La sección sexta de la Audiencia de Las Palmas ha condenado a 18 años de cárcel al casero que asesinó a un hombre que había ocupado su casa en abril de 2017 en la isla de Fuerteventura. El asturiano Jesús Millán Lombardía (64 años), cocinero jubilado, propició en enero de 2018 una paliza mortal a Enzo Jesús O. H., okupa al que llevaba nueve meses intentando echar.
El okupa de la vivienda era un joven granadino de 26 años, quien invadió la casa de Millán en la localidad de Morro Jable, Fuerteventura. Después de que el casero intentara expulsarle sin éxito durante meses, Millán terminó por abalanzarse sobre el joven como una «fiera», según contó un testigo.
El casero le causó seis heridas, dos de ellas mortales de necesidad, con un estoque casero hecho con unas tijeras amarradas a un bastón con cinta aislante. Tras ello, le remató con una piedra en la cabeza y una sucesión de patadas, estando ya este al borde de la muerte. Según la sentencia que le ha condenado, el asturiano atacó al okupa de manera «desaforada», y como si hubiera ocurrido un «cortocircuito».
Tras estudiar el caso, el juez Carlos Vielba ha impuesto 18 años de cárcel y seis meses para el asesino, junto a una multa de 250.000 euros; 100.000 a pagar a la mujer del okupa y 150.000 a su hijo menor de edad.
El magistrado tuvo en cuenta el atenuante de arrebato, pero rechazó la eximente de trastorno mental transitorio. Así, la condena se rebajó en 4 años, en comparación con los 20 que pedía la fiscal Clara Serrano.
LA MUERTE DEL OKUPA, «EVITABLE»
El juez Vielba indicó que el crimen fue «evitable», asegurando que no se habría producido si la justicia hubiese actuado en el debido momento, cuando el asturiano interpuso una reclamación por la okupación. Además, el letrado recordó que la okupación es “un fenómeno objeto de luchas partidistas ideológicas y hasta maniqueas, cuando en realidad es un delito, leve, sí, mas delito”.
Con todo ello, el tribunal de Las Palmas indica que el condenado, natural de Oviedo, tenía una clara intención de matar, y que el asesinato fue premeditado, aunque el acusado lo ha negado.
Añade también la sentencia que el ataque fue alevoso, ya que el asturiano escogió un bar para echarse sobre la víctima, reduciendo sus posibilidades de escape, así como un arma desarrollada: medios que «limitaron de forma ostensible cualquier defensa que hubiera podido desplegar la víctima: el ataque en un recinto de pequeñas dimensiones, el aprovechamiento de la superioridad y la ventaja que le otorgaba estar armado frente a la víctima desarmada (o armada con una silla y una litrona de Cruzcampo)».
El acusado negó todo esto, llegando a decir: “Daría mi vida a cambio si arreglara el problema”. Ambas partes tienen antecedentes; el condenado por violencia de género, y el asesinado, por tráfico de drogas, recoge el diario El Nueva España.