Desde luego tiene su lógica pensar que la mala alimentación, por el hecho en sí de comer mal y por las consecuencias sobre nuestro cuerpo (mala salud, obesidad, culpabilidad…), tenga relación con problemas psicológicos, especialmente con la depresión. Pero es que además diversos estudios han demostrado empíricamente esa relación entre depresión y comida basura, con todas las consecuencias que conlleva.
Un estudio liderado por científicos de dos universidades españolas así han puesto de manifiesto esa vinculación. La investigación se ha publicado en la revista Public Health Nutrition. Además, otro estudio realizado por el Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Columbia quiso averiguar si los alimentos con un alto índice glucémico estaban asociados a mayores probabilidades de depresión. Los datos no dejaron lugar a dudas: demostraban que seguir una dieta con un alto índice glucémico, incluidas aquellas ricas en harinas refinadas y azúcares añadidos, se asociaban a mayores opciones de acabar con un cuadro depresivo.
La alimentación sana, efecto contrario
En cambio, el consumo de por ejemplo la fibra, los cereales integrales, frutas y verduras frescas y enteras producía un efecto contrario, beneficioso psicológicamente. Incluso productos como los lácteos también influían positivamente. Lo indicamos aparte porque estos alimentos llevan lactosa, que no deja de ser un tipo de glucosa. Sin embargo, su bajo índice glucémico no afecta negativamente.
Eso sí, en estos estudios no ha sido posible determinar los mecanismos por los que se produce esta relación. Unos apuntan a que un consumo excesivo de azúcares y almidones refinados sea un factor de riesgo para enfermedades inflamatorias y cardiovasculares. Recordemos que ambas están relacionadas con el desarrollo de depresión. Otras voces sugieren que este tipo de dieta conduzca al desarrollo de resistencia a la insulina, que ha sido relacionada con defectos cognitivos similares a los que se encuentran en las personas con depresión mayor.
A más comida basura, más depresión
Pero no sólo se ha relacionado causa efecto, sino el grado de esa relación. También en este aspecto hay una conclusión clara: es directamente proporcional. Cuanta más comida basura se ingiere, más posibilidades hay de sufrir depresión.
El estudio de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria así lo corrobora. Concluyeron que las personas que consumen a menudo estos alimentos tienen una probabilidad un 37% mayor de desarrollar depresión que las que no los consumen nunca o casi nunca. A medida que aumenta la cantidad ingerida, aumentan también esas probabilidades.
Además hay otro hecho que agrava la situación, y es que se entra en un círculo vicioso porque cuanto más depresivo te encuentras más probabilidades tienes de comer comida basura.
Factores sociológicos
Los investigadores saben que ocurre pero no el por qué. Lo que sí tienen a mano son otros datos como los sociológicos y también son claros. Las personas que comen mayores cantidades de comida basura normalmente están solteros o viven solos, son menos activos y tienen otros malos hábitos alimenticios. Tienden más a comer fuera y a llevar una vida menos ordenada. También suelen tener otros malos hábitos como el tabaquismo o trabajar más de 45 horas semanales.
Ante estos alarmantes datos, la profesora Sánchez-Villegas, de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria, es tajante: «aunque son necesarios más estudios, debería controlarse el consumo de este tipo de alimentos debido a su implicación en la salud, tanto física como mental».