El Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) ha desestimado los recursos interpuestos contra la sentencia condenatoria a 21 años y medio de prisión al hombre de 38 años al que un jurado popular consideró culpable de haber matado a un socio con el que tenía una plantación de marihuana cuyo cuerpo sin vida apareció en el maletero de su coche, abandonado en un aparcamiento de Huelva.
De este modo, el Alto Tribunal andaluz ha confirmado esta pena y las que la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Granada, que enjuició los hechos, impuso por dos años y tres meses de prisión a dos amigos del condenado principal por encubrir el crimen. Las tres defensas habían recurrido ante el TSJA.
La sentencia, contra la que cabe recurso ante el Supremo, confirma el fallo, que se produjo después de que el jurado popular declarara el 20 de octubre de 2019 culpables a los tres acusados, el primero de delitos de asesinato y de tenencia ilícita de armas, y los otros dos, de 57 y 35 años, de delitos de encubrimiento.
En su lectura del veredicto, el jurado consideró probado que el principal acusado de este juicio mató con alevosía a quien había sido su amigo y socio en un negocio de cultivo de una plantación de marihuana que tenían en una nave en el polígono industrial Los Álamos de Atarfe, en el área metropolitana de Granada.
La víctima y el asesino eran amigos desde la infancia y mantenían además una relación comercial por el cultivo de una plantación de marihuana que tenían en una nave en el polígono de Atarfe.
Tras hacer las primeras cuentas del negocio, según hizo constar la Audiencia de Granada en su sentencia, «surgieron fuertes discrepancias» entre el condenado por asesinato y su socio «sobre el reparto de beneficios» al no estar de acuerdo el primero «con las condiciones» que el otro «le imponía», por lo que su amistad se fue transformando en «animadversión».
Ambos se habían citado en la nave el día del crimen, el 6 de abril de 2016, cuando el ahora condenado aprovechó que su amigo viajaba solo para esperarle dentro de la nave y acecharle con la intención de acabar con su vida.
El condenado por asesinato y otra u otras personas no determinadas, entre las que la juez señala que no consta que estuviera uno de los supuestos encubridores, «se abalanzaron» sobre el luego fallecido, «le asestaron uno o varios golpes en la cabeza que le dejaron aturdido, lo que aprovecharon para colocarle sobre la cabeza una bolsa de plástico», y le siguieron golpeando.
Posteriormente, utilizando un revólver del calibre 38 u otra arma de fuego similar, efectuó varios disparos los cuales alcanzaron a la víctima «en la cabeza y otras partes del cuerpo».
«CHARCO DE SANGRE»
Tras caer mortalmente herido en el suelo de hormigón de la nave, quedó tendido en un «gran charco de sangre» para luego fallecer. El asesino comentó lo ocurrido con sus dos principales amigos y socios en el negocio de la marihuana y les «solicitó su colaboración para hacer todo lo necesario para eliminar los vestigios» del crimen.
En cuanto al traslado del cadáver en el maletero de su automóvil hasta Huelva fue el propio condenado por asesinato «o alguien no identificado a su encargo» quien lo hizo, especifica la sentencia.
Después de que los vecinos denunciaran el fuerte olor que provenía del coche, que no reconocían como habitual en la zona, agentes de la Policía descubrieron el cadáver del hombre en el maletero.