Los incendios son provocados en su gran mayoría. Tan solo el 4% se considera que puedan ser accidentales, como por la caída de un rayo. Lo cierto es que son las personas las que, o bien por negligencias o bien porque directamente disfrutan quemando hectáreas de bosque, provocan los incendios. Y esto nos cuesta dinero a todos los españoles. Solo en Galicia, la Xunta ha destinado nada menos que 3,382,862.68 euros para recuperar las zonas arrasadas por los incendios. Pero lo duro de esto es que esos tres millones no pueden hacer maravillas, solo indicar el camino y esperar décadas hasta que el terreno natural recupere su estado previo al incendio. Así de caro sale una barbacoa de verano o tirar una colilla por el coche. Y las penas a estos negligentes no acompañan al coste que supone repararlas.
En lo que va de año se han producido en España 17 grandes incendios que han calcinado más de 500 hectáreas, de los cuales los más destacables son el de Almonaster la Real (Huelva) y el de Cabezuela del Valle (Cáceres). De todos estos, aunque los estudios no pueden demostrarlo de forma fehaciente, los datos indican que lo más probable es que fueran provocados por negligencias. Hay pirómanos sí, pero la mayoría son por encender un fuego en un momento en el que no se debe hacer o por tirar una colilla encendida desde el coche u otro punto. Cualquier excusa es buena, pero las consecuencias para el entorno natural y para las arcas públicas son nefastas. Solo hay que dar las gracias a las comunidades autónomas que se esfuerzan, como Galicia, en recuperar el entorno natural.
Es la Consellería do Medio Rural de Galicia la que ha tomado la decisión y se esfuerza en recuperar un entorno natural perdido. Cada año, Galicia es una de las comunidades autónomas que más padece los incendios forestales por muchos motivos. Este año la inversión es de 3,382,862.68 millones de euros, pero está enmarcado en un plan general que se remonta a 2014. Concretamente, se trata de «obras de recuperación del potencial forestal dañado por incendios forestales cofinanciadas con la submedida 8.4 del Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (FEADER) en el marco del Plan de Desarrollo Rural (PDR) de Galicia 2014-2020.
Ahora llega el balance negativo. Quienes son responsables de quemar hectáreas de montaña tan solo se enfrentan a penas de prisión de uno a cinco años y multas de doce a dieciocho meses. Si el incendio es de especial gravedad, pueden aumentar, pero lo cierto es que lo que más agrava estas penas es si se ha provocado el incendio con vistas a obtener un beneficio económico. Respecto a la multa, se contempla que pueda llegar hasta el millón de euros, pero hay que demostrar demasiados supuestos y es difícil que se imponga tal sanción económica a un particular.
Solo por poner un ejemplo concreto, en el caso de un incendio en Asturias, quien lo provocó fue condenado (y ratificada dicha condena por la Audiencia Provincial de Asturias) a ocho meses de cárcel, 2.400 euros de multa y el pago de 2.731 euros de indemnización a Bomberos de de la provincia por el coste de la extinción del fuego, tal y como se detalló en La Voz de Asturias.
Este es solo un ejemplo. El caso de este incendio no es único. No en todos consiguen demostrar quién ha sido el responsable del fuego, pero sí que se saldan con multas que en comparación con el coste que supone reparar las áreas dañadas (coste aproximado, pues no se tienen en cuenta las vidas de la fauna local que arrasan ni el valor patrimonial de estos parques naturales) se quedan muy atrás.
La iniciativa de Galicia afortunadamente cuenta con el aval de la UE y cuenta con fondos procedentes de Europa que ayudarán a completar la financiación necesaria para preparar el terreno para su recuperación. El dinero procede concretamente del Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (FEADER) y se destina a estas cosas, pero también se podría haber ahorrado con responsabilidad individual, pues insistimos en los datos oficiales del Gobierno que estiman que el 80% de los incendios son provocados, o bien por negligencias o por iluminados que pretenden ganar dinero a costa de quemar unas cuantas hectáreas.