El aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas se ha convertido en un submundo, un hogar para cerca de 500 personas indigentes y un campo que alimentan las mafias, desde el narcotráfico a la delincuencia pasando por empresas ilegales de embalaje. Todos ellos se aprovechan de un vacío legal, pero nadie actúa para cerrarlo. La situación comenzó en 2023 y es ahora cuando se ha acentuado.
Los propios trabajadores denuncian el «miedo» que tienen a la hora de acudir al puesto de trabajo a pesar de los 500 agentes de seguridad privada que custodian la infraestructura crítica y en alerta 4 antiterrorista, el nivel más elevado de la escala, según el dossier presentado por el sindicato Alternativa Sindical Aena/Enaire (ASAE).
Los empleados consideran que hay suficientes leyes vigentes para poner orden en la infraestructura crítica, como la Ley 5/2014 de 4 de abril de Seguridad Privada; la Ley 8/2011, de 28 de abril, por la que se establecen medidas para la protección de las infraestructuras críticas; y el Real Decreto 704/2011, de 20 de mayo, por el que se aprueba el Reglamento de protección de las infraestructuras críticas. Ninguna de ellas se aplica en este momento en el aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas.
EL TEMIDO EFECTO LLAMADA Y LA PELIGROSIDAD EN LA T-3 Y T-4
En el dossier, entregado al Congreso de los Diputados y a todos los partidos con representación, pone de manifiesto que el recuento diario ya no lo hacen los trabajadores de Aena, sino los vigilantes de seguridad de la infraestructura, con un conteo de entre 300 y 500 personas sin hogar entre las terminales T-3 y T-4. Asimismo, la cifra varía en función de la climatología, si hace frío o calor en esta zona de Madrid. Asimismo, temen que el «efecto llamada» incremente la asistencia y la inseguridad en una infraestructura considerada crítica.
El miedo y la inseguridad acompaña a los trabajadores cada día en sus jornadas laborales
Aena alega que «hay un vacío legal para poder limitar la presencia de estas personas, sobre todo cuando a todos se les ofrece ayuda de los servicios sociales». «No tenemos claro que AENA haya presionado a ningún Gobierno en los últimos 20 años para que se legisle en este sentido», afirman los empleados. «Estas personas generan muchos problemas no sólo a clientes que están de paso, sino al personal que trabaja en todas las empresas de Barajas, generando un ambiente laboral muy malo. El miedo y la inseguridad acompaña a los trabajadores cada día en sus jornadas laborales», denuncian.
«En Barajas no sólo hay personas adictas a las drogas, también hay prostitución, hay ladrones y estafadores, conocidos timadores que hasta han sido entrevistados en TV, alcohólicos permanentes, y otras muchas actividades delictivas, molestas e insalubres», denuncian en relación al submundo que se está desarrollando ante la mirada impasible de la autoridad competente.
LOS INQUILINOS DE BARAJAS INCUMPLEN TODA LA NORMATIVA
Asimismo, estas mafias y nuevos inquilinos de Barajas generan «un número elevado de asistencias, que, en la mayoría de los casos, desvían la finalidad de este servicio médico».
Los conflictos con los trabajadores se centran en insultos, amenazas, intentos de agresión al personal sanitario, mientras se ofrece ayuda a través del Samur Social, pero la mayoría rechaza este servicio y prefieren mantenerse en su nuevo hogar, convertido ahora en un poblado chavolista.
Los empleados de Aena consideran que es parte de la labor de los agentes de la Policía Nacional, sobrepasados por el enorme problema de los extranjeros indocumentados y que han colapsado el área de extranjería. «!– /wp:paragraph –>
PIDEN LA INTERVENCIÓN DE LA UIP EN EL AEROPUERTO DE BARAJAS
En este sentido, consideran necesaria la intervención de la Unidad de Intervención Policial (UIP). «¿Por qué no se despliega las Unidad de Intervención Policial (UIP) en Barajas?, ¿por qué no aumenta el número de miembros del Cuerpo Nacional de Policía (CNP) dedicado a labores de seguridad?», destacan.
«El personal de Barajas, de todas las empresas, vive entre el asco y el temor», denuncian ante la presencia de estas personas que realizan sus necesidades en mostradores de facturación o se inyecten la dosis de droga en los aseos. La situación muestra sus peligros. «La sensación es de
pena, miedo, terror e inseguridad constante.
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«. Hemos retrocedido 40 años, a los años 80…», aseveran. Todo ello, pese a la normativa propia de la infraestructura. «Para la permanencia y acceso al aeropuerto de 00:00 a 05:00 horas, será requerida la documentación necesaria», indica. No obstante, los propios trabajadores consideran que no se aplica dadas las circunstancias.
NIÑOS EN BARAJAS SIN ESCOLARIZACIÓN
Ante esta situación de indefensión y la opacidad de los datos ofrecidos por el Ministerio de Interior, los trabajadores piden a los diputados y senadores dar a conocer las cifras de criminalidad en la instalación. «En Barajas también tenemos MENAS, niños con madres y madres embarazadas; tenemos o hemos tenido niños que van al colegio, son pocos casos, pero los ha habido, también hemos tenido familias enteras», han afirmado.
Los robos y hurtos están a la orden del día y la hostelería no denuncia al estar asegurados contra este tipo de casos. «Muchas de estas personas se pasan el día robando, también bebida y comida, y la hostelería no les denuncia porque los Seguros les cubren lo robado, es un bucle sin fin», apuntan.
EL SUBMUNDO FRENTE A LA NORMALIDAD DEL AVE
«Los problemas sociales no tienen colores ni banderas políticas, pero la permisibilidad, normas, leyes y demás, se suponen para todos igual», lamentan. «Cualquier vigilante de seguridad sabe perfectamente quien es ONA -como denomina Aena a estas personas ocupantes no autorizados-, quien es familiar o amigo que viene a recoger a otro familiar y quien es vendedor ambulante, plastiquero ilegal o vándalo habitual», ahondan.
La situación del aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas entra en contradicción con las estaciones de AVE de Atocha y Chamartín, donde no hay pernoctaciones de indocumentados en sus asientos ni tampoco se deja a nadie dentro de las instalaciones una vez cierran. Todo queda a cal y canto con seguridad y cumplimiento de las normas. De esas instalaciones se encarga Adif.