Podemos ultima una ‘fusión fría’ con Izquierda Unida que implicaría la creación de unos órganos autonómicos conjuntos con los que Iglesias intentaría aprovechar la estructura del partido que lidera Alberto Garzón.
Con este acuerdo intentaría achicar espacios a Más Madrid, cuya expansión estatal niega Íñigo Errejón, que pretende no apresurarse y fijar la estructura regional antes de tejer posibles pactos con antiguas confluencias de Podemos como Compromís.
Pablo Iglesias denunció que estaba harto de negociar «como si fuera un partido de tenis», en relación a las supuestas filtraciones del Gobierno a los «medios afines», y ayer se sentó ante Pedro Sánchez en La Moncloa para cerrar un acuerdo para cuatro años. La reunión no ofreció los frutos esperados y las distancias entre PSOE y Unidas Podemos siguen siendo, a día de hoy, insalvables.
El secretario general de Podemos aun así cree que estamos ante «la oportunidad histórica de tener el Gobierno más progresista en 40 años», gracias al blindaje de los «derechos sociales, que proteja el derecho a la vivienda y que garantice una transición ecológica».
Para quitarse de encima la presión de filtraciones, negociaciones con terceros y encuestas Iglesias se había sentado previamente con los máximos dirigentes de Comisiones Obreras y UGT, que avalaron la presencia de Unidas Podemos en un Gobierno del PSOE.
UGT SE DESHACE EN ELOGIOS CON PODEMOS
Especialmente vehemente fue Pepe Álvarez, secretario general de UGT, que afirmó que este «momento es especialmente importante para conseguir que en este país se reparta la riqueza. Hay que aprovechar que existe una mayoría que hoy existe en el Congreso para desmontar las reformas del PP en materia laboral y de pensiones».
El líder sindical exigió hacer una reforma fiscal que permitan acometer las inversiones productivas necesarias». Y añadió: «La participación de Unidas Podemos en un Gobierno estable y fuerte es fundamental».
Yolanda Díaz, portavoz de Galicia en Común y con una creciente presencia dentro de Unidas Podemos, denunció «la parálisis» de Sánchez en la negociación y ha aprovechado su presencia mediática para arremeter contra el PSOE.
Unidas Podemos también logró el apoyo de los técnicos de Hacienda tras reunirse con el secretario general del Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha), José María Mollinedo, que afirmó que comparte la mirada de Iglesias respecto a que debe mejorar el control tributario y del gasto público.
Pablo Echenique se vanagloriaba del pacto entre Podemos y los agentes sociales: «Es una falta de respeto a la ciudadanía el ruido vergonzante sobre los sillones. Nosotros no vamos a entrar en eso. Lo importante es un gobierno de progreso es el ¿para qué? Y para trabajar esa hoja de ruta es fundamental contar con los actores sociales».
EL ENFADO DE MONEDERO PARA DEFENDER A IGLESIAS
Juan Carlos Monedero escribía en su blog que «la falta de respeto de Pedro Sánchez por los votantes de Unidas Podemos es una de las señales más evidentes del deterioro de la política española. El agradecimiento forma parte de la calidad democrática. Porque esos votantes, que sumaron seis millones de españoles entre Podemos e Izquierda Unida, fueron los que aceptaron que Pablo Iglesias sacara a Pedro Sánchez del vertedero al que le había echado su partido».
Según el politólogo, «fueron los votantes que asintieron a que Iglesias rescatara a Sánchez en una moción de censura que se trabajó Iglesias y de la que se benefició un Pedro Sánchez tan extraviado que la semana que salió la sentencia de la Gürtel ni se percató de lo que estaba pasando y se marchaba a Lisboa».
Monedero aseguro que entiende que el PSOE quiera a Iglesias fuera del Gobierno «porque la socialdemocracia está desapareciendo en toda Europa, incapaz de aguantar políticas socialdemócratas. Sánchez se ha salvado de entre los socialdemócratas europeos, porque ha podemizado su discurso. Pero pasar de las palabras a los hechos ya es otra cosa. Y eso es lo que significaría que entrara Iglesias en el gobierno de Sánchez: pasar de las palabras a los hechos».
«Y Pedro Sánchez, que lo más socialdemócrata que tiene son los socialdemócratas conejos de la chistera de Iván Redondo, que se duplican o desaparecen en virtud de lo que convenga al espectáculo, quiere hablar en izquierdas y gobernar en derechas», aseguró.
NO TODOS QUIEREN ENTRAR EN EL GOBIERNO
Por su parte, el histórico dirigente de Izquierda Unida, Felipe Alcaraz, asegura en la última edición de Mundo Obrero que «el sistema, para mantener en sus términos esenciales la Constitución del 78 y su forma de Estado, regida por una monarquía parlamentaria, necesita restaurar el fin de ciclo del bipartidismo y, en el mismo sentido, necesita normalizar las condiciones sociales y económicas que han surgido tras la larga crisis, iniciada en 2008».
El exsecretario general del Partido Comunista de Andalucía afirma, además, que «la restauración amable» que pretende el PSOE la hará «con la ayuda de las estrategias de blanqueamiento al uso, en las que también estamos cayendo nosotros, en nombre de la izquierda y del progresismo, no en nombre del neoliberalismo de rostro humano. Lo haría en nombre de lo sensatamente posible teniendo en cuenta la pulsión inevitable de los mercados financieros y la Europa del euro».
NO PERDER EL CARACTER TRANSFORMADOR DE LA IZQUIERDA
Alcaraz advierte: «¿Cuál sería en este contexto el papel de la llamada izquierda transformadora? Quizás, lo mismo que antes empezó a perder el marbete de «revolucionaria», ahora empezaría a perder el de «transformadora» si no se sitúa adecuadamente».
Y añade: «Se trata, por tanto, de elegir entre ser una parte (eso sí, crítica), del bloque restaurador, o, de contrario, no aceptar los términos de la segunda transición, que nos va a dar a elegir entre ultraderecha y capitalismo sensato«.
«La oferta que se nos va a hacer desde el republicanismo monárquico del PSOE y desde la sensatez del capitalismo amable y moderno, con las instituciones convertidas en puertas giratorias de los que no se presentan a las elecciones. Es duro, pero hay que elegir entre ser bisagra o ser proyecto de poder popular», remata.