Íñigo Errejón quiere que el salto estatal de Más Madrid se parezca más al de Ciudadanos que al de Podemos. Albert Rivera ha ido creciendo en varias comunidades autónomas al compás de su subida a nivel estatal y ha escogido la prudencia en vez de lanzarse a la aventura suicida.
Ciudadanos no tiene un solo diputado en los Parlamentos de Euskadi y Galicia, y hasta ahora tampoco los tenía en Navarra o Canarias. Errejón quiere consolidar durante estos cuatro años el espacio de Más Madrid y crear los órganos del partido.
Pero pretende hacerlo sin que esta aventura tenga que pasar por la creación de pequeñas baronías gracias a los restos de Podemos. Su apuesta pasa por tejer alianzas con antiguas confluencias de Pablo Iglesias que ahora se han distanciado de la formación morada: Compromís, En Marea, Equo, Mès o la Chunta Aragonesista.
Tampoco está descartado que Errejón se haga fuerte con disidentes de Podemos que lancen sus propias formaciones aparentemente regionalistas. El modelo, salvando las distancias, se parece a la CEDA: los herederos de Acción Popular liderados por Gil-Robles y reforzados con una veintena de fuerzas regionalistas (en realidad centralistas), católicas y agrarias.
ERREJÓN NO ESTÁ SOLO: LAS MIL BATALLAS DE PODEMOS
Juan Carlos Monedero abrió en la noche del 26-M una batalla escasamente proclive para los intereses de Podemos: «Y las cloacas convencieron a Errejón para que rompiera Podemos. La ambición ciega. Y metió en esa aventura a Carmena, con la que habíamos unido a toda la izquierda en Madrid. Conclusión: sube el PSOE y la derecha recupera Madrid. ¿Te ha merecido la pena Íñigo?».
Errejón tardó en contestarle, pero lo hizo en El Diario: «Hace demasiado tiempo que creo que Juan Carlos no ha traído nada bueno para el espacio progresista en España. No aporta un solo voto. Una sola idea innovadora. Yo creo que ha elegido un camino que a mí me parece un poco folclórico y yo no quiero entrar en esas cosas».
«Es tan burdo. ¿Cómo se puede afirmar que me han convencido las cloacas? ¿Pero qué barbaridad es esa? Yo no diría eso de alguien con quien he hecho tránsito. Estoy muy en desacuerdo con muchas de las decisiones políticas o de las formas de comportarse o de las declaraciones que ha protagonizado Juan Carlos Monedero, pero no diría eso», explicó.
Si la Comunidad de Madrid acabó en drama, en Castilla-La Mancha las cosas fueron peor: se quedaron fuera de las Cortes. David Llorente, uno de los dos diputados de Podemos esta pasada legislatura, también sacaba la guadaña: «El final indigno y patético del molinismo ha estado verdaderamente a la altura de toda su gestión».
Y añadía: «Aunque José García Molina ha dimitido de su cargo como secretario general de Podemos, ha seguido aferrándose a su cargo de vicepresidente segundo de García-Page y cobrando del Gobierno regional. En cualquier caso, asumir responsabilidades no consiste solamente en dimitir de cargos, sino también y sobre todo en admitir errores y rendir cuentas de una gestión».
Nacho Escartín, secretario general en Aragón, dejó la puerta abierta a marcharse: «Mi responsabilidad queda a la decisión de la Asamblea Ciudadana, para definir dónde puedo ser más útil. Tengo claro que estoy de paso en la política profesional, para un rato, y mientras esté me voy a dejar la piel en el trabajo político. Ni voy a abandonar el barco cuando más agua pierde ni me voy a aferrar al timón».
El barón, enfrentado en público contra su antecesor en el cargo, Pablo Echenique, culpa del pésimo resultado de Podemos en Aragón «a las luchas internas, el ninguneo y desprecio de Madrid con los territorios, las ocurrencias como lo de Amancio Ortega, el ‘fuego amigo’ constante, las dos candidaturas en Zaragoza y, por supuesto, todas las decisiones que en Aragón hemos errado y debemos corregir y enmendar».
El ‘Kichi’, uno de los mayores exponentes del populismo en nuestro país, afirma en Diario de Cádiz que «lo que tiene que hacer Pablo, y creo que lo va a hacer, es asumir cada uno su responsabilidad con lo que ha pasado, y ya está». El alcalde gaditano no pudo tirar cohetes por el resultado de Adelante Andalucía en las últimas autonómicas, pero con su extraordinario resultado a nivel municipal pretende ser una especie de Anguita, que desde Córdoba renovó Izquierda Unida.
Aunque la batalla más mediática de las que libra Iglesias a nivel interno es la que protagoniza Ramón Espinar, que afirma que «ya no es tiempo de aprender de los errores, sino de aprender del fracaso. No es lo mismo. Los errores permiten una cierta indulgencia e invitan a pensar en el margen de mejora. El fracaso es más amargo, invita a la reflexión profunda pero también a la acción y al cambio».
El exsecretario general de Podemos en Madrid afirma que no hay nadie en el partido «que no piense que lo razonable sería encontrarnos en una Asamblea Ciudadana. Recuperar el rumbo y a los compañeros que hemos perdido por el camino es una premisa para reconstruir un proyecto de país pensando que somos un proyecto del pueblo en las instituciones y no una nueva élite política de izquierdas. Nada grande puede hacerse sin grandeza. Y hay margen para una política de cambio a la altura de nuestro pueblo».