La lucha interna del Gobierno de Pedro Sánchez con la reducción de la jornada laboral deja vencedores y vencidos, pero se trata de una cesión del PSOE para tratar de levantar a Yolanda Díaz y a Sumar en las encuestas. «El apoyo a la reducción de la jornada laboral a las 37 horas y media no está asegurado. Ni mucho menos», apunta fuentes de Junts. «No se ha negociado nada al respecto», advierten.
El Ejecutivo tenía que dar la alternativa a Yolanda Díaz tras su abrupta caída en las encuestas tras los casos de Íñigo Errejón y del exnúmero dos de la exlíder de Sumar en Galicia, donde la formación cayó hasta quedarse sin escaño y con una cómoda mayoría absoluta del PP de Alfonso Rueda. El intento de poner a Marta Lois salió mal dado que el PSOE hizo la campaña para aupar al BNG.
Asimismo, Podemos restó los votos necesarios, mientras que en el País Vasco la situación fue muy similar. Tras las europeas, Podemos se afianza como un muro de contención en la izquierda y hace inviable el juego de mayorías sin depender de los nacionalistas, el gran obstáculo en la izquierda para gobernar con una mayor comodidad. Podemos araña terreno a Sumar, mientras presenta su propia batalla para hacerse con un hueco aún mayor, aunque mantiene su hoja de ruta puesta en cobrarse la venganza por la exclusión en el Consejo de Ministros.
UNA MEDIDA ELECTORALISTA Y POPULISTA QUE AFECTA A LAS PYMES
El PSOE muestra una cierta preocupación por los sondeos, más cuando la mayoría absoluta entre PP y Vox va en aumento. Las últimas encuestas apuntan ahora a los 190 escaños frente a los 171 que registran en este momento, una subida propiciada por las continuas subidas de impuestos, la falta de propuestas reales para la ciudadanía más allá del populismo, así como los casos de corrupción que afectan al núcleo familiar de Pedro Sánchez, con dimisión incluida en el puesto de su hermano tras meses de instrucción judicial.
El apoyo a la reducción de la jornada laboral a las 37 horas y media no está asegurado
La confrontación tampoco trasciende a la economía de las familias y empresas, más preocupadas por las medidas laborales que por el «miedo a la ultraderecha», como pregona de forma insistente el puño y la rosa. Tampoco calan positivamente los pactos con los independentistas, como Bildu, ERC, PNV y Junts.
De hecho, Yolanda Díaz ha asumido el lenguaje separatista como propio al referirse a Cataluña como un «país», mientras defiende la reducción de la jornada laboral sin haber llegado a ningún tipo de acuerdo. Los fucsias afirman que hablan con Carles Puigdemont de forma asidua, con una relación más que cordial, aunque sin los frutos esperados. Cabe recordar que tras el 23-J, Yolanda Díaz, junto a Jaume Asens, acudieron a visitar a Puigdemont sin haber avisado con anterioridad a la parte socialista del Ejecutivo.
Yolanda Díaz sabe que el voto de Junts es crucial con las 37,5 horas semanales, como también conoce la imposibilidad de que los independentistas de alejarse del empresariado catalán, muy crítico con la medida. «La presión es sobre Junts», afirman fuentes de Foment y Pimec consultadas por MONCLOA.
PRESIÓN SOBRE JUNTS
Puigdemont no puede dar luz verde a una medida «contraria y nociva» al tejido empresarial catalán, conformado en un 99% de empresas pequeñas y medianas, según detallan. El nuevo recorte en la jornada laboral se ha adoptado al margen del diálogo social, sin tener en cuenta la voz de los empresarios. Para los creadores de empleo es una decisión adoptada en el «monólogo social» en un momento de debilidad económica e incertidumbre, con caída de la productividad y una guerra comercial renovada entre EE UU contra China, donde la UE ha tomado también cartas en el asunto.
Serán las pymes catalanas las que peor parte se lleven al tener que lidiar con la Comunidad Autónoma líder en turismo, mientras falta personal en las épocas estivales, así como tener que incrementar también el salario mínimo, que se está negociando con una subida de 50 euros al mes, hasta los 1.184 euros.
EL EFECTO BOOMERANG DE LA REDUCCIÓN DE JORNADA
Este tejido empresarial tendrá que asumir ahora el incremento de los costes adicionales derivados de esta reducción de jornada, pero está por ver aún si Junts dará su apoyo a la medida. Las consecuencias de esta reducción de la jornada también afectaría a la competitividad, una magnitud deprimida desde el estallido de la crisis de 2008 debido al gran éxodo empresarial hacia zonas con mano de obra más barata, y la posible inviabilidad del negocio. Y es que, son 2,5 horas a la semana por trabajador, es decir, una bajada de 10 horas mensuales, en definitiva, otorgar un día festivo más al mes.
A esta incertidumbre también se añade los efectos de la inflación, los costes energéticos y el incremento de impuestos y cotizaciones sociales. «Con menos horas, no hay posibilidad de poder realizar nuevas contrataciones», apuntan las fuentes consultadas. Sumar insiste en que esta medida se extenderá a todos los sectores, incluyendo la hostelería, donde se siguen realizando horarios intempestivos y jornadas maratonianas para sacar adelante el negocio.
Además, el Gobierno no ha tenido en cuenta las compensaciones para las pymes, que tiemblan ante la imposibilidad de mantener a flote su negocio. La estrategia del Gobierno podría ir en la dirección contraria a la deseada.