Este pueblo medieval es el favorito de National Geographic para disfrutar en febrero

Enclavado en el corazón de la Sierra de Francia, en la provincia de Salamanca, se encuentra La Alberca, un pueblo medieval que parece detenido en el tiempo. Reconocido por National Geographic como uno de los destinos imprescindibles para visitar en febrero, este rincón de España combina historia, tradición y naturaleza en un entorno único. Sus calles empedradas, sus casas de arquitectura tradicional y su atmósfera tranquila lo convierten en un lugar perfecto para una escapada invernal.

Febrero es el mes ideal para descubrir La Alberca, cuando el frío de la sierra envuelve el pueblo en un halo mágico y sus paisajes se tiñen de tonos invernales. Además, su rica oferta cultural y gastronómica, junto con la hospitalidad de sus habitantes, hacen de este destino una experiencia inolvidable. A continuación, exploramos las razones por las que La Alberca es el lugar perfecto para disfrutar de una escapada en febrero.

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LA ALBERCA: UN VIAJE AL PASADO EN PLENA SIERRA DE FRANCIA

La Alberca es mucho más que un pueblo, es un auténtico museo al aire libre que conserva intacta su esencia medieval. Declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1940, este pequeño enclave salmantino destaca por su arquitectura tradicional, con casas de piedra y madera que parecen sacadas de un cuento. Pasear por sus calles es como retroceder en el tiempo, donde cada rincón cuenta una historia y cada detalle refleja la riqueza cultural de la zona.

El casco histórico de La Alberca es un laberinto de callejuelas estrechas y plazas pintorescas, donde el visitante puede perderse y descubrir joyas como la Plaza Mayor, el corazón del pueblo. Rodeada de soportales y casas con balcones de madera, esta plaza es el lugar perfecto para empaparse del ambiente local y disfrutar de la tranquilidad que caracteriza a este rincón de la Sierra de Francia.

Además, La Alberca es conocida por sus tradiciones centenarias, muchas de las cuales se mantienen vivas gracias al esfuerzo de sus habitantes. Desde sus fiestas populares hasta sus rituales religiosos, este pueblo es un ejemplo de cómo la historia y la cultura pueden convivir con el presente, ofreciendo al visitante una experiencia auténtica y enriquecedora.

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