Poco o nada se sabe de la autobiografía que prepara Javier de la Rosa, pero los que lo conocen señalan que no hablará sobre la truculenta vida de su padre, Antonio de la Rosa, que protagonizó un desfalco de más de 1.200 millones de pesetas (7,2 millones de euros) con terrenos que no existían, huyó a Centroamérica para evitar la cárcel, en concreto a Panamá, y acabó escondido cual topo en la casa de uno de sus hijos en Barcelona.
Javier, que fue encarcelado por los casos de corrupción del Tibidabo, el caso Torras y las torres KIO, nunca ha hablado con naturalidad de su padre.
ANTONIO DE LA ROSA
Carles Llorens explica en ‘La gran estafa del posfranquismo’ que Antonio de la Rosa y el delegado del Gobierno en Barcelona, José Luis Bruna de Quixano, protagonizaron una estafa entre 1975 y 1979. En plena Transición, ambos peces gordos del tardofranquismo obtuvieron 1.200 millones de pesetas gracias a la compraventa de terrenos inexistentes.
Bruna fue a prisión, pero Antonio se marchó a Panamá en el verano de 1980. Casi 15 años después, el 3 de mayo de 1995, Javier de la Rosa contó en los micrófonos de Onda Cero que su progenitor había fallecido cerca de París en febrero de 1993.
El empresario recibió el pésame de algunos amigos a los que se les atragantó el periódico cuando El País contó en 1997 que el octogenario don Antonio vivía escondido en la casa barcelonesa de su hijo Fernando.
Para entonces, el delito había prescrito y todavía le quedaban unos años por delante (ya que fallecería en abril de 2004). Sus últimos años estuvieron marcados por una ceguera que le dejó prácticamente invidente y una cojera derivada de un accidente que sufrió cuando estaba huido.
¿Qué hizo Antonio con el dinero? Según contó Xavier Horcajo en el diario de Prisa, regaló 20 coches de lujo a prostitutas (entre ellos un Rolls Royce Silver Shadow, ocho Mercedes Benz, seis Alfa Romeo, un Aston Martin y un De Tomasso), adquirió un barco recreativo y se compró una discoteca.
El que fuera abogado del Estado, secretario del Consorcio de la Zona Franca, en su juventud fue capitán franquista de la Legión y durante toda su vida tuvo un busto del dictador fascista Francisco Franco en su despacho.
Al Caudillo no lo olvidaba incluso cuando se dedicaba a cometer delitos. Los talones que utilizaba para desviar los fondos públicos estaban fechado siempre el 20 de noviembre, que es el aniversario de la muerte del militar golpista.
JAVIER DE LA ROSA Y EL PODER
Javier de la Rosa estuvo considerado como uno de los empresarios de cabecera de Jordi Pujol. El empresario también compartió amistad con Juan Carlos de Borbón. Y admitió haber financiado al Partido Popular de forma irregular. El barcelonés estudió Derecho, trabajó en la banca (Pastor, Urquijo o Banesto) y pasó por la cárcel por casos como el de las Torres KIO. Esta caída a los infiernos acrecentó su divorcio con la Convergència pujolista.
Su distancia con el expresident Jordi Pujol se enquistó hasta tal grado que en 2012, tal y como se evidencia en los audios de José Manuel Villarejo, quiso prestarse a ‘tirar de la manta’ a cambio de 20 millones de euros).
De la Rosa dio su versión a la emisora catalana RAC1. «Villarejo se me presentó como abogado, con el nombre de Gómez-Villar. Y me dijo que había una serie de empresarios importantes que hacían obras en Cataluña (o hacían servicios). Y que estaban hartos del porcentaje que les hacía pagar la Generalitat o Convergència o quien fuera. Porque la habían subido de un 3% a un 7%. A mí me pareció muy exagerado, y me dijo que quería enseñarme unos papeles. Me sacó un haz de apertura de cuentas, de saldos en cuentas, de operaciones bancarias. Iba todo dirigido a la familia Pujol y Artur Mas».
El empresario aseguró que quiso ayudar a Convergència, pero que Xavier Trias creyó que él los había traicionado.