No gana Alemania ni gana Francia. Al menos todos los franceses ni todos los alemanes. La ministra de Defensa alemana, Ursula von der Leyen, está en camino de convertirse en la próxima presidenta de la Comisión Europea. Y la exdirectora del FMI Christine Lagarde cogerá las riendas del Banco Central Europeo (BCE). De este modo, Francia y Alemania se harán con el poder político y económico de Europa. Pero, a pesar de ello, los eurodiputados socialistas franceses y alemanes se han mostrado decepcionados con el resultado, según detallan fuentes de la Eurocámara.
Ambas candidatas son las primeras en romper el techo de cristal de la UE. Serán las primeras mujeres en ocupar sus respectivos cargos. Pero los socialistas alemanes y los franceses no lo ven como una victoria. Ni en clave de igualdad, ni en clave nacional. Ellos apostaban porque su pacto con los liberales llevara al holandés Frans Timmermans a la presidencia de la Comisión. Y aunque los populares europeos (encabezados por la canciller alemana, Ángela Merkel) se mostraron dispuestos a ceder la joya de la corona a los socialistas, hubo un núcleo de resistencia que encalló lo que parecía hecho.
Fue en la tercera cumbre europea, celebrada el pasado martes, cuando los líderes llegaron a un acuerdo. Tras noches sin dormir y jornadas de 24 horas sin descanso, el núcleo duro de Merkel obtenía su recompensa. Von der Leyen, mano derecha de Merkel, tendría los apoyos necesarios para ser presidenta de la Comisión. Todo gracias a un giro de 180 grados del presidente de Francia Emmanuele Macron, quien se alejaba de su presunto aliado preferente, Pedro Sánchez, y cedía ante las exigencias de los populares a cambio de que la francesa Lagarde fuera la presidenta del BCE.
Pero a pesar de que Alemania y Francia son los grandes beneficiados del reparto de cargos de la cúpula de la Unión, los socialistas franceses y alemanes no ocultan su decepción. Tanto es así, que el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) puede poner en riesgo el gran gobierno de coalición del país. El antiguo líder del SPD Sigmar Gabriel ya ha pedido que se rompa la alianza. “Si Merkel nombra a Von der Leyen como candidata sin un acuerdo del Gabinete, es una clara violación de las reglas del Gobierno federal y una buena razón para dejar el Gobierno”, ha asegurado el miembro del Bundestag.
Tras este acuerdo que sella una crisis a escala europea y abre otra a escala nacional, los populares y liberales ofrecieron la presidencia del Parlamento Europeo a Timmermans, algo que el político holandés no tardó en rechazar. Ese cargo se lo ha quedado Italia, concretamente el socialista David Sassoli. Y España también ha recibido su porción de protagonismo entre los cargos de la cúpula de las instituciones europeas, el todavía ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, será el nuevo Alto Representante de Asuntos Exteriores de la Unión Europea.
Timmermans ocupará la vicepresidencia primera de la Comisión Europea y la liberal danesa Margrethe Vestager la vicepresidencia segunda. Con este encaje de bolillos se ha pretendido contentar tanto a los socialistas como a los liberales de Macron. De hecho, el presidente del Gobierno español también se mostró satisfecho con el acuerdo. «España ha vuelto», ha recordado este martes el presidente pese a que el cargo de Timmermans era el ansiado por el ministro español.
ESPAÑA, AL FRENTE DE LA DIPLOMACIA EUROPEA
Ya tocaba. Desde la delegación española en Europa se respira conformidad. Pese a que Borrell aspiraba a convertirse en vicepresidente primero de la Comisión Europea, el estar al frente de la diplomacia entraba en sus planes. Deja la cartera de Exteriores nacional para coger la europea. Y pese a que su edad (72 años) le vaya a pesar por la movilidad que exige el nuevo puesto, según sus propias declaraciones, los socialistas españoles se muestran satisfechos con el resultado.
Borrell apuntaba alto. A la vicepresidencia primera. Pero ello dependía de que el holandés Timmermans fuera presidente. Algo que truncaron Macron y el núcleo duro de los populares europeos. Ahora el puesto al que pretendía llegar lo ocupa Timmermans. Y Borrell se queda con la menos ambiciosa de sus apuestas. La agenda que tiene por delante es complicada. Será el representante de la Unión Europea en los diferentes países del mundo.
Los más agitados con el esperado nombramiento de Borrell han sido los independentistas catalanes, quienes pretenden internacionalizar el conflicto de la mano del ministro. Sin embargo, el socialista no ha tardado en enviar un recado a los nacionalistas al afirmar que entre sus competencias no está la de combatir el independentismo: «será en todo caso una cuestión marginal», ha asegurado este jueves Borrell.