Otra vez las políticas que deberían ser comunes entre miembros de la Unión Europea (UE) vuelven a divergir. Esta vez son políticas económicas, y ahora es Francia quien quiere boicotear el acuerdo de libre comercio con los países del Mercosur. Un ataque frontal a este acuerdo que tiene unidas a todas las fuerzas políticas francesas que apoyan y abogan por unirse en la defensa común de sus agricultores y ganaderos.
Como dato a destacar para ver la magnitud que este hecho esta suponiendo en el país galo es que esta semana, que ha sido clave para los avances en el acuerdo, el propio ministro de Economía de Francia, Antoine Armand, afirmó que su Gobierno está negociando con otros socios en la Unión Europea para intentar formar una minoría de bloqueo contra el acuerdo comercial.
Hay que recordar que dos potencias como Alemania y España son favorables a la firma del tratado, algo que levantó recientemente las iras contra los productos españoles en su llegada a Francia. Con algún incidente reseñable en la frontera internacional de la Junquera en Cataluña, encabezados por la Federación Nacional de Sindicatos Agrícolas, que es la entidad con más fuerza dentro del sector del campo del país vecino, junto a Coordinación Rural, una organización más tradicional y de corte derechista. Aunque sigue siendo una revuelta de corte bajo, pero que a fuego lento puede complicarse si el acuerdo llega a buen puerto los próximos días.
Las protestas se han extendido por el país Galo y preocupan bastante a las autoridades galas. Este miedo a una revuelta ha hecho que todos los partidos se vuelquen a favor de las reivindicaciones del campo francés. Un claro ejemplo que muestra la contaminación que tiene la política francesa respecto a cualquier tema que afecte al reivindicativo sector primario del país.
Las expectativas del ejecutivo europeo era lograr unas negociaciones en bloque para negocir con Mercosur (Brasil, Paraguay Argentina y Uruguay). Algo que se lleva intentado desde hace dos décadas que Bruselas busca cerrar antes de que acabe el año, a pesar del escollo que supone la negativa francesa.
«Es inaceptable (para Francia) y es insoportable para nuestros agricultores«, avisó en este sentido Armand en declaraciones a la radio Sud Radio, a lo largo de una entrevista en la que dejó claro que París empleará «todos los medios, incluidos los institucionales y de voto a nivel europeo» para que el pacto con Mercosur «en el estado actual no sea aprobado».
De este modo, el ministro confirmó los contactos con otras delegaciones para intentar sumar una minoría de bloqueo pero evitó responder a si los socios con los que está en conversaciones son aquellos tradicionalmente más reticentes, por ejemplo, Países Bajos, Austria o el más cercano a las tesis francesas como es Polonia que posiblemente se sume ya al veto que se lanza desde Paris.
En este sentido, sin responder a con qué países está negociando la minoría de bloqueo, Armand ha dicho que, en todo caso, su Gobierno se «organiza con otros países europeos para hacer entender» sus posiciones y que Francia «está totalmente determinada a que Mercosur no sea firmada en el estado actual».
Esta propia semana, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, alertó de la «ingenuidad comercial» que a su juicio marcó la agenda europea en los últimos años, en contra del interés de protección del clima y que ha «desequilibrado sectores»; si bien concedió que tampoco se debe caer en el «neoproteccionismo» que rechaza todo pacto comercial de plano.
PORQUE SE NIEGA FRANCIA
El argumento principal si nos ceñimos a los que dicen los agricultores del país vecino para oponerse a este tratado es que los productos del Mercosur entrarán en territorio de la UE, y por tanto, en el país galo sin tener que cumplir los estándares sanitarios y ambientales de la Unión. Se trataría de una competencia desleal de manual, según los franceses.
Algo que la Comisión Europea niega y remarca que cualquier producto que entra dentro de su territorio debe cumplir estos requisitos de calidad. Así estaría reflejado en teoría en el borrador del acuerdo, siempre según se informa desde la parte favorable a la firma del mismo. Además, también algunos sectores se quejan del impacto que determinados productos específicos pueden producir.
Por ejemplo, en alguno de esos productos Argentina o Brasil son muy competitivos como la carne de ternera argentino, o el azúcar de caña brasileño. Una circunstancia que reduciría los márgenes de venta. En este apartado, desde la comisión europea respondieron a las autoridades galas que en esos productos el número de afectados europeos es relativamente pequeño. Y esa desventaja la compensaría las ventas en otros productos como el vino, en los que países como la propia Francia o España son muy potentes. El sector vinícola español saldría muy beneficiado de este acuerdo.
Algunas voces autorizadas comienzan a señalar que la causa real de esta negativa es que el campo francés desde hace más de una década ha perdido un enorme porcentajes de su competitividad dentro de Europa. En el año 2000 Francia era el segundo país de exportaciones de productos agrícolas, en la actualidad es el sexto y bajando según futura previsiones. Ahora mismo, a excepción del sector vinícola, Francia tiene déficit agrario.
Una realidad que muestra un problema estructural interno. Con explotaciones poco competitivas y pequeñas. Un hecho que hace el sector agrícola francés este a la defensiva y se oponga a cualquier acuerdo, hace unos meses fue contra productos españoles. La situación es complicada para los políticos franceses. El temor a Trump y sus aranceles hace que el resto de países de la UE no quieran perder un mercado de 230 millones de personas como es el del Mercosur. Francia por si sola no puede vetar el acuerdo y buscará aliados, especialmente Macron que esta en una oposición débil a nivel político.
