El barrio más deprimido y peligroso, en alguna de sus zonas, de Madrid es el la Cañada Real. Un asentamiento de chabolista, en alguna de sus zonas, que llegó a ser en su día uno de los más grandes de Europa. Tal fue su tamaño que algunas zonas fue comparado con alguna favela de Rio de Janeiro. Y claro está, que todavía en las infraviviendas que quedan muchos de los que habitan en ellas son menores.
Unos niños que sufren física y emocionalmente el vivir en esas condiciones durante todo el año. Para paliar esto algunas ONG y asociaciones de carácter social buscan estos días hacer actividades diferentes a las de su rutina anual, para intentar poner un granito de arena en su difícil integración social y en ayudar a retirar el estigma que conlleva residir en esa zona de Madrid.
Por este motivo, y con la Navidad de fondo, voluntarios de estas asociaciones han ayudado a que 100 menores de la Cañada Real tengan un regalo de Papa Noel esta Navidad. Una iniciativa que va bajo el brazo de Toyota y la Fundación Madrina. Además, dentro de está iniciativa hay una partida de 10.000 euros destinados a familias de la zona que se encuentran en situación de extrema vulnerabilidad.
Un dinero que se espera pueda a ayudar a las familias más vulnerables de la zona, en un día especial que todos los niños merecen pasar con sus familias y con los regalos típicos de la época. Una iniciativa con el objetivo de contribuir a mejorar la sociedad, potenciando su crecimiento y haciéndola más inclusiva.
QUINTA NAVIDAD SIN LUZ
Y ya saben. La situación para este sector de la sociedad es difícil y conocida por todos. Esta Navidad no va ser diferente a las cuatro anteriores. Más de 2.500 menores van a pasar una nueva Navidad sin tener luz eléctrica. Otra Nochebuena que pasarán sin luz. Algo normal desde el otoño del 2020 cuando se cortó el suministro para la zona sin que ninguna entidad estatal o regional haya hecho nada.
Los cortes de luz según los últimos datos ofrecidos por la Plataforma Cívica por la Luz en la Cañada Real señalan que los cortes de luz afectan a cerca de 5.000 personas, 2000 de ellos menores de edad. Un círculo que evita el desarrollo de una de las zonas más deprimidas de Europa.
Posiblemente, en esta última zona de la capital que es frontera con Rivas se esté produciendo una de las violaciones más importantes de derechos dentro de la Unión Europea. Un barrio con cerca de 7.000 habitantes con una carencia enorme de de infraestructuras de todo tipo que marca el devenir de la infancia y la juventud de los allí residentes. Un estigma para su futuro y su cabida en la sociedad del que nadie, aparentemente, se hace cargo.
Para sobrevivir en este clima de distanciamiento social y de precariedad parte de los afectados han logrado sustituir la carencia de luz eléctrica a través de gasóleo y placas solares. En el caso de los más afortunados. Lo normal es suplir esa falta con leña y fogatas, además las tan recurridas velas. Una imagen de la capital de España que recuerda a otro siglo cuando comenzó la avalancha de gente dentro de los movimientos poblacionales debido al desarrollo urbano. Una imagen impropia de una gran ciudad europea en el Siglo XXI.
UN CONTRASTE EN CONTRA DE LAS RESOLUCIÓNES EUROPEAS
Toda esta situación contrata con lo que vive la ciudad de Madrid en esta época, Hay que recordar que la capital esta campaña navideña va a batir su propio récord de iluminación por las fiestas de Navidad. Doce millones de bombillas y una inversión económica de más de cinco millones de euros marcan este «derroche» durante las fiestas.
El origen del problema, según comentan los vecinos, es que la compañía eléctrica que da suministro a la zona, en su mayoría es Naturgy, tomo la decisión de forma unilateral de cortar el suministro argumentando que los numerosos enganches ilegales ponían en riesgo la red eléctrica de más zonas de Madrid y Rivas, debido a las sobrecargas que producían.
Una práctica reconocida por vecinos y asociaciones que actúan en la zona, pero que que consideran extrema por que «pagan justos por pecadores», algo contrario a la propia Ley, algo que también explican como injusto.
En teoría estas reclamaciones tienen su gran parte de razón, y más tras una resolución histórica en la que el Comité Europeo de Derechos Sociales, dependiente del Consejo de Europa, se violan hasta siete derechos. En concreto, los que hacen referencia los correspondientes al derecho a la vivienda, la protección de la salud y la familia; los que reconocen el derecho a la infancia, el de las personas mayores y el de las personas con discapacidad; y los que mencionan los derechos a la protección contra la pobreza y la participación. En febrero se dará la sentencia definitiva y las instituciones deberán poner fin a la situación.
