Jordi Évole ha comprado a Gabriel Rufián con José Mourinho porque es capaz de llevar el show hasta las últimas consecuencias. El portavoz adjunto de Esquerra Republicana de Catalunya ha entrado en el Congreso como un elefante a una cacharrería y junto a las ‘performances’ de Podemos ha agitado la narcotizada vida parlamentaria.
Hasta 2014 las formas se cuidaban en la Carrera de San Jerónimo, a excepción de alguna anécdota de Rafa Hernando o Vicente Martínez Pujalte, que nunca han podido impartir clases de diplomacia parlamentaria.
Pero Rufián les ha dejado atrás con su colección de camisetas (una de Rato en la Comisión de investigación a Acebes y otra de José Couso ante Aznar) y varias acciones con las que ha acaparado titulares.
De las esposas que le ofreció a Rajoy a la impresora con la que se mofó de la Guardia Civil por buscar sin suerte papeletas de la cara a la votación del 1 de octubre.
En los últimos años Rufián había mostrado con su estética y su clásica ironía un desacuerdo con las formas y el fondo de la política española. Pero en los últimos tiempos ha elevado el tono y ha protagonizado varias desagradables broncas con sus rivales políticos.
Fue el caso de su careo con Beatriz Escudero, a la que llamó «palmera» ante la risa de Cascos antes de que la diputada popular le llamase «imbécil» segundos antes de largarse porque supuestamente le había guiñado un ojo.
Rufián, que se embolsa más de 7.000 euros mensuales por su labor en el Congreso, calentó más el horno parlamentario con un alegato contra Borrell: «No es un ministro, sino un hooligan de Sociedad Civil Catalana, una vergüenza para su grupo porque es una organización de extrema derecha».
Y añadió: «Es una vergüenza que se mofe de Junqueras mientras se pudría en una cárcel de Madrid«. Ana Pastor lo echó del Congreso y Josep Borrell denunció que su compañero Jordi Salvador le escupió en pleno abandono de las Cortes.
LA PRENSA MADRILEÑA HABLA DEL HARTAZGO DE ERC
Las formas de Rufián contrastan con la diplomacia habitual de Oriol Junqueras. Este hecho ha sido advertido por la prensa madrileña como un posible motivo de ruptura entre el portavoz adjunto y el líder de ERC.
José Alejandro Vara explica en Voz Pópuli que «el histrionismo pendenciero de Rufián fatiga al independentismo», Carmen Rigalt en El Mundo dice que «había una vez un circo» y Ana I. Sánchez en ABC que «mientras Gabriel Rufián se consagraba el pasado miércoles como el caricato del Congreso, Joan Tardà, a su lado, parecía encogerse en su escaño».
Afirma la periodista que «la cara de Tardà fue todo un poema cuando Rufián buscó su expulsión y sus compañeros de bancada se pusieron en pie para seguirle. Fue el último en hacerlo. No me hagas hablar, dijo a quién le preguntó en las horas siguientes«.
ERC vuelve a aparecer en las encuestas como primera fuerza en Catalunya, situación a la que sin duda ayuda la paciencia jesuítica de Junqueras. Explica Sánchez en ABC que «el exhibicionismo de Rufián contradicen el discurso de moderación decretado por Oriol Junqueras como estrategia electoral».
Y añade: «El objetivo de ERC es ampliar su base de votos, sumando a aquellos a los que la prisión preventiva les parece una venganza del Estado. Y a estos, los espectáculos del portavoz adjunto les espantan«.
RUFIÁN ENTRE EL LIDERAZGO INVISIBLE Y LA COMPLICIDAD CON TARDÀ
El número uno de ERC se encuentra en prisión y la número dos, Marta Rovira, en Suiza. Este vacío de poder ayuda a que Rufián ejecute sus shows sin contestación interna. Algunas voces dicen que Tardà le desautoriza y su petición de verse las caras con Ana Pastor para templar los ánimos así lo parecen indiciar.
Pero en los últimos tiempos Tardá no ha guardado distancia, sino que ha mostrado su apoyo sin fisuras a Rufián. El portavoz de ERC explicó el día después de su expulsión que no iban a permitir que se banalizase con el término «golpista» y justificó la actitud de su compañero porque era «a la defensiva».
Tardà también ha tenido tiempo de protagonizar un sketch en las redes junto a Rufián, en claro guiño al exitoso programa ‘Polònia’ de TV3, y ambos fueron dos de los «observadores internacionales» de la consulta vasca Gure Esku Dago. Cabe recordar que Tardà cedió a Rufián el honor de liderar la candidatura en las generales de 2016.
¿Hasta qué punto Rufián incomoda a ERC? Su evidente tirón en las redes sociales (más de 600.000 seguidores en Twitter), su facilidad para acaparar titulares en medios de comunicación cuya línea ideológica casi siempre es adversa, y su conexión con el público joven quizás lo hayan convertido en un ‘chico malo tolerado’ por sus jefes.
Pero también es evidente que en ciertos sectores cercanos a Junqueras la paciencia se podría haber colmado porque su colección de salidas de tono dista de la política que necesita ERC para consagrar su sorpasso sobre los herederos de CiU.