan brutal que sobrepasó todas las expectativas posibles». Sin embargo, asegura que, en la segunda, el conocimiento adquirido y la organización han permitido hacer frente a las demandas de atención a pacientes con insuficiencia respiratoria aguda grave de una forma mucho más adecuada.

Uno de los órganos vitales que se ha visto afectado por el Covid-19 y en el que deja secuelas en un número relevante de pacientes es el corazón. El cardiólogo José Ángel Cabrera, del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, subraya que la presión asistencial en urgencias, hospitalización y unidades de cuidados intensivos cardiovasculares ha sido, en general, menor en la segunda oleada de la pandemia. «Esto», relata, «ha permitido una mejor gestión de los tiempos y espacios para atender a nuestros pacientes y especialmente a aquellos que presentan una urgencia cardiovascular. Nuestros enfermos han vuelto a demandar consultas presenciales al sentirse más seguros en los hospitales y, en consecuencia, el flujo de consultas e intervenciones ha sido similar a fechas prepandemia. Los pacientes, gestores y sanitarios hemos aprendido de nuestra experiencia en la primera oleada y, sin duda, la segunda y lo que quede por venir será gestionada por todos de mejor manera».

También el doctor José Luis de la Calle Reviriego, jefe de la Unidad para el Estudio y Tratamiento del Dolor Hospital Universitario Ramón y Cajal, detalla que las diferencias son muy notables. «En la primera oleada los recursos se centraron en atender a los pacientes críticos que, por su gran número, cubrieron los diferentes escenarios planificados con una gran celeridad. Esta circunstancia obligó a limitar la actividad quirúrgica a los procesos emergentes y urgentes». Respecto a la siguiente, señala que la situación ha sido significativamente diferente, «se han atendido a los pacientes críticos, manteniendo gran parte de la actividad quirúrgica». Y es que las unidades del dolor de los centros hospitalarios ejercen un papel esencial y, aunque parezcan mantenerse en un segundo plano, tienen un impacto directo en un elevado número de especialidades y manejo de enfermedades, y el Covid-19 no está siendo una excepción.

MÁS EQUIPACIÓN Y CONOCIMIENTO

Desde Medicina Interna y Urgencias del Hospital Universitari Dexeus, el doctor Ángel Charte sostiene que la mayor diferencia ha estado en la equipación y dotación hospitalaria y del personal asistencial, así como el conocimiento de la infección. El conocimiento del Covid-19 y la disponibilidad de PCR, dice, «ha permitido una anticipación en la detección, identificación y tratamiento de los pacientes. Existe también, por la experiencia previa, una mejor preparación y capacitación para su manejo. Eso explica probablemente un mejor control del brote: menor número de ingresados, estancia media más baja, mayor previsión de complicaciones y situaciones que requieren ingreso en UCI, más optimización de los recursos». También destaca que la “universalización informativa” ha generado que las consultas «sean más precoces a los servicios médicos y con un conocimiento poblacional de los síntomas casi excelente. Otro aspecto importante para nosotros, tanto médico como moral, ha sido la posibilidad en este segundo brote de acceso a los familiares, restringido eso sí, y también el acompañamiento y despedida en casos con mala evolución».

Otra de las áreas relevantes durante la pandemia ha sido la de diagnosis. Para el doctor Juan Álvarez-Linera Prado, especialista en Diagnóstico por la Imagen del Hospital Ruber Internacional, desde el punto de vista de la imagen radiológica no se están viendo grandes diferencias entre ambas oleadas. «Sin embargo, sí estamos viendo una mayor cantidad de pacientes con sintomatología respiratoria y sin lesiones aparentes o con muy poca afectación”. Esto probablemente hay que relacionarlo con “una demanda más precoz de atención médica debida al mayor conocimiento de la población sobre la pandemia», añade.

En el área de Alergología, el doctor Pedro Gamboa, del Hospital de Cruces, apunta que en la primera ola se disponía de menos información sobre el coronavirus causante de la pandemia. «No teníamos conocimientos precisos sobre la posible repercusión de la infección del SARS-CoV-2 para nuestros pacientes, especialmente con asma bronquial, ni sobre sus posibles complicaciones, formas de tratamiento adecuadas, medidas generales de transmisión y protección». «En la segunda ola», continúa, «ya conocemos más ampliamente las características del virus, su forma de transmisión y contagio, sus síntomas principales, los fármacos más útiles dentro del arsenal disponible, sistemas de soporte ventilatorio más adecuados para los enfermos más graves, síntomas y exploraciones tempranos para detectar los pacientes con infección y que además tengan mayor probabilidad de agravamiento en su evolución, protocolos de tratamiento más eficaces, etc.».

Todos los especialistas tuvieron que afrontar momentos delicados. También la doctora María Dolores Martín Ríos, jefa del Departamento de Medicina Preventiva del Hospital Universitario General de Villalba, pone de manifiesto que la primera «fue como un tsunami del que hubo que sobrevivir sin apenas tiempo para reaccionar. En la segunda ola ya estábamos mejor preparados, con protocolos de actuación y herramientas más adaptadas a una detección precoz de los casos». Expone que un aspecto importante a destacar en la segunda ola ha sido la elaboración e implantación de planes de actuación para proteger a los colectivos más vulnerables (residencias, centros de día, etc.) así como la concienciación social sobre la necesidad de aplicar las medidas básicas de prevención como la mascarilla, la distancia de seguridad y la higiene de manos.

ESTRATEGIAS TERAPÉUTICAS

En esta segunda ola ha habido más opciones de análisis de los pacientes. La doctora Pilar Llamas Sillero, jefa del Departamento de Hematología de la Fundación Jiménez Díaz, pone en valor que, ahora, no existe carencia de recursos diagnósticos. «Disponemos de PCR con facilidad y con resultados rápidos, test antigénicos y serológicos cuya interpretación está más clara, lo que agiliza que la actividad clínica, ingresos hospitalarios o el inicio de tratamientos quimioterápicos, por ejemplo, se realicen con más normalidad».

Además, mantiene que en la segunda ola «ha habido un boom de publicaciones científicas que nos han dejado claro estrategias terapéuticas que no han sido eficaces. Y entre las que lo han sido, como hematólogo, destacar el valor de la profilaxis antitrombótica, siempre que no exista contraindicación, en todos los pacientes hospitalizados con infección Covid-19».

En cuanto a los enfermos con menor edad, según el doctor Jesús Argente Oliver, catedrático de Pediatría de la Universidad Autónoma de Madrid y jefe de Servicio de Pediatría del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús Madrid, en Pediatría, hasta ahora, “la incidencia de pacientes hospitalizados con Covid-19 ha sido menor en esta segunda oleada y la hospitalización de casos graves en unidades de cuidados intensivos ha sido incluso inferior”, señala.

En la primera ola, sostiene el oncólogo Jesús García-Foncillas, del Instituto Oncoheatlh, la incidencia de casos fue tan desbordante que fue difícil hacer un planteamiento en tiempo para poder asumir correctamente el cuidado de los pacientes oncológicos. «Aun así, en nuestro caso, y con mucho esfuerzo, lo conseguimos. En esta segunda ola, el crecimiento más lento de casos nos ha permitido mantener todos los procesos de diagnóstico, tratamiento y seguimiento sin perder la planificación ni los tiempos previstos y manteniendo la seguridad y garantía de evitar contagios en los pacientes mediante la realización de consultas no presenciales, y el mantenimiento de las presenciales en aquellos casos que lo requieren».

Estos meses intensos de 2020, los especialistas han conocido mejor las consecuencias de esta pandemia. El neurólogo Rafael Arroyo, del Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo y Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, considera también evidente que ahora se está más preparado. «El objetivo principal ha sido atender a todos los pacientes neurológicos de forma presencial o telemática conviviendo con la Covid-19. De esta forma, hemos tratado de evitar retrasos en los diagnósticos y en los tratamientos. Nuestra actividad neurológica ha sido muy alta en esta segunda oleada».

Por último, el doctor Eduard Vieta, jefe del Servicio de Psiquiatría y Psicología del Hospital Clínico de Barcelona, explica que desde el punto de vista de la salud mental, «durante la segunda ola estamos manteniendo la atención a todos los pacientes que la precisan, cosa que no pudimos hacer en la primera ola por tener que desviar recursos humanos y espacios a la atención a la Covid-19, y hemos implementado soluciones de atención remota y telemática que están permitiendo que podamos tratar a nuestros pacientes. En la población general, los datos indican que ha habido un cierto tránsito de la ansiedad hacia la frustración, rabia y desesperación, en parte por las perspectivas socioeconómicas», concluye.