Ya no son escraches. El constante y permanente acoso al vicepresidente del Gobierno y líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, y a su pareja, la ministra de Igualdad, Irene Montero, se ha pasado de frenada. Ya ni unas simples vacaciones en familia pueden disfrutar sin que cuatro radicales acudan a amenazar, gritar e intimidar a la pareja política más mediática de España. Todos, incluida la derecha, han mostrado su apoyo a la pareja después de que tuvieran que suspender sus vacaciones en el norte de España «por seguridad». Sin embargo, el acoso ha llegado a tal punto que hasta los policías que vigilan su chalet, muchos de los cuales no comparten las ideas de estos políticos, han roto su silencio.
«No hay derecho a lo que le están haciendo», ha afirmado uno de los agentes que vigilan el chalet del vicepresidente. Este policía ha estado al pie del cañón y ha visto en qué consisten esos presuntos escraches. Ya no se trata de una reivindicación puntual, sino de hacer hasta un picnic al frente del chalet para mantener la presión constante. Y lo peor de todo no es el acoso que sufren los políticos, sino que tras esos muros de la vivienda de Galapagar hay tres menores de edad que ven cómo no pueden ni siquiera salir de su casa.
«Lo que hace a nuestra familia la extrema derecha y ciertos medios es grave, pero hay que poner cada cosa en su contexto. Hay gente que ha pagado con su libertad, con su vida o con torturas defender sus ideas y hacer política. No es nuestro caso»n ha asegurado Iglesias después de que se haya visto obligado a suspender sus vacaciones en el norte de España.
«Gracias a los policías que nos acompañan cumpliendo su labor con la mayor profesionalidad y el mejor trato humano. Gracias a toda la gente que nos ha ofrecido su casa. Gracias a todos los que no se dejan intimidar por la ultraderecha y sus medios», ha afirmado el vicepresidente del Gobierno y líder de Unidas Podemos.
Uno de esos policías ha roto su silencio. Y muchos de los guardias civiles que sufren día a día el acoso al vicepresidente en sus carnes, de los cuales no comparten ni el más mínimo aspecto ideológico con el líder de Unidas Podemos, han detallado su indignación con lo que se está haciendo a esa familia.
Iglesias ha perdido su anonimato hasta límites insospechados. No puede salir a la calle sin ser insultado e increpado, pero el problema como tal no es solo ese, sino que cuando lo hace con sus hijos pasa exactamente lo mismo. No se trata de un escrache, sino de acoso personal. Y ya la excusa que esgrimían quienes apoyaban estas protestas en Galapagar se han quedado sin argumentos, pues no se trata de un escrache por no ser ni puntual ni por tratarse por motivos políticos exclusivamente.
Hasta el presidente del Gobierno ha mostrado su apoyo a Iglesias. La llegada a la vicepresidencia del líder de Unidas Podemos ha supuesto un acoso personal sin precedentes. Y eso ha motivado que Iglesias y Montero ya busquen un nuevo chalet para mudarse donde puedan gozar de algo más de privacidad, y una de las opciones que han barajado es Valdelagua, una urbanización cuyo suelo es privado y en el que no pueden entrar quienes no sean vecinos del recinto.
Otras fuentes apuntan a Torrelodones, pero en cualquier caso, el vicepresidente tiene claro que necesita un entorno más privado para que sus hijos, en el momento que empiecen el colegio sobretodo, puedan salir a la calle sin miedo a encontrarse a cuatro energúmenos a la puerta de su casa gritando a pleno pulmón por motivos que ya se alejan de la política y se acercan el terreno personal.
Por el momento y mientras la situación permanezca, Iglesias tendrá que seguir con más de veinte guardias civiles a las puertas de su casa para evitar que se produzcan altercados mayores. Una vida a la que le quedan aún más de tres años de legislatura por delante. Veremos si Iglesias finalmente da el paso y se muda a Valdelagua, pues ahí gozaría de vecinos más ilustres en un entorno más discreto.
JUPOL NO QUIERE NI OÍR HABLAR DEL CHALET
La Policía Nacional no quiere ni oír hablar del chalet. Al menos uno de los sindicatos del cuerpo, Jupol, se ha mostrado muy contrario a ceder a las intenciones del Ministerio de Interior, que buscaban nada menos que relevar a la Guardia Civil de este encargo y situar a la Policía Nacional frente al chalet. Desde Jupol aseguraban que este movimiento buscaba evitar la erosión de la imagen de la Guardia Civil y trasladarla a la policía, pero por el momento siguen siendo verdes los uniformes que están frente al chalet.