De la A-2 a la A-42: la ruta de la marihuana de Madrid

El ‘modus operandi’ de la delincuencia madrileña está cambiando. Las tradicionales bandas de aluniceros del sur de la capital se están trasladando a provincias limítrofes como Toledo, principalmente, y Guadalajara, en menor medida. Una marcha a las afueras a pueblos pequeños para seguir con sus prácticas delictivas, pero cambiando y diversificando su ‘negocio’.

Unas bandas que gran parte de sus miembros eran de barrios del sur da la capital como: Usera, Orcasitas, Caño roto, Villaverde, Carabanchel, Vallecas que poco a poco van dejando las tácticas de los aluniceros para pasar al negocio de la venta de drogas, concretamente marihuana. Un producto que se ha puesto muy de moda entre la población del este de Europa y de Italia.

Países como Polonia, República Checa, Eslovaquia, Hungría y las Repúblicas de la ex Yugoslavia son destinos de una droga producida en sitios cálidos como Granada y el norte de Extremadura y almacenada en lugares cercanos a la capital dentro de las provincias de Toledo y Guadalajara, al final del llamado corredor del Henares.

En este sentido, ayer mismo la Guardia Civil desmanteló en Almonacid de Zorita (Guadalajara) una plantación de marihuana ‘indoor’ en una operación que se saldó con la incautación de 1.051 plantas con un peso de 400 kilos y la detención de 8 personas. Esta operación se suma a una realizada hace un par de semanas en otra pedanía cercana en la que se incautaron otras 2.000 plantas de esta sustancia.

Desmantelada en Villanueva de la Torre una plantación de marihuana de alto rendimiento (Fuente: Agencias)
Desmantelada en Villanueva de la Torre una plantación de marihuana de alto rendimiento (Fuente: Agencias)

MODO DE ACTUACIÓN SIMILAR

Según fuentes de la Benemérita, estas organizaciones suelen estar muy atomizadas y actúan en la mayoría de los casos de forma independiente. Con una logística y estrategia similar una nave situada en un polígono industrial de la localidad con poca actividad o una nave en una población con pocos habitantes.

Evitar contratos de luz y dar el calor necesario a las plantas mediante el uso de generadores de petróleo, algo que ayuda a pasar desapercibidos. Usando esas naves como productoras o receptoras de la droga. Siendo mafias locales (españolas) o de origen albanés, encargadas estas de llevar el producto hacia el este de Europa o conectar con organizaciones delictivas italianas, las últimas en sumarse a este negocio iniciado en nuestro país, según explican fuentes cercanas a la Guardia Civil.

En este tipo de operaciones policiales anti droga se suelen incautar gran cantidad de materiales y enseres necesarios para el cultivo y el crecimiento de las citadas plantas. Lámparas para cultivo, ventiladores, extractores, sistemas de bombeo y riego automático, torres refrigeradoras para climatización y otros enseres.

Un negocio redondo dado que el precio de del kilos de la marihuana oscila en nuestro país entre 1.200 euros y 1.500 y de cada 100 plantas salen algo más de 300 kilos de droga. Además, con menos condena penal que el tráfico de cocaína o sustancias similares en España. Otras organizaciones criminales en su afán de lucro enganchan la instalación ilegalmente a la red eléctrica, aumentando así el negocio aún más a riesgo de levantar sospechas.

Policía Nacional, en una redada anti droga (Fuente: Agencias)
Policía Nacional, en una redada anti droga (Fuente: Agencias)

ILLESCAS, VARGAS Y OTROS PUEBLOS DE LA COMARCA DE LA SAGRA INUNDADOS DE MARIHUANA

Organizaciones criminales que se han instalado en los chalets de la zona de la comarca de La Sagra. Hasta allí al más puro estilo cartel mexicano en la Sierra de Sinaloa han llevado a sus familiares, amigos y compinches para diversificar el negocio y vivir en casas más amplias que en los barrios de extrarradio madrileños. Imitando las vidas de sus héroes mafiosos como si una serie de Netflix se tratara.

Utilizan la supuesta impunidad y las facilidades para instalar plantas en garajes, corrales, naves industriales y comenzar así la producción de las plantas en una primera fase. Para posteriormente pasar a una segunda fase donde se comienza el corte, necesitando manos expertas para ello y el envasado para su importación al extranjero. Además, claro esta de la vigilancia necesaria para evitar los «temidos vuelcos», robos de mercancía, en muchas ocasiones de forma violenta, por parte de otros grupos criminales que también se dedican al narco tráfico.

Unos grupos estos llegados desde Madrid que han dejado el mundo de los robos con violencia y los alunizajes al dejar ser tan rentables como hace unos años. La lucha policial contra ese tipo de robos, las medidas de seguridad mejorada y la vigilancia sobre el mercado negro donde se vendían este tipo de objetos robados ha logrado que muchos de estos criminales abandonen este estilo de vida. Aunque muchos, claro está, no dejen el mundo de la delincuencia debido a su negativa a abandonar este estilo de vida.

El fallecido ‘Niño Sáez’, los hermanos Bote, el ‘Niño moro’, el ‘Piojo’ y otros tantos formaron un imaginario de la delincuencia madrileño desde finales de los años 90, hasta el final de la década pasada. Ellos se dedicaron a realizar butrones y ser aluniceros, con sus leyendas urbanas y su cruda realidad como delincuentes. Ahora los que siguen en activos y sus sucesores prefieren traficar y «mover» Marihuana. Un submundo que nunca para y que evoluciona poniendo a prueba las tácticas policiales.