La historia y sombra de la Iglesia es alargada. Su relación con el sexo siempre ha destacado por no ser la mejor. Y, de hecho, pocos son los métodos anticonceptivos, por ejemplo, que son aceptados entre sus paredes. Sin embargo, sus figuras y representantes de más alto rango, como el papa, no siempre han llevado las enseñanzas al pie de la letra. Es el caso, por ejemplo, de Juan XII.
Aunque deben ser un modelo a seguir por el resto de los feligreses, lo cierto es que encontramos algunos papas de la Iglesia Católica que podríamos calificar como ovejas negras en un rebaño que no sueñe salirse muy a menudo, al menos en público, del redil. La reputación tarda años en ganarse y segundos en perderse, a no ser que no te preocupes demasiado por ella.
Muchos años después, conocemos todos los entresijos. Descubre la historia de Juan XII , el papa corrupto y fornicador.
Juan XII, una llegada polémica a la Iglesia Católica
Si algo queda claro es que, al igual que sucede con cualquier otra institución, no todos los papas son iguales. No podemos juzgarlos a todos por lo que ha sucedido con uno en concreto. Sin embargo, sí que es cierto que, ante una historia tan jugosa como fue la de Juan XII, todos queramos investigar y conocer más, sobre todo por su curioso apodo. Era conocido entre los círculos más importantes de la sociedad como «el fornicador».
Su nombre real era Octaviano de Túsculo y, ya de entrada, podríamos afirmar que ha sido uno de los pontífices más díscolos con los que nos hemos encontrado a lo largo de los años. Sus tiempo de mandato no fue demasiado largo, estuvo en el poder desde el 955 hasta el 964. No obstante, debido a los rumores que siempre lo acompañaron, dio para mucho.
Desde que llegara a su ansiado puesto, ya fue un personaje de lo más polémico. Una de las razones principales fueron sus orígenes, pues era el hijo ilegítimo de Alberico II. Su padre fue quien lo impuso como papa después de que falleciera el anterior pontífice, Agapito II. Sin embargo, a pesar de la insistencia, Octaviano no contaba con ninguna formación religiosa, así como tampoco ninguna formación. Todo lo que se sabía sobre él era que le gustaba entregarse de forma habitual a los placeres carnales.
El peor pontificado de la historia
De primeras, ser hijo ilegítimo era algo bastante polémica en la época. No obstante, eso no fue lo peor. La sociedad no vio con demasiados buenos ojos que alguien impuesto, sin ninguna relación con la religión e incluso justo todo lo contrario, pudiera llegar a ostentar tal grado de poder en una de las instituciones con más fuerza de la época.
Cuando se recuerda su pontificado, siempre se suele hacer alusión al mismo como uno de los peores de la historia de la Igleisa. De hecho, hasta tal punto llegaron los problemas y entresijos entre Juan XII y sus turbios negocios que, en una ocasión, se vio obligado a abandonar Roma, huyendo. En ese momento, fue depuesto de su cargo por varias acusaciones de delitos graves.
Entre ellos, destacan, por ejemplo, las acusaciones que lo señalaban como un vicioso y un pecador, cosa que casaba poco con su título de papa. Además, también contaba entre sus posibles delitos con otros como el incesto, el homicidio o el sacrilegio. Varios historiadores han llegado a poner en duda las acusaciones mencionadas, pues podrían haber funcionado como propaganda para alimentar las leyendas que existen sobre su persona. No obstante, otros sí las defienden, contribuyendo a que la leyenda negra persista y ayudando a que crezca el mito del «papa fornicador».
Ida y venidas de prostitutas durante el mandato de Juan XII
Las ideas, no obstante, no eran fundadas. El apodo tenía su origen en el hecho de que era bastante normal ver a Juan XII muy bien acompañado en sus diferentes residencias. Por ejemplo, donde residía como papa, en la Letrán, en el interior de Roma, era habitual verlo rodeado de eunucos, prostitutas y esclavos.
Con todos ellos, se dice que practicaba orgías nocturnas y todo tipo de fiestas en las que el sexo era una práctica casi obligatoria. Además, tampoco era una persona demasiado celosa de su intimidad. Por tanto, no se molestaba en ocultar sus pasiones. Este derroche de poder fue lo que lo llevó a la ruina, pues fue una de las causas por las que el resto de la sociedad conoció qué hacía de puertas para adentro, teniendo el poder de acusarlo de sacrilegio y los anteriores crímenes.
A él, sin embargo, poco parecía importarle. Durante todo el tiempo que pudo y aguantó al mando de la Iglesia, continuó con sus fiestas y festines, rodeado de todo tipo de personas y participando en diversos juegos poco apropiados para su título como pontífice. Llegó un momento, no obstante, en el que se la gente se cansó de tal desfachatez, y llegó la acusación formal.
Varias versiones para el mismo final
Juan XII, el papa fornicador, también había hecho todo lo posible por llegar al poder de forma corrupta. Cuando vio todo lo que se le venía encima después de que le acusaran con pruebas contundentes, decidió que lo más sensato era huir de Roma, esa ciudad que tantas alegrías le había dado sin apenas haber pedido nada.
Sin embargo, no se quedó de brazos cruzados. No era un hombre de paz, tampoco, por lo que resulta bastante creíble el pensar que, tras su huida, no dudó en reunir un ejército a sus espaldas para recuperar el mandato papal. En esas se encontraba para volver a la ciudad cuando, pocos meses después, se lo encontraron muerto.
Aunque el final es el mismo, existen diversas versiones de cómo falleció el papa corrupto. Una de las más extendidas es que, el 14 de mayo del año 964, Octaviano fue asesinado con un martillazo en la cabeza a manos de uno de los esposos de las mujeres con las que compartía alcoba. Otra de las versiones, más suave, afirma que falleció de una apoplejía durante el acto sexual.