jueves, 12 diciembre 2024

Nadal reconoce errores en el Rey Juan Carlos pero defiende su legado

Rafa Nadal ha asegurado que puede que el Rey Juan Carlos se haya «equivocado» en algunas de sus acciones, pero que «siempre» hay que recordar «lo que ha hecho por España», además de reconocer que los ‘tics’ que tiene durante los partidos le ayudan a «ordenar» su cabeza y a silenciar «las voces internas», y ha apelado a «resistir» y a «luchar» por cosas más importantes que el tenis durante la pandemia de coronavirus.

«Puede que se haya equivocado, pero hay que recordar siempre lo que ha hecho por España», declaró en una entrevista al periódico italiano Corriere della Sera, en la que no quiso desvelar si se considera más de izquierdas o de derechas. «No me hagas hablar de política», bromeó.

En una extensa charla, el balear explicó también por qué sigue viviendo en España, cuando podría residir en otro país y pagar menos impuestos. «Soy español, y estoy feliz de serlo. Por supuesto, cuando llega la factura de impuestos, estoy un poco menos feliz. Pero tuve la suerte de nacer en un país con muchas virtudes, lo que me dio una buena vida», dijo. «Me siento profundamente manacorí, mallorquín, español y europeo. Y me siento cuatro veces afortunado», añadió.

Tampoco eludió la pregunta de si cree en la existencia de Dios. «No lo sé, y no me lo pregunto. Para mí lo importante es portarme bien, ayudar a los que lo necesitan. Creo en la buena gente. Y si Dios existe, será maravilloso», apuntó.

«LOS ‘TICS’ SON UNA FORMA DE CONCENTRARME Y SILENCIAR LAS VOCES INTERNAS»

En otro orden de cosas, Nadal se mostró todavía sorprendido por haber conquistado este año su decimotercer título de Roland Garros. «Yo tampoco lo sé. Si me pasó a mí, le puede pasar a otro. Soy una persona normal, con mis incertidumbres y mis miedos», dijo, aunque entre ellos no está la derrota. «Miedo a perder, nunca. Pero siempre pienso que puedo perder. Lo pienso todos los días, contra cualquier rival, y esto me ayuda mucho», indicó.

También tiene claro que nunca buscará enemigos en la pista. «Cultivar enemigos me cansa. Nunca me he permitido intimidar a un rival», advirtió, y explicó por qué nunca ha destrozado una raqueta. «De niño me enseñaron que eso no se hace. Soy yo quien me equivoco, no la raqueta», recordó.

Además, el tenista balear desveló la importancia de sus ‘tics’ durante los partidos. «No soy supersticioso, de lo contrario, cambiaría el ritual con cada derrota. Ni siquiera soy esclavo de la rutina: mi vida cambia constantemente, y competir es muy diferente a entrenar. Lo que la gente llama ‘tics’ son una forma de poner mi cabeza en orden, yo que soy muy desordenado. Son la forma de concentrarse y silenciar las voces internas, para no escuchar la voz que me dice que voy a perder, o que, más peligroso aún, me dice que voy a ganar», apuntó.

Nadal aclaró que sabrá escuchar a su cuerpo cuando se acerque la retirada. El tenis es un deporte de la mente, no es matemática. Cuando llegue el momento, lo sabré», indicó. «Me dedicaré a los niños. Nuestra Fundación ayuda a los niños en riesgo de exclusión social: proporciona alimentación, educación, deporte... Luego tenemos el proyecto ‘Más que tenis’, veinte escuelas en España para niños con discapacidad. Y trabajamos en la India para enseñar inglés e informática a los niños», afirmó sobre lo que hará cuando deje de competir.

«DEBEMOS PREPARARNOS PARA RESISTIR, NO HAY OTRA SOLUCIÓN»

Nadal también tuvo palabras de elogio para unos de sus grandes adversarios, el suizo Roger Federer. «Es uno de los grandes hombres de la historia del deporte», apuntó. «Fue mi gran rival, y esto nos ha beneficiado a ambos, y también un poco al tenis. En algunas cosas nos parecemos: nos preocupamos por la tranquilidad, por la familia. En otras, somos diferentes: él es suizo, yo soy latino, tenemos diferentes caracteres, culturas y formas de vida», declaró, asegurado que «no» le ofenden las imitaciones del serbio Novak Djokovic.

Por otra parte, el manacorí confesó que la crisis que padeció en 2009 coincidió con la separación de sus padres, y recordó otro duro momento en sus comienzos. «A los 19 años, acababa de ganar el primer Roland Garros y me dijeron que ya no podría jugar por una malformación en mi pie izquierdo», desveló. «El dolor era tan grande que me entrené golpeando el balón sentado en una silla en medio del campo. Luego me recuperé, gracias a una plantilla que cambió la posición del pie, pero se me inflamaron las rodillas», continuó.

Sin embargo, pudo superarlo «con mentalidad positiva, transformando la fragilidad del cuerpo en fortaleza mental». «Tarde o temprano, las cosas encajarán. Debemos prepararnos para resistir, porque no hay otra solución que resistir», señaló.

También confesó que lloró «desesperadamente durante una hora y media» tras la derrota en la final de Wimbledon 2007 ante Roger Federer. «A veces la desilusión es terrible, aunque solo sea un partido de tenis. Lloré de dolor cuando, en la final del Abierto de Australia con Wawrinka en 2014, me lesioné la espalda después de ganar el primer set. Perdí, pero completé el partido, porque uno no se retira de una final de ‘Grand Slam'», expresó.

Sobre la pandemia de coronavirus, Nadal se mostró especialmente preocupado por su familia. «Todavía soy bastante joven, sigue respondiéndome el físico. Sin embargo, si me contagio, puedo contagiar a personas de riesgo. Estoy preocupado por mis padres, por mi familia, por mi comunidad. Es el momento más difícil de nuestra vida. Por eso es hora de luchar por cosas mucho más importantes que un partido de tenis. Debemos cultivar la confianza», aseguró.

Por ello, anima a superar la crisis «con respeto». «Hacia nosotros mismos, hacia nuestros seres queridos, hacia los demás. Y con responsabilidad y lógica. La gente muere a causa del virus, pero también puedes morir de hambre. El golpe a la economía fue muy severo. Necesitamos encontrar el equilibrio entre salud y trabajo, entre salud y protección social. La seguridad es primordial, pero también lo son la libertad y la dignidad», apuntó, antes de reconocer que el tenis sin público es «triste». «Faltan los colores, los gritos, la pasión», concluyó.