Las medidas de distanciamiento social aplicadas en un intento por frenar la propagación del coronavirus han planteado grandes retos a muchas personas en todo el mundo.
La mayoría de nosotros nos hemos visto obligados a cambiar nuestra vida cotidiana para hacer malabarismos entre el trabajo y la vida familiar, así como para intentar mantener el contacto social. Además, el cambio de comportamiento colectivo ha tenido un enorme impacto en la digitalización y el medio ambiente.
En todo el mundo, las restricciones establecidas para combatir el Covid-19 han dado lugar a un aumento del uso de servicios online, especialmente las teleconferencias, la infraestructura de almacenamiento en la nube y las compras en línea.
La revolución del trabajo a distancia
En un estudio reciente del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea se estimó que alrededor del 26% de los empleados trabajan desde sus casas en toda Europa, en comparación con el 5-15% del período anterior a la cuarentena. Sin embargo, para la mayoría de las personas, el trabajo a distancia todavía no es factible debido a la naturaleza del mismo o a su impracticabilidad.
Este aumento, que es sustancial en algunas regiones, ha dado lugar a un incremento de la demanda de servicios de Internet y de banda ancha. El uso de las teleconferencias ha aumentado en un 85% en general. Por ejemplo, Zoom ha visto un aumento en el uso de sus productos del 418%.
Esto ha llevado naturalmente a una mayor presión sobre la infraestructura de Internet en algunas áreas. Aunque algunos países disfrutan de altas velocidades de Internet en comparación con el promedio mundial, otros se encuentran en niveles muy bajos. Por ejemplo, Francia tiene una conexión promedio de alrededor de 144,61 Mbps, mientras que en Italia este número es de sólo 64 Mbps y en Grecia de 30 Mbps. La antigüedad de las infraestructuras de comunicación es a menudo la causa principal de este fenómeno.
Esta situación ha dado lugar a que plataformas de transmisión de vídeo en línea como Netflix y Amazon, hayan reducido temporalmente su calidad de vídeo en Europa para proporcionar más ancho de banda a otros servicios. Pero, por supuesto, este aumento masivo de flujos de datos va de la mano con un aumento masivo del consumo de energía. Y es probable que este aumento provoque un incremento de nuestra huella de carbono digital, con el consecuente impacto negativo en el medioambiente y un aumento de las emisiones de carbono.
¿Un cambio sostenible?
Potencialmente, el trabajo desde casa tiene algunos beneficios ambientales directos, al menos a corto plazo. Se ha producido una reducción significativa en el flujo de personas y también una reducción masiva en los viajes aéreos.
Las encuestas han demostrado que un tercio de los encuestados esperan que las reuniones se sustituyan por videoconferencias en los próximos años y que haya menos viajes de negocios. Los responsables del estudio asumen que el tráfico total de pasajeros puede reducirse hasta en un 8% a largo plazo si se promueve el trabajar desde casa y las modalidades de trabajo virtual. La posibilidad de deducir de los impuestos los gastos asociados al hecho de montar una oficina en el hogar, la inversión por parte de las empresas en la infraestructura adecuada y los programas de capacitación sobre el uso de las herramientas digitales, podría ser un buen incentivo para ello. Algunas empresas ya han establecido políticas permanentes de trabajo en el hogar.
Otro efecto del confinamiento ha sido el crecimiento de las compras en línea. Las encuestas han mostrado un aumento general de la entrega de paquetes y un mayor interés en los productos locales. Desde el comienzo de la cuarentena, han habido muchas iniciativas de redes de comerciantes y fabricantes locales para abrir nuevos canales de distribución a través de plataformas en línea. La promoción de productos regionales también podría tener un efecto positivo desde el punto de vista de la política ambiental y climática, así como el fomento de la resiliencia y la competitividad de las estructuras locales. No sólo eso, otras actividades que normalmente se realizaban cara a cara, como las clases de inglés o las tutorías para estudiantes, ahora se realizan en línea en plataformas como Preply o Superprof.
Los desafíos de la digitalización
Hay múltiples enfoques que podemos adoptar para que la digitalización sea sostenible: necesitamos que los centros de datos y las redes de comunicación funcionen con fuentes renovables, que el calor residual se reutilice, que los servidores se enfríen con menos energía y que desarrollen hardware y software más eficientes.
El auge de la utilización de los servicios digitales también presenta otros desafíos, como la posibilidad de ampliar la «brecha digital» entre los Estados y los ciudadanos que tengan niveles mayores o menores de acceso a la tecnología y de alfabetización. Es probable que el aumento del teletrabajo conduzca también a una renegociación del contrato entre el empleador y el empleado, especialmente si se convierte en permanente. La transformación de la casa en una oficina conlleva exigencias adicionales para la familia -incluido el aumento de los costos de energía y de calefacción-, así como la alteración del equilibrio entre el hogar y la vida privada tanto de los individuos como de las familias.